Capítulo 79

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Hola!

Ali viene con un capítulo más OwO

Un poco de angst con un personaje que, en un principio, no creí llegar a empatizar QwQ

Sin más, a leer!

~°*†*°~+~°*†*°~

Ango debió destruir la amistad en cuanto esta comenzó a germinar.

«Ango-kun, quiero saber qué esconde Dazai-kun. No, permíteme decirlo de otra manera, quiero saber a quien esconde.»

El líder de la Port Mafia era un hombre astuto, pragmático e inteligente. En términos simples, Ougai Mori era peligroso; de los hombres más buscados por el gobierno y el más temido por el resto de mafias. Su fachada simpática solía ser el anzuelo perfecto para caer en las múltiples trampas que tenía preparadas para el enemigo. Con una sola mirada el hombre imponía autoridad al mismo tiempo que diseccionaba a la presa que tuviera enfrente.

Ango requirió de la coraza que había ido fabricando a lo largo de su carrera como agente del gobierno para mantenerse impasible, entero, impecable y seguro de sí mismo; una proyección que se fue fusionando con el Ango alcohólico, el adolescente que solía vivir en un departamento desastroso y poseía una mente brillante, aunque no lo suficiente como para escapar del Jefe Taneda. «Chico, ¿no te gustaría ser de utilidad?» fueron las palabras que captaron la atención de un muchacho perdido en una sociedad en medio de una posguerra. Sin padres, traicionado por sus hermanos sobrevivientes a la guerra, abandonado a su suerte en Yokohama, atormentado por su habilidad, ¿qué podía perder? ¿El Ango-alcohólico? Tal vez estaba haciéndole un favor al mundo (y a sí mismo). Tal vez por ello no reconocía del todo al hombre reflejado en el espejo. Sabía que se trataba de él, mas tenía la sensación de albergar la piel de alguien más. ¿Quién era realmente el que tenía cabellos oscuros cortos y un flequillo que enmarcaba su rostro, el lunar en la parte superior izquierda de los labios delgados, los ojos con tonalidades verdosas detrás de gafas circulares? ¿Era el Ango Sakaguchi huérfano y alcohólico o el espía del gobierno?

Cada día elegía a uno sobre el otro, matándose a sí mismo en el proceso. «Discurso de la decadencia» era el nombre de su habilidad. Bastante apropiado para la decadencia que era él. Ese debió se su nombre, lo habría portado con orgullo cínico pues con el pasar de los años se arruinaba la imagen nubosa de quien fue en el pasado, perdía su humanidad al continuar en el camino de la oscuridad del gobierno. Tiempo atrás había perdido el derecho a bañarse en la luz y se obligaba a creer que era por un bien mayor, su manera de gritar a quienes dudaron de él que podía «ser bueno y hacer algo por el país» (pagando con pedazos de sí mismo).

Creyó haber alcanzado el nivel requerido para ignorar sus emociones y ser totalmente racional. Creyó haber destruido su alma... Cuan equivocado estaba. La orden del jefe fue clara, concisa y devastadora, sintió una punzada en el corazón inesperada que casi lo hizo salirse del papel que tenía asignado. Esta extraña incomodidad lo persiguió en el camino de regreso a la habitación del hotel donde estaba hospedado. Intentó ignorarla mientras daba su reporte habitual a los altos mandos del gobierno. Persistió en desentenderse de ese atisbo de humanidad, del viejo Ango que emergía cuál resucitado.

Nononono, él iba a hacer caso omiso de esa voz idéntica a la suya, pero con la vulnerabilidad que se había obligado a enterrar.

La resequedad en la garganta fue un calvario al que estuvo dispuesto a sufrir con tal de no reconocer que a Dazai-kun lo consideraba un... amigo.

Un amigo.

¡Un amigo!

¡Ja, ja, ja, ja!

La peor broma que pudo haberle hecho la vida.

El jefe había ordenado descubrir los secreto de Dazai-kun, del Ejecutivo más joven en la historia de la Port Mafia, del adolescente que bebía feliz la soda italiana especial en Lupin, del chico que consideraba su amigo. Una blasfemia para su trabajo, un escándalo... una suerte curiosa, ya que el muchacho lo miraba como si supiera la verdad que Ango ocultaba con sumo cuidado. Ese pozo negro incrustado en la cuenca del ojo, le erizaba la piel.

El dilema que esto supuso para acatar la orden lo llevó a Lupin y sentarse en uno de los bancos a la barra que solían ocupar. Esa noche los tres se reunieron en el bar, sentándose de la siguiente manera: Odasaku-san, Dazai-kun y él, Ango. El aroma a licor estaba poniendo a prueba su voluntad; debía resistirse.

—¡Ango! Te ves fatal, ¿las últimas negociaciones han ido mal? —preguntó Dazai-kun con ese aire curioso y juvenil.

Ni siquiera el jugo de tomate menguaba la sed por un trago de licor. A pesar de ello, se forzó en responder:

—Han sido difíciles, pero pronto obtendremos respuestas favorables.

—¡Como es de esperarse de nuestro Ango!

El tono con el que escuchó «nuestro» fue burlón, pudo reconocer una sonrisilla divertida y maquiavélica. ¿Lo habría soñado? ¿La sed lo estaba alterando?

—Bueno, has hecho un buen trabajo, ¿no? Todos confiamos en ti.

Dazai-kun rivalizaba con Ougai Mori cuando de sadismo se hablaba. El rojo se entremezclaba con el color de los iris, convirtiéndolos en bestias endémicas de la oscuridad. A pesar de la intranquilidad bulliendo en él, Ango respondió:

—Lo sé.

La velada continuó como era costumbre: pláticas triviales, con una bebida en mano y la ilusión de estar en un lugar donde el rango o el estatus carecían de relevancia. Ango visualizó la amistad entre ellos como una vasija de cristal al filo de un estante; un mal movimiento y esta se rompería. ¿Sería él quien daría el empujón para volverla añicos? ¿Él que odiaba la traición? ¿Realmente a quién traicionaría? ¿A sus amigos, su deber o él? ¿Habría alguien capaz de guiarlo?

De regreso en la habitación del hotel, consciente de haber solicitado el vaciado del frigobar y que ninguna bebida alcohólica estuviera a la vista, la resequedad en la garganta había llegado a un punto enloquecedor. En la soledad del lugar, envuelto en la oscuridad, se encerró en el baño, llenó la bañera y se introdujo en ella. La ropa se le apegó como una segunda piel, la frialdad del agua fungió como un escarmiento para el Ango vulnerable que había osado traspasar los límites; se había atrevido volver a la vida. En trance, cerró los ojos y se deslizó por la superficie lisa, sumergiéndose en un intento de ahogar la debilidad en él.

Ango Sakaguchi, el espía perfecto para monitorear la Port Mafia, el informante perfecto para contactar con una organización conformada por militares abandonados y «traicionados», tenía que emerger, ganar la lucha de poder, asfixiar al ingenuo con el que compartía cuerpo. Este ejercicio llevaba practicándolo desde su regreso de su primera misión de encubierto. Y, tal como la primera vez, al tomar la bocanada de aire y abrir los ojos, su cuerpo entero (el corazón) se había entumecido, la cabeza ya no estaba plagada de escenarios catastróficos, la resequedad en la garganta se tornó tolerable. El espía estaba de regreso y planeando cómo obtener la información solicitada por el jefe.

Se abstuvo de seguirle los pasos a Dazai-kun, ya que este se percataba al instante cuando alguien iba detrás de él. Tampoco quiso relacionarse con Chuuya-kun ni Akutagawa-kun, el castaño notaría el interés repentino. El único camino «seguro» era Odasaku-san, el hombre que podía considerarse como el más cercano al muchacho (ignoró los celos al pensar en ello). Debía ser precavido para no alzar sospechas y cuidar su lengua de realizar preguntas fuera de lugar.

Para su sorpresa, él conocería a la persona que Osamu Dazai ocultaba, aunque no de la manera que esperó.

Y el Ango que despreciaba regresaría con fuerza...

El dilema de la traición lo carcomería vivo.

~°*†*°~+~°*†*°~

¿Y bien? ¿Qué opinan? 

He anunciado que sí descubre a Atsushi, pero ¿se imaginan cómo será posible?

Pero bueno, ustedes tranquilos que los siguientes capítulos girarán en torno a nuestros tórtolos uwu

Muchas gracias por leer!

Espero les haya gustado!

Nos leemos~

Cuídense~

AliPon fuera~*~*

No me sueltes - [Dazatsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora