Capítulo 63

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Hola!

Ali viene con un capítulo desde un POV nuevo y que será muy importante OwO

Sin más a leer!

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Ango Sakaguchi estaba seguro que Dazai-kun no era tan amigable como aparentaba. Notó un cambio en su actitud cuando le dio su nombre en el cuarto repleto de archivos que, por un largo tiempo, sería su oficina.

No había pasado una semana desde que finalizó el Conflicto del Dragón cuando Mori-dono aceptó su propuesta de recuperar las pertenencias de todos los caídos para así crearles un expediente que serviría a la mafia y, al mismo tiempo, a su misión. Por un lado la mafia tendría un mayor conocimiento de sus hombres, por el otro, el gobierno conocería más sobre la única organización que quedó en pie. Debían monitorearla para que no se volviese un cáncer para la ciudad. Esa era la misión de Ango. Tenía que mezclarse con ellos, relacionarse sin formar lazos afectivos, cumplir las órdenes sin rechistar y sin temor a cuánto mancharía sus manos con tal de proteger a Yokohama.

Por tal motivo, su personalidad fría, bordeando lo prepotente, sería de utilidad para ello. No contó con llamar la atención de un activo peligroso, de una de las mitades del Doble Negro. Osamu Dazai era más que conocido en el mundo de la mafia como en los registros del gobierno. Por los pasillos del edificio gubernamental se decía que era un muchacho de temer. El Demonio Prodigio, era el sobrenombre o epíteto que hacía temblar a los más osados. Rumores decían que su crueldad no podía compararse con nadie más que los demonios del Yomi. Algunos aseguraban que podía leer mentes. Otros parloteaban sobre su capacidad inhumana de predicción. Ango no había tratado con él hasta ese día en el que llegó acompañado por otro hombre, un tal Odasaku. Se preparó mentalmente para lidiar con un adolescente arrogante, grosero y voluntarioso. Tuvo que enfrascarse en transcribir la información de los caídos para no mostrar su sorpresa: Dazai-kun no era nada de lo que se imaginó. Era un muchacho de complexión atlética, vendas alrededor de la cabeza, en antebrazos y cuello (quizás había más debajo de las ropas), rostro atractivo, cabellos oscuros, y de un aire juvenil desconcertante. Era educado, curioso y, por decirlo de una manera, amistoso.

No obstante, Ango podía percibir cierta cautela en las acciones del chico. En especial cuando le dio su nombre. La actitud traviesa se detuvo y uno ojo oscuro lo observó con detenimiento, como si supiera quién era Ango. No duró más allá de un segundo, pero la sensación de haber sido descubierto no lo abandonó. A pesar de la aversión que estaba formándose en su estómago, siguió con el flujo de la conversación y las excentricidades que Odasaku-san imitaba con un rostro estoico. Ango fue abrazado por dos mafiosos apestosos que lo arrastraron hasta un bar subterráneo. Lupin era el nombre del local tranquilo y en el que Dazai-kun pareció reanimarse al ver al cantinero.

—¡Cantinero! ¡Mi soda especial! —exclamó el chico cual infante, sentándose a la barra y dando brincos entusiastas en su asiento mientras el hombre preparaba su bebida.

—¿Soda? —cuestionó Ango contrariado pues no esperó escuchar que el chico pediría una bebida no alcohólica.

Odasaku-san se limitó a tomar asiento a la derecha del castaño de sonrisa encantadora. Ango no tuvo más remedio que sentarse a la izquierda del muchacho y notar lo atento que era a lo que el cantinero hacía. Lucía como un niño que esperaba con cierta impaciencia su postre favorito. Había un destello inocente en el orbe oscuro que lo dejó sin palabras. Sintió curiosidad de la bebida especial para sorprenderse que se trataba de una soda italiana de mango con un poco de jarabe de taro encima, creando una coloración curiosa. En la parte superior estaba el púrpura burbujeante que se entremezclaba con el dorado del mango. Parecía el atardecer hecho con agua mineral y jarabes. Dazai-kun admiró la bebida con la sonrisa aún en su rostro luego de agradecer al cantinero.

No me sueltes - [Dazatsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora