Capítulo 21

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Hola!

Ali regresa con otro capítulo uwu

No sé si así fue el reclutamiento de Oda o cómo ocurrió en el canon luego de que Dazai lo invitase(?), pero esta es mi versión je

Sin más, a leer!

~°*†*°~+~°*†*°~

—Hola, Odasaku.

Tuvo que parpadear un par de veces al ver la figura de Dazai sentada a la barra con un vaso on the rocks en mano.

—Hola, Dazai —contestó el saludo aún conmocionado y dándole una mirada rápida al local.

El muchacho emitió una risilla.

—Atsushi no trabaja hoy —añadió mientras le daba un sorbo a la bebida de color marrón anaranjado.

Luego de asentir se sentó a la barra al lado del adolescente. Habían pasado un par de semanas desde la última vez que se vieron. La vida de Odasaku se volvió un poco caótica pues debía cuidarse las espaldas por la experiencia que tuvo con los expolicías que secuestraron a Dazai y a él en el pasado. De vez en cuando, al mirar la cama o la baraja de póquer, recordaba al gato negro que recogió moribundo en la entrada de su casa. El mismo con quien compartía la barra.

Frente a él se colocó su tan solícito güisqui por el barman de rostro hospitalario.

—Eso no parece soda —comentó mirando de reojo el vaso semilleno de Dazai.

—Es porque no lo es.

—No lo es —secundó la afirmación dándole un trago a su bebida—. ¿New Orleans?

—¡Oh! Sí que sabes de esto.

No, en realidad. Odasaku era un hombre de gustos simples. Desde que probó el güisqui, dejó de lado el resto de los cocteles y bebidas que todo bar tenía entre sus estanterías o menús.

—Un poco —confesó alzando los hombros—. ¿El trabajo te trajo por estos lares?

Dazai le sonrió, mas no replicó de inmediato. El jazz resonaba suave y acogedor en el local con poca gente. Ese día algunas salas privadas estaban ocupadas y las conversaciones amortiguadas podían escucharse con claridad.

—Oye, Odasaku —llamó el chico envuelto en vendas—. Me dijiste que era tonto morir sin antes venir aquí... Tuviste razón.

—A veces digo lo correcto.

Una sonrisa divertida fue todo lo que pudo ver en el perfil bien parecido del muchachito. Si lo sopesaba, esa noche le vio sonriente y actuando diferente con Atsushi; se vio más vivo. El ojo oscuro centelló con una emoción intensa parecida a ¿la devoción? No. No «devoción». ¿Amor? ¿Así se comportaba una persona enamorada? Interesante.

—Ese día aprendí que —continuó Dazai—, incluso si volteo mil veces una carta y el resultado es el que yo predije, no hay garantía que lo mismo ocurra en el mil uno, ¿cierto?

Odasaku estaba sorprendido por la cadencia de Dazai. Su tono y la forma de hablar habían sufrido un cambio. Atrás quedó el aura infantil que desprendía alrededor de Atsushi o la arrogancia con la que lo conoció. A simple vista se veía como el chico de quince años cubierto en vendajes, vistiendo una camisa blanca con corbata, pantalones, calzado y un abrigo largo negros, pero al abrir la boca, daba la apariencia de ser alguien mayor. Había madurado.

—Te dejé sin palabras, eh —comentó Dazai mirándolo entretenido con el único ojo visible.

—Has madurado.

No me sueltes - [Dazatsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora