Amor. Una palabra tan sencilla pero con un significado tan hermoso. Hay mucho por decir del amor, pero nadie se atreve a hablar de él.
¿Qué se oculta a través de aquel sentimiento? Será quizás algo que muchos no entienden, algo que para otros es ine...
Repasaba para el teatro, sentada en el taburete de su piano. Ella tocó cada tecla formando una melodía que hacía relajar cada parte de su cuerpo. Sus dedos se desplazaban y sentía la sinfonía que tocaba. Cerró sus ojos por completo hasta sentir cada sonido musical que producía.
Estaba tan concentrada en hacerlo perfecto que no se dió cuenta de la presencia de William y Aurora, que escuchaban la música con una paz que era impresionable para sus oídos.
Ambos estaban junto a la puerta, con la mamá de Valentine detrás de ellos con una jarra de limonada, hipnotizada por el sonido del piano. Su madre sonrió y no la interrumpió.
Al terminar de tocar, se sobresaltó al mirar hacia su izquierda. Los minutos habían pasado muy rápido como para que se hubiera dado cuenta de que Aurora y William ya estaban en su casa.
—Me encantó —confesó William sin pensarlo.
Pero Aurora no parecía igual de encantada que William. Sus ojos por un momento se habían iluminado por aquella sinfonía, pero luego desapareció, y sus ojos se oscurecieron. Su expresión en su rostro se volvió una seria y solo movió su vista hacia otro lugar.
—Les traje esto —dejó en una pequeña mesa no tan lejos del piano la jarra de limonada con tres vasos, para luego dejarlos solo en la pequeña habitación.
William y Valentine asintieron. Cuando su mamá cerró la puerta ambos miraron a Aurora confundidos.
Valentine se levantó y se sentó en unos de los sillones cerca de ellos. Aurora y William hicieron el mismo gesto.
—¿Pasó algo? —Se acomodó y miró a Aurora. Por un momento pensó en lo peor.
—¿Si me pasó algo? ¿Es en serio, Valentine? Ni siquiera te diste cuenta cuándo ayer me fui en medio de esa pelea —protestó y esperó a que Valentine reaccionara, pero solo quedó más confundida que antes.
«¿Qué? ¿Cuándo?»
—Perdón, estaba muy concentrada en... —Fue interrumpida por Aurora, que levantó su mano para callarla.
—Siempre es lo mismo, parece que no te importamos —dijo con un nudo en la garganta. Valentine no dijo nada, solo se sorprendió y sus dudas aumentaron.
No podía expresarse más de lo que lo hacía, su volumen de voz había ascendido, y su cuerpo parecía querer retroceder, sus manos temblaban ligeramente y sus ojos no querían hacer contacto visual.
—Perdón, en serio, pero, ¿por qué estás enojada conmigo? —Intentó relajar a su amiga que parecía no querer saber nada sobre ella.
—Tu lo viste, lo sabías —gritó para luego levantarse de golpe—. Hudson te miraba, parecía que te deseaba -explicó con una amargura que no la dejaba hablar, y con sus lágrimas a punto de colapsar.
Valentine y William se miraron en cuestión de segundo al haber escuchado pronunciar aquellas palabras que dejaron que sus preguntas se aclararan.
«¿Gusta de Hudson?»
Se preguntó con un poco de ironía, sin creer demasiado en lo que escuchó. Pensaba que Aurora estaba celosa, pero no lo quería creer. No dudó en negar con la cabeza lo más rápido que pudo.
—Quizás miraba a todos, no solo a mí.
—Yo lo vi, no estoy mintiendo —Sus ojos se cristalizaron y aguantó las ganas de llorar.
—¿Te gusta Hudson? —cuestionó William con la boca abierta. Aurora, apenada, asintió y miró hacia el suelo con sus lágrimas ya desbordadas.
Valentine la abrazó con todas sus fuerzas, lo que ocasionó que su amiga llorara desconsoladamente.
—Perdón, perdón, el no me gusta —susurró— lo que viste seguro fue un malentendido.
Sin cuestionarlo, William se unió al abrazo e intentó consolar a Aurora.
—Perdón.
Permanecieron en silencio por un momento, Valentine la miraba con preocupación y William solo observaba sus manos intranquilas por lo sucedido. Aurora agarró la jarra y se sirvió un poco de limonada en uno de los vasos, tomó un sorbo de aquel para evitar mirarlos a los ojos.
—Igual ya sabemos como es Hudson, le coquetea a cualquier chica que ve —explicó William para no hacerla sentir mal.
—¿Desde cuándo te gusta? —Sin tratar de ofenderla, preguntó delicadamente Valentine, aun con preguntas en su mente.
—Desde que me dijo linda, ya hace casi dos años.
«Que tierna, como no me dí cuenta antes»
Los dos que la escucharon atentos, no podían entender lo absurdo que era gustar de alguien por solamente escuchar un cumplido de esa persona, pero de todas formas no dijeron nada, no querían hacerla sentir mal, por lo que trataron de apoyarla.
Luego de minutos sin hacer nada, las risas y chistes malos de William salieron a la luz para relajar el ambiente tenso que de pronto se había formado.
La alegría y contestaciones de ellas hacía que William siguiera poniéndose en ridículo con sus movimientos y palabras sin sentido.
«Soy la peor»
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