Capítulo 100

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Hola!

Tal como el cap anterior, tenemos un POV diferente para un acontecimiento importante ;u;

A leer!

~°*†*°~+~°*†*°~

Fue la falta de sueño.

Fue el estrés acumulado.

Fue su día de mala suerte.

Fue...

Se quedó sin excusas para justificar el error que había cometido con Mimic. Aborreció a su yo débil por dejarse encandilar por una amistad temporal. Él tenía un trabajo que hacer: proteger a los inocentes. Por ello se infiltró en la Port Mafia, por ello advirtió al gobierno sobre Mimic, por ello... por ello traicionó a Odasaku-san y Dazai-kun. El jefe Taneda le dijo en la última comunicación: «¿Esto traerá paz a Yokohama? Si la respuesta es afirmativa, entonces serán sacrificios nobles por una buena causa, Ango». No obstante, André Gide era un hombre inteligente y sus hombres eran leales a niveles insospechados.

El día que desaparecería de las filas de la Port Mafia, Ougai-dono mandaría a alguien a rastrear su paradero. Al principio creyó que sería Dazai-kun, pero grande fue su sorpresa al enterarse que se trató de Odasaku-san. Una punzada en el pecho lo hizo tensar la quijada cuando el reporte de uno de los subordinados de Gide notificó del fallecimiento de dos hombres y la llegada del líder de la avanzada de la mafia. Lo peor no fue enterarse de ello, sino que Gide lo miró con ojos fríos sentenciándolo a una muerte segura. Ango había sido descubierto como topo de la Port Mafia. Estaba seguro de que entre las filas de la mafia era el topo de Mimic. Sin embargo, Dazai-kun sabía mejor que nadie quien era realmente.

«¿Estás en problemas, agente encubierto Ango Sakaguchi?»

¿Cómo fue posible que lo supiera? ¿Habría sido por Atsushi-kun? De ser el caso, ¿cómo sabía Atsushi-kun sobre él? ¿Llegaron a conocerse en ese futuro del que provenía?

Qué más daba eso, en ese momento debía encontrar la manera de salvarse...

¿Realmente quería salvarse? ¿Deseaba continuar viviendo? ¿Qué le esperaba una vez regresase a la División Especial?

¿Qué sería de su amistad con Odasaku-san y Dazai-kun?

Gide había sido pragmático en cuanto al cambio de escondite: mandó un grupo a uno de los posibles lugares donde habría una trampa lista y movilizaría al resto de sus soldados a un nuevo escondite. No les dijo la verdad a los pobres diablos que servirían como una pantalla de humo. Esos hombres morirían ignorantes. En cambio, Ango sería atado a una silla ubicada en la torre de la sala de observación sin techo, lo dejarían a su suerte con bombas de tiempo.

Esa noche, la luna llena sangraba. Era una visión de espanto, similar a la última noche del Conflicto del Dragón. Un mal augurio para los supersticiosos.

Los brazos los tenía entumecidos, la espalda le dolía y la cadera estaba cobrándole una larga factura. Llevaba un largo rato aguardando a su muerte. Entonces escucho pisadas presurosas ascendiendo por las escaleras de la torre. ¿Habían regresado para atormentarlo?

Cuando reconoció la silueta exclamó atónito:

—¿Odasaku-san? —El pánico se apoderó de él. No se suponía que debía estar ahí—. ¡No te acerques! ¿Por qué viniste? —«¿Por qué quieres salvar a un traidor como yo?»—. ¡Este es el escondite que estaba usando el enemigo!

Odasaku-san lo ignoró por completo, adentrándose a la sala iluminada por la luna. El corazón de Ango en cualquier momento le rompería las costillas. No. No. Odasaku-san no debía estar aquí.

—Tuve la sensación de que necesitarías ayuda —comentó el exasesino con esa despreocupación suya.

No, Ango no necesitaba su ayuda.

—¡No necesito ayuda! —vociferó desde lo más profundo de su alma.

—¿Es así? —replicó Odasaku hincado detrás de la silla mientras deshacía los nudos de las cuerdas que rodeaban las muñecas del agente encubierto—. Déjame adivinar una de las razones por las que estás en problemas. Mimic descubrió que eres un espía, ¿cierto?

Ango se mordió el labio inferior, la mirada fija en el umbral de la puerta por la que había ingresado su compañero de copas (su amigo).

—Todos en la Port Mafia creen que eres un espía de Mimic —continuó Odasaku—. Pero, en realidad, es lo opuesto; Ango Sakaguchi es un espía de la mafia que se infiltró en Mimic.

No, Odasaku-san, esa es una mentira más.

—Mimic estuvo vigilando tu habitación a través de la mira de un francotirador para asegurarse que la vieja pistola oculta no fuese robada. Pero ¿por qué no simplemente atacaron al jefe y acabar con ello? La razón es simple: Mentiste diciendo que desconocías su ubicación. ¿Por qué hiciste eso? Porque el jefe decide todo lo que puedes o no revelar sobre la organización.

En ese punto tenía absoluta razón. Sin lugar a duda, el hombre tenía un sentido agudo y un razonamiento destacable. Mas era insuficiente. Su destino ya había sido decidido desde el momento que Ango lo traicionó.

—Odasaku-san —musitó con la esperanza de poder salvarlo—, por favor, huye de aquí. He fallado. Hay bombas de tiempo escondidas en el edificio. Ahora que saben que los he traicionado, ¡planean no dejar rastro alguno de mi existencia!

«Mimic me añadirá a la lista de fantasmas errantes.»

—¿Ves? —dijo Odasaku-san con voz suave y una ligera sonrisa—. Necesitas ayuda. Inclínate tan lejos como puedas de la silla.

(No, por favor...)

Le hizo caso y, tras dos disparos, cayeron las cuerdas que lo ataban a la silla.

(¡No! ¡Él merecía morir!)

Odasaku-san lo ayudó a incorporarse y abandonar la sala. Las piernas le fallaban a momentos, por lo que se apoyó por completo en el otro. Descendieron con premura, mas se detuvieron de manera repentina. Su compañero de copas los hizo saltar por la ventana más cercana mientras las bombas reducían a cenizas el edificio. La caída fue dura, el calor del fuego los alcanzó ligeramente y los escombros volaron muy cerca de ellos.

Ango eludió la muerte y se reprendió por la felicidad momentánea que brotó en él.

Al alzar la mirada y ver a su salvador, pensó que una manera de redimirse con él sería dándole información sobre Mimic y Gide. Le advirtió sobre las singularidades, pues tenía la corazonada de que Ougai-dono lo mandaría a luchar contra el líder de Mimic. Ango aprovechó esos minutos libres para decir la verdad, de las pocas que alguna vez reveló a sus amigos. En cualquier momento llegarían las fuerzas especiales del gobierno. Después de todo, había mandado la señal a su equipo para que hicieran una extracción... para salvarlo.

Qué hipócrita era.

En vez de pagar con una moneda similar, envenenaba a su salvador confiando que sería rescatado. Dejó en el lugar una servilleta de Lupin. La única que había guardado con cariño a modo de memento del bar en el que el estatus, el rango y la procedencia se difuminaba. Un brote de esperanza de recuperar esa amistad lo hizo colocarla en el cuerpo caído de Odasaku.

Muchos creían que la mafia era el único lugar oscuro en Yokohama. Eso era porque nadie se ponía a pensar en el lado oscuro del gobierno.

Ango abandonaría el manto de la Port Mafia para regresar al de la División Especial.

Era la primera vez que sus hombros le pesaban por ello.

~°*†*°~+~°*†*°~

¿Y bien? ¿Qué opinan?

Escribir a Ango me dio un dolor en el pecho y, a la vez, me hizo conectar más con él TuT

Muchas gracias por leer!

Espero les haya gustado!

Nos leemos~

Cuídense~

AliPon fuera~*~*

No me sueltes - [Dazatsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora