Amor. Una palabra tan sencilla pero con un significado tan hermoso. Hay mucho por decir del amor, pero nadie se atreve a hablar de él.
¿Qué se oculta a través de aquel sentimiento? Será quizás algo que muchos no entienden, algo que para otros es ine...
Le parecía extraño pensar que durante el año los conflictos que se presentaron entre ellos eran, en su mayoría, por una fiesta. Valentine todavía no entendía cómo de una noche llegaron a pelearse por los celos de Aurora y ver como las relaciones entre ellos tres y los amigos de Joanne se unían cada vez más. Las cosas se estaban volviendo confusas en emociones y pensamientos que quizás ninguno se habría imaginado. Pero, ahora que las situaciones han cambiado, podrían decir que este último año de secundaria era algo más de lo que ella esperaba.
Había olvidado por completo la sensación de alivio al ver a su grupo unido como lo era al principio de las clases. Valentine había tenido la mejor idea, según ella, de juntarse en el centro comercial para dejar las inquietudes y, por un momento, disfrutar de estar juntos.
Los tres se reencontraron en las puertas del enorme lugar. Con el día soleado por lo que el calor empezaba a sentirse. La gente entraba al edificio y cada vez se llenaba de más personas, así que decidieron ingresar y no esperar más.
—Entonces, ¿comemos? —William caminó y miró hacia sus dos amigas que no sabían qué responder.— ¿Y si mejor tomamos un helado? —. Ambas asintieron con la cabeza y Valentine fue directo hacia la heladería que se encontraba al lado de algunos juegos de máquina.
Mientras ellas hacia la fila para su turno de comprar, William fue directo hacia los juegos. Colocó una moneda en la parte inferior y movió sus manos para agarrar algún peluche que contenía la máquina. Fue un intento fallido al perder la primera oportunidad. Solo se rió y puso más dinero para una segunda ronda.
Valentine le entregó un helado de chocolate. Él seguía entretenido y concentrado en el juego y las dos se pusieron a un costado para darle ánimo. No consiguió el premio, pero si soltar una carcajada al mirar las caras de sus dos amigas.
—¿De qué te reis? —Entrelazó sus brazos y lo rebajó con la mirada.
—De sus caras —Valentine le pegó un codazo amistoso en su brazo y se volteó a mirar los demás juegos aún con su helado en mano.
La tranquilidad no se sentía como antes, las risas ya no surgían con la misma intensidad y sus conversaciones decayeron al instante. Era tedioso para los tres ver como parecía que hacía poco que se conocían, cuando en realidad llevaban más de dos años de amistad.
«¿Lo arruine?»
Su mente de pronto colapsó de todas esas ideas que mantenía retenidas en algún lugar de su cabeza.
«Todo empezó por mi culpa»
La tentación de soltar aquellos pensamientos que la aterraban eran demasiadas, no podía superar aquel día en la que todo comenzó. Una simple pelea en la cafetería de la escuela, en la que no hubiera pensado que sería más que una simple discusión por lo mismo.
Tensó la mandíbula y apretó su abdomen con fuerzas. Tomó su helado lo más rápido que pudo al sentirse observada por aquellos ojos que no existían. Su presión empezó a subir y la culpa parecía hacerse más grande cada vez que giraba su atención a sus amigos, que, para su suerte, se encontraban entretenidos gastando su dinero.
Dió una vuelta por la pequeña sala y luego salieron para recorrer el lugar. Suspiró hondo al verlos feliz. Y se dirigieron hacia una tienda de ropa.
—¿Qué se van a comprar, queridas? —El humor de William empezó a crecer.
Aurora movió cada prenda y agarró las más interesantes para ella. Se fue a probarse la ropa que eligió y ambos se quedaron sentados esperando los resultados. Salió del vestidor con una enorme sonrisa reveladora, ambas manos en su cintura, dio una vuelta y los miró a ambos.
—¿Y? ¿Qué tal, les gusta?
—Me encanta, resalta tu cabello, hasta parece rubio —opinó William al ver su vestido rosado.
—Amo, te queda de diez. Deberías ponerte vestidos más seguido.
Así pasó los minutos, los tres se probaron ropa y se tentaron por un buen rato hasta que salieron del centro comercial y se sentaron en unas bancas cerca de una plaza.
William sostenía su celular mientras deslizaba en la pantalla, Aurora miró detenidamente las joyas y prendas de vestir que se había comprado y Valentine volvió a sus pensamientos insistentes.
Distraerse no parecía ser una opción, pero las ganas de dejar de pensar en aquello eran agobiante.
—¿No quieren hablar sobre Hudson? Deberíamos de hablar.
—No lo se Valentine, es raro hablar de él.
—Por mi está bien, creo que tenemos que hablar sobre esto, más que nada porque en los últimos meses me he sentido mal, porque sé que él nunca se va a fijar en mí. —Elevó sus ojos hacia Valentine y William que pusieron sus manos en su hombro.
—¿Qué pasa entre ustedes? —La duda de Valentine era una en la cual Aurora también quería preguntar.
—Ni yo sé. Nunca fue mi intención besarlo o incluso —Se detuvo por un momento y respiró profundo —. Perdón Aurora.
—No pasa nada, si él te atrae está bien.
—Pero desde un principio supe que él te gustaba y aun así me dejé llevar. —El silencio se apoderó de su conversación por unos minutos.
—Me enoje antes porque me di cuenta que al primero se fijaba en Valentine, y que después te llevarás la atención de él, me dio aún más coraje —respondió Aurora después de la incómoda pausa.
El alivio enorme que sintió Valentine era uno que no esperaba recibir en ese momento. Relajó sus músculos y se apoyó en la pared y cruzó sus piernas. William hizo el mismo gesto y las miró. Esperó que alguien dijera algo, pero no fue así. De nuevo el silencio los rodeó, aunque esta vez no era uno incómodo, se sintió más tranquilo, y solo podían escuchar a los niños jugar.
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