Capítulo 70

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Hola!

Un capítulo más OwO

A leer!

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Como era habitual Odasaku fue por su curry con Pops; su lengua estaba ansiosa de probar este platillo. A paso lento se acercó al local de siempre, la casa de acogida para los huérfanos que rescató del Conflicto del Dragón. Esos niños aún no terminaban de adaptarse, las pesadillas eran recurrentes en algunos y Sakura exigía ver a su mamá con su vocecita de infante de tres años. Desde que Odasaku los adoptó supo que no sería camino fácil, sobre todo porque la mayoría eran hijos de civiles, salvo por el mayor, Kosuke, que procedía de un mensajero como Odasaku. La vida había sido injusta con ellos o quizás estaban destinados a perder a sus padres tal como él, aunque ellos no correrían con la misma suerte del ex asesino: ellos no estarían solos, él trataría de guiarlos por el camino de la luz. No había necesidad de más almas jóvenes en la oscuridad de Yokohama.

—Buenas —saludó en cuanto abrió la puerta al local.

—¡Odasaku-chan! ¡Buenas! —respondió Pops con esa sonrisa que abultaba sus mejillas rellenas—. ¿Lo mismo?

Odasaku asintió y se sentó a la barra, esperando por el curry que lo relajaba. Tal vez era un adicto al curry, ¿existía eso? Si había alcohólicos y drogadictos, también podía haber personas que no podían vivir sin comer curry cada tres días porque, de lo contrario, se sentían morir.

El aroma a comida llenó sus pulmones. El local, a pesar de lo reducido del espacio, resultaba acogedor y con las ventanas a su espalda, la luz del sol iluminaba el lugar otorgándole un aire apacible. Una zona donde podía relajarse, olvidar por unos minutos que pertenecía a la Port Mafia, inlcuso que había sido un afamado asesino y que no tenía idea de cómo cuidar de niños (Dazai no era una buena referencia).

—Una orden del curry especial de la casa —exclamó Pops mientras colocaba el plato enfrente de Odasaku.

En automático tomó la cuchara, agradeció por los alimentos y procedió a ingerir su droga alimenticia preferida. Se había esforzado en cumplir con los trabajos de esa semana. Estaba en extremo cansado, lo resentía en los huesos, y la resequedad de su boca llegó a un punto donde le era insoportable.

Comió en silencio, escuchando a Pops tararear una de sus canciones favoritas mientras limpiaba su área de trabajo o removía el contenido en las cacerolas. Hizo memoria del tiempo que tenía conociendo a este hombre, debió tener doce años cuando ingresó malherido a un local en busca de refugio de una tormenta. El trabajo que había hecho esa vez no lo recordaba con claridad —como muchas experiencias de su vida— solo al hombre de estómago prominente, con los principios de una calvicie y una expresión dubitativa. Si dijo algo, su cerebro jamás lo registró, lo único relevante fue la amabilidad y la preocupación de un hombre desconocido que le dio de comer el mejor curry que había probado (y que le recordó al que cocinaba mamá en su cumpleaños). Nueve años tenían de conocerse, Pops era la persona más cercana al concepto de familia; el único hombre mayor que no lo hizo menos por su profesión, sino en llenar su barriga con comida.

—Te ves cansado —comentó Pops haciendo esa mueca con sus labios delgados y las cejas canosas que denotaban preocupación, aunque lucía más a un puchero.

—Estoy cansado —admitió Odasaku al pasar el último bocado del curry.

—¿Qué tal estaba el curry?

—Igual que siempre.

Pops sonrió divertido, tomó el plato de Odasaku y lo llevó al fregadero.

—¿Cómo están los niños? —preguntó el pelirrojo, más despierto y vivo que a un paso de caer dormido estando de pie.

No me sueltes - [Dazatsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora