Capítulo 10

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Hola!

Muchas gracias por su apoyo y comentarios! Los leo, sepan que lo hago solo que no suelo responder a ellos jejeje

Sin más a leer!

~°*†*°~+~°*†*°~

«Él era mi luz»

Era la primera vez que veía esa expresión en Atsushi. Sus ojos con esa combinación entre oro y amatista brillaron cuales piedras preciosas. Osamu vio en el hombre-tigre el sentimiento que jamás sintió: amor. Lo tenía escrito en la forma en que las cejas suavizaban la mirada, cómo las mejillas se teñían de un rosado digno de un querubín y una sonrisa como la cereza perfecta. Atsushi personificaba el amor cuando hablaba de su mentor. Y Dazai lo aborreció. Los intestinos se convirtieron en nudos dolorosos y en su cabeza resonaban ecos fantasmagóricos que susurraban un «Jamás te mirará así». Cállense. Cállense.

Se imaginó la silueta de un hombre absurdamente perfecto. Era un humano común y corriente. Una buena persona que se había ganado el corazón de Atsushi. Osamu se preguntó estúpidamente el aspecto físico de ese individuo, cómo era su voz, qué clase de aura desprendía como para atrapar a la Luna misma. Tan pronto se formaron esos pensamientos, no dudó en aplastarlos. Osamu Dazai había nacido por error. Él había quedado descalificado como humano desde su concepción. No tenía derecho alguno a experimentar lo mismo que ellos. Era una existencia maldita. Lo sabía a la perfección y, sin embargo, le era imposible soltar a la Luna.

Escuchó el llanto de Atsushi amortiguado por la puerta maltrecha. Observó el departamento, más vivo que nunca. En cada rincón había un pedazo del tigre. Donde quiera que su ojo mirase, encontraba indicios del muchacho. Por semanas había estado comiendo comida casera. Una porción era apartada para él cuando emergía de las aguas de la mafia. Sus ropas se mantenían limpias, había vendas nuevas y, sobre todo, el frío de la soledad había menguado.

Atsushi estaba pasando por el luto. Por la forma en la que habló de su mentor, dio a entender que este había fallecido. Fue antes de conocerse, de eso estaba seguro. Si consideraba lo que Sensei le había dicho, ese hombre le dio a Atsushi lo más cercano a una última voluntad en forma de misión; atándolo a él por completo. Con ello, lo había reclamado para sí, impidiéndole al hombre-tigre dar un espacio extra para alguien más. Osamu tensó la quijada mientras observaba su plato a medio comer. No lo aceptaba. Rechazaba la idea de que Atsushi estuviera fuera de su alcance por culpa de un fantasma.

¿Qué demonios quería hacer?

¿Qué era Atsushi para él?

¿Aún desconfiaba de él o solo era una especie de rabieta?

Y si desconfiaba ¿por qué buscó consuelo entre sus brazos? ¿Por qué se aferró a Atsushi como si temiera que fuera a desaparecer?

¿A qué le tenía miedo?

(A quedarse nuevamente solo.)

Faltaba poco para el encuentro con Sensei. Días en los que no se disculpó por su comportamiento previo, sino que, en silencio, ayudaba a secar la vajilla, acomodaba la mesa para cenar o desayunar. Con todo esto, Osamu sabía que estaba esperando las migajas de ese amor. Se negaba al hecho de que estaba compitiendo con un muerto por la atención de la Luna. Se decía a sí mismo que lo hacía porque quería. Atsushi le agradecía, claro que lo hacía. Él no reparaba en la bestia que estaba alimentando con esas caricias en la cabeza, con la dulzura que destilaban sus gestos, con los abrazos afectuosos. El tigre estaba jugueteando con un monstruo peor; un ser indigno de vivir en el mundo.

Byakko no era diferente. Le lamía el rostro, resoplaba cerca de él y le cubría con su cuerpo afelpado. Osamu se sentía en lo más cercano a la ebriedad. Cada que abría la puerta un cosquilleo le recorría entero y con una mirada se encontraba con los vestigios de Atsushi dispuestos para él. Desde las ropas medio acomodadas sobre el futon, la arrocera de segunda mano que antes no estaba, el aroma a flor silvestre que provenía del baño. Era entonces que entendía la frase de «hogar, dulce hogar». Aquí no había jeringas ni sangre, la hediondez de la Port Mafia no atravesaba las paredes. El departamento se había convertido en un lugar al que Mori-san no podía alcanzarlo. Claro, mientras se cuidase las espaldas y perdiese a los hombres que le seguían como viles sabuesos. Un fastidio.

Con un resoplido se recostó en el futon imitando a una estrella de mar. Al día siguiente se reuniría con Sensei en el bar Lupin. Por lo que había observado en la lejanía, lucía como un local cualquiera. La cantidad de gente que entraba y salía no era espectacular. En su mayoría eran personas serias o maduras. Salvo por un joven de gabardina beige que quedaba en la categoría de comensales frecuentes, pero no diarios. Le llamó la atención no ver miembros de la Port Mafia. Dedujo que ellos preferían los bares administrados por la organización y no uno que dirigía a un sótano acondicionado por un dueño no afiliado.

Por lo que alcanzó a indagar esa propiedad pertenecía a un hombre llamado Kazuhiko Yamamoto. En realidad, lo heredó de su predecesor que, a su vez, lo recibió como obsequio por alguien más. Osamu pensó en múltiples opciones... Y llegó a tres posibles: amigo, empleador o amante. No había descartado la posibilidad de un completo desconocido, pero ese hilo de pensamiento lo dejaría para la cena.

Lo que seguía causándole frustración era descifrar la supuesta misión imposible de Atsushi. Con ese detalle estaba más que claro que su aparición en Yokohama había sido planeada. Por lo que pudo observar del hombre-tigre era que este no tenía mayor idea de qué hacer. De tener el conocimiento no se habría molestado en permanecer al lado de Osamu o buscar un trabajo. Si se trataba de una infiltración a la Port Mafia quedaba descartada, pues no le había visto interactuar con nadie en particular y tampoco se mostraba interesado. En caso de ser gubernamental o internacional, no se habría conformado con un empleo en un bar. Si bien un lugar como ese podía servir para obtener información, Lupin no era la primera opción para ello. Tal vez debía regresar con ese «gran detective», pero no tendría sentido puesto que estaba muerto. Todo lo que quedaba era Sensei y la idea de que, quizás, la misión no se trataba de derrocar una organización o infiltrarse, sino algo más complicado. ¿Qué podía ser más difícil? Viajar en el tiempo. Esa idea seguía apareciendo en los momentos menos oportunos, pero no desaparecía. Era una posibilidad fundamentada por la frase de: «Porque no es el momento. No aún». Eso significaban dos cosas: o Atsushi no era su nombre (lo cual quedaba descartado) o se trataba de alguien que no pertenecía a esta época.

En caso de que el chico terminase siendo un viajero en el tiempo, Osamu estaba determinado a...

Oh, esas pisadas las conocía. Atsushi había llegado. La puerta fue abierta, la bombilla nueva iluminó el área y Osamu abrió los ojos a la Luna.

—Bienvenido, Atsushi.

—He vuelto, Osamu.

~°*†*°~+~°*†*°~

¿Y bien? ¿Qué opinan?

Daza-14 es un desastre de emociones y pensamientos con respecto a Atsushi xD Se me figura como esos gatos que se muestran desconfiados o ariscos, pero quieren caricias jajaja

Esto de analizar como Dazai me da un desgaste neuronal como tienen idea TvT Lo bueno que esto ya estaba escrito, pero mi linda beta me ayudó a corregir un par de líneas para que fuera coherente el análisis :B

Muchas gracias por leer!

Nos leemos~

Cuídense~

AliPon fuera~*~*

No me sueltes - [Dazatsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora