Amor. Una palabra tan sencilla pero con un significado tan hermoso. Hay mucho por decir del amor, pero nadie se atreve a hablar de él.
¿Qué se oculta a través de aquel sentimiento? Será quizás algo que muchos no entienden, algo que para otros es ine...
Advertencia: este capítulo contiene contenido explícito.
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Caminaba por el pasillo sin prestarle atención a los demás. Sus manos sostenían su celular, veía con atención aquel chat que nunca se inició. Deslizó la pantalla con las esperanzas de que un nuevo mensaje apareciera.
Las demás personas que pasaban a su lado lo miraban, algunas mujeres se morían por acercarse a él y otras solo ni podían mirarlo. La mayoría de hombres se morían por ser él, y otros por estar con él.
Tardó en mandar el mensaje que llevaba días pensando en como seria. Así que no dudo más y lo envió. Sus manos temblaron levemente y empezó a sudar un poco. Algunos nervios traicioneros recorrieron su cuello. Ophelia se acercó a él, junto a su hermano Theo.
—¿Y Joanne?
—Se fue antes. —respondió Theo al notar a Hudson delante de él.
La hora pareció haberse detenido en la clase de matemática. Bostezó por segunda vez en los últimos treinta minutos y se resistió para no caer dormido. Sus ojos se mantuvieron abiertos para cuando llamó su atención la voz de William a lo lejos, aquella que lo hipnotizaba con cada palabra, aunque no le estuviera hablando a él. Dejó de prestarle atención a la profesora para detener su mirada en los ojos de su contrario.
De pronto su vista se desvió a sus labios y fue bajando de apoco. Sus pensamientos fueron cómplices y desataron una sensación ardiente en él, que provocaba cada lujuria de querer tocarse. Soltó un suspiro y se contuvo.
—¡Hudson! —gritó por tercera vez obteniendo su atención—. ¿Me puedes contar lo que acabo de explicar?
Las miradas de todos se posaron en él, los murmullos empezaron a escucharse, pero ninguno pudo ayudarlo. No sabia que responder, ni mucho menos qué tema estaban dando. Miró a la profesora que se cruzó de brazos, y que se apoyó en el margen de la puerta.
—Si no te interesa mi clase con gusto te podes retirar.
Hudson volteó a ver a William, se paró y sin quitarle la mirada de encima le guiñó un ojo. Salió del salón con su celular en su bolsillo y respiró profundo ante la erección que noto por debajo de sus pantalones.
Fue directo al baño mientras caminaba con pasos rápidos y disimulaba con su teléfono apagado en la mano. Entró y cerró la puerta.
No le parecía apropiado hacerlo en un baño público, pero las ganas le insistían y la incomodidad era desesperante. Dejó sus pertenencias en el lava manos y empezó a desabrochar el botón de su pantalón. Deslizó su mano por su abdomen. Cada movimiento desataba en él un sentimiento de placer que había deseado tener ya hace unos minutos atrás.
Tenía la seguridad de que William ya había leído su mensaje, pero todavía no le respondió. Las ganas lo consumían y los escalofríos recorrían su cuerpo.
Pensó en él, en cómo deseaba verlo en ese preciso momento, en la primera y última vez que lo vio en su cama. Quería pensar que en algún segundo la puerta se abriría y que él entraría y se le uniría a aquel placer. Pero eso era casi imposible al saber que lo más probable era que alguien de limpieza lo encontrara.
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Se lavó las manos y no dejó rastros. Salió del baño y se dirigió hacia la cafetería en la cual Ophelia y Theo lo esperaban.
—¿Todo bien? ¿Fuiste a dirección? —preguntó Ophelia mientras sostenía una botella de agua y se quitaba los auriculares.
—Todo bien, no fui a dirección, estuve paseando por la escuela —Se sentó en frente de ellos y le robó un par de caramelos a Theo.
—¿Qué pasó al final con Joanne? —dijo Theo al acordarse de que ella se había ido antes de que las demás clases empezaran.
—Está muy mal por lo de Valentine, piensa que no tiene oportunidad ni para hablarle.
—¿Desde siempre le gustó? —Hudson se incorporó a la conversación para dejar de un lado sus pensamientos exóticos. Podía estar horas sin relacionarse con sus amigos por estar pensando en llevarlo a william a su cama, le parecía patético al no haber recibido una respuesta por parte de él.
—No se, nunca nos contó eso.
—Casi nunca nos cuenta algo sobre ella, solo sabemos que se enoja muy rápido por cualquier cosa que le preguntemos.
—Joanne, simplemente es Joanne. —Ophelia levantó sus hombros y tomó un sorbo de su bebida.
El timbre sonó y la hora de irse también. Suspiró mientras se subía a su auto y manejó hacia llegar a su mansión. Todavía sintió su cuerpo pedirle un poco más. Agarró el volante con fuerzas y volvió a la realidad cuando el semáforo dio en verde para continuar.
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Se sentó en el sillón de la sala mientras observaba aquel mensaje que le había enviado horas atrás.
«¿Por qué no me contesta?»
Se preguntó mientras leía una y otra vez el mensaje.
Por alguna razón pensó que sería igual a la última vez, que él llegaría a su casa y que lo harían. Pero las expectativas cayeron al suelo al notar que ya se estaba haciendo muy tarde como para que William apareciera.
«¿Y si la vez que lo hicimos no le gustó?»
«¿Y si yo no le gusto?»
No había pensado que podía tener ese tipo de preocupaciones, él nunca tuvo problemas para relacionarse con los demás y al no notar ningún interés de William hacia él le empezó a preocupar.
Caminó por la cocina hasta cansarse y acabarse dos latas de cerveza. Ya tenía en mano su tercera bebida y aún no recibía ningún mensaje.
La noche fría apareció en aquel verano agobiante, las nubes grises aparecieron. El frío se apoderó de él y se quedó dormido en el sofá minutos después.
—¿William? —Abrió sus ojos al sentir algunas palmadas en su rostro—. ¿Estoy soñando?
—No —Soltó una pequeña risa— ¿Estás borracho?
—¿Yo?, ¿borracho? —aún el alcohol seguía en él, por lo que no había procesado que William estaba junto a su lado.
Hudson lo agarró de las muñecas y lo acostó en el sillón para luego subirse encima mientras sostenía ambas manos por arriba de la cabeza de William.
—Te estuve esperando —Sus labios se apoderaron de su cuello. Lo besó y mordió hasta dejar una pequeña marca. William le correspondió y movió sus caderas al ritmo de él.
Sus besos subieron hasta rozar sus labios. Acarició la cintura y muslo de William hasta sentir su calor.
Ambos cuerpos dejaron el frío para reemplazarlo con la calidez que le otorgaba aquellos choques, roces que los dos esperaban tener. La lujuria empezó a aumentar, y los estímulos aparecieron. Hudson le quitó su pantalón para luego hacer lo mismo con los suyos .
Aquellos toques iban aumentando el ritmo. Y Hudson empezó a desesperarse al querer ya estar dentro de él. Los pequeños sonidos que emitían eran causados por el placer. Las tentaciones también eran consecuencias de aquello.
William sostuvo los hombros de Hudson y le susurró aquellos gemidos que le provocaba.
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