Capítulo 84

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Hola!

Ali viene con un cap más jejeje

Sin más, a leer!

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Un año había transcurrido desde que tomó a Atsushi por primera vez. Había quedado grabada a fuego la sensación enloquecedora de perderse en las profundidades de su chico. Osamu olvidaba respirar por la belleza sensual que desbordaba su Luna. El babydoll fue abandonado en el piso junto con el resto de las prendas y vendas que se retiró. Necesitaba hacer contacto piel con piel, que su cerebro entendiera que no se trataba de un sueño húmedo. Atsushi estaba ahí. Su calor, su aroma, su suavidad y su pureza estaban dispuestas para ser tomadas por él.

Tenía las horas contadas. No gozaba de la libertad de hacía un año, ahora corría contra reloj. Abandonaría el lecho de su amado antes del amanecer, sin poder disfrutar de los frutos de la apasionada noche. Ahora que Byakko no estaba presente, Atsushi en definitiva cojearía, sus caderas le dolerían, las marcas tardarían en desaparecer. Quería presenciarlo, mas no podría.

Estúpido, Mori-san.

Un sentón lo trajo de vuelta al presente, con él recostado en la cama y Atsushi montándolo con esa timidez erótica que lo embelesaba. El cuerpo delgado de su Luna, casi femenino, se movía a un ritmo lento. Osamu lo guiaba con ayuda de sus manos apretando las caderas. La visión de un miembro rebotando contra el abdomen plano y la punta enrojecida, lo dejaba con la boca seca. Ni hablar de los botones rosados, erectos y con marcas de sus dientes alrededor de ellos; los había dejado sensibles que al mero roce de su uña, su Luna tenía espasmos.

Atsushi era lo más cercano a un ángel que había descendido a la tierra, el único detalle fue que se enamoró de la criatura más desgraciada del mundo. Oh, pobre ángel de pureza enceguecedora y virtud intacta, ahora brincaba sobre el regazo de su amado vocalizando cánticos obscenos entre los que pronunciaba con fervor un nombre prohibido.

Al parecer el cuerpo de su Luna tenía memoria que compensaba la inexperiencia de esta alma que nació por y para él. De los ojos del atardecer caían cascadas de lágrimas acompañadas de lloriqueos «Más, más, por favor, por favor», como si Osamu fuese el dueño de este cuerpo delicioso y adictivo. Atsushi se había desplomado sobre de él, mas seguía moviendo las caderas con esas ondulaciones responsables de sonidos que delataban lo que estaban haciendo a puerta cerrada. Cada que la punta quedaba apresada por el músculo este se relajaba para cubrirlo hasta la base. La estimulación lo hizo abrazar a su Luna y marcar él el tempo.

—Mantén alzadas tus caderas, cariño —ordenó jadeante sobre la larga cabellera platinada—. Así, así, lindura.

Unas manos delgadas encontraron apoyo en sus hombros. Atsushi se alzó para así besarlo y gemir en medio del beso. Libre de vendas cubriendo su cuerpo, su piel era receptora de toda clase de caricias. El mero roce de la piel contraria lo hacía gruñir o sisear, alimentando la lujuria que en ese momento lo invadía. Su Luna era la causante de esta urgencia de querer fundirse con él. En los brazos de Atsushi encontraba una serenidad sinigual.

—Quiero ver, mi Luna, ¿me dejarás ver cómo te lleno?

Quizás era una fijación depravada, pero esta visión en la que admiraba cómo se perdía en los confines de Atsushi lo calentaba demasiado. Esta era la tercera ronda por lo que su novio ya sabía qué hacer: cuidando de no romper su unión, Atsushi se inclinó hacia atrás apoyándose con las manos, las piernas las mantuvo abiertas y las plantas de los pies sosteniendo su peso. De esta manera podía observar cómo entraba y salía de un agujero abierto para él, además del chupetón que dejó en el valle que nadie más que él podía apreciar.

No me sueltes - [Dazatsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora