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La inseguridad se mantenía de pie cuando se trataba del amor. Las grietas se abrían cuando ve en los demás algo que no encontraba en ella. «¿Cuándo será mi turno?» Todavía se hallaba en su memoria todos los rechazos y temores de sus amores. Cuando ella amaba, nunca era correspondida. Y esos pensamientos inútiles que todavía estaban por ahí no la dejaban en paz. Ella se encontraba inundada entre sus sábanas de su cómoda cama.

No volvería a culpar a Valentine por algo que no era cierto, la quería demasiado como para separarse de ella y creer que todo era la culpa de su amiga. Tampoco sería la culpa de la persona que Hudson gustara, pero se sentía débil, inútil, al creer que el amor nunca estaría de su lado.

Las pequeñas lágrimas saladas caían de a una en las telas que la rodeaban. Necesitaba aquellos abrazos que la consolaran, pero nadie se encontraba ahí para darle lo que quería.

Ya hacía dos años que venía persiguiendo el amor que le tenía a Hudson. Estaba confundida, y culpaba a los demás por eso.

Salió de la cueva en la que había permanecido durante las últimas horas. Era un miércoles por la tarde como para deprimirse, de todas formas, mañana deberá de volver a levantarse por la mañana y hacer su rutina como de costumbre. Ya estaba harta, harta de sufrir por un amor que ni siquiera sabía de su presencia, por un rival que llegó a sentir algo por él. «¿Por qué me gusta si en un momento llegué a odiarlo?» Desde esa vez y todo por un simple cumplido.

«Estoy exagerando»

Agarró su celular y llamó a William y a Valentine para que la acompañaran y poder desahogarse un rato, al menos deseaba estar con sus amigos.

Su mamá los recibió a ambos como era de esperarse. No habían ido a su casa desde hace un tiempo, y no dudaron en ir para apoyarla y escucharla para cuando ella lo necesitara.

Los tres, sentados en la cama, mientras se miraban y esperaban a que Aurora hablara. Los pañuelos y los ojos rojos de ella hicieron que ambos sospecharan a que se debía aquel encuentro, no habían planeado juntarse durante la semana, aunque esta pequeña reunión los podría beneficiar a todos.

—Perdón por hacerlos venir a último momento, se que estaban ocupados.

—No pasa nada. ¿Qué pasó? —preguntó William, Valentine le sonrió y asintió con la cabeza.

—Nada, todavía tengo problema con mi autoestima, y sobre lo de Hudson, bueno, ya saben. —William respiró profundo al escuchar su nombre, sentía un liviano peso encima, como si le estuviera fallando. Un nudo intenso se le formó en su garganta y aguantó la verdad que tenía atorada.

—No importa, cuéntanos —habló Valentine con firmeza.

—Quiero que me deje de gustar, no le soy correspondida, y lo se. —Su voz empezó a quebrarse de a poco.— No quiero estar así por un chico que ni vale la pena esperar a que me mire, y menos estar enamorada de Hudson cuando él ve y coquetea con todas las chicas. Me hace sentir insegura.

La sensación de Valentine al saber la verdad le rompía el corazón. ¿Tan buenos amigos eran como para ocultarle secretos? Ella sabía que estaba mal y miraba a William con pena, esperar a que algo suceda, a que conteste de alguna forma para que deje de sentirse así. Valentine no había hecho nada, y ella misma lo sabía, pero aún así se preocupaba al saber que no todo estaba bien. De alguna forma, también se sentía culpable.

Miró con disimulo a los ojos de William, que, de vez en cuando, evitaba el contacto visual, se acomodó de mil formas distintas sobre la cama, se peinaba y movía su pierna derecha sin poder dejarla quieta. Seguía escuchándola, pero no podía pensar en lo que había hecho, y se detestaba por eso.

—Aurora perdón, no quiero que te enteres de otra forma, así que te lo diré yo. —Tardó en comunicar aquello que todavía se arrepentía, no estaba seguro, pero quería decirlo—. Me acosté con Hudson.

Aquellas palabras quedaron impresas en la mente de Aurora. No reaccionó, solo tenía la boca un poco abierta y sus ojos no sabían a dónde mirar. Detuvo su vista a la de Valentine, quien intentó abrazarla, Aurora solo aceptó aquel cariño. No dijo nada, y aquella impresión hacía que le causara miedo a William.

—Perdón, yo no quiero que te vuelvas a enojar con nosotros. Conmigo. Sé que estuvo mal y no sabes cuanto me arrepiento. —Se sentó bien en la cama y tomó las manos de Aurora y notó un desacuerdo en su mirada—. No se como paso, perdón, perdón. —La abrazo junto a Valentine. No esperaba mucho, temía que después dejarán de hablarse.

Mantuvieron un cálido abrazo durante unos minutos, se separaron y se miraron. Pensaron que Aurora estaría peor, pero no fue así.

—Ya está, gracias al menos por poder decírmelo. —Tragó saliva y se acostó en su cama con sus brazos estirados para los costados y con los ojos cerrados. —Si él te gusta yo te apoyo, igual ya les dije que no quiero que me guste más —recalcó en tonos bajos, casi en susurros.

—Aurora.

—No importa, pero me tienes que contar todo a detalle. —Lo miró y una pequeña sonrisa apareció en sus labios, con la intención de deshacerse de la incomoda situación y del malestar que sentía.

William le explicó un poco para que ella se sintiera mejor, pero no quiso decirle todo, ya que sabía que se sentiría mal.

Ninguno de los tres estaban bien, al notar un desequilibrio en su grupo. Habían pasado tantas cosas, tantas que solo culpaban a la fiesta. Porque desde aquella vez, fue cuando se empezaron a sentir peor y confundidos.

Pudo recordar escenas en donde ella se había puesto celosa, como cuando pelearon con el grupo de Joanne en la cafetería. Se prometió no volver a poner primero un amor que sabía que nunca comenzaría, y empezó a valorar más la amistad que tenía con Valentine y William. Después de todo, los errores se cometen, ¿no?, o al menos era lo que Aurora pensaba.

 Después de todo, los errores se cometen, ¿no?, o al menos era lo que Aurora pensaba

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Mucho por decir del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora