Capítulo 67

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Hola!

Aquí un capítulo tranquilo y con un poco de interacción entre el Doble Negro OwO No soy fan de la ship entre Chuuya y Dazai, pero amo su vínculo como amigos o compañeros y me gusta escribir sus interacciones de vez en cuando jejeje

Sin más, a leer!

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El estúpido de Dazai suspiró por enésima vez, observando con detenimiento uno de los chocolates caseros que llevó a la misión de ese día. La fiebre del catorce de febrero había pasado un par de días atrás. En Yokohama pulularon las parejas, las promociones para los enamorados, las tiendas decoradas en corazones y una cantidad enferma de chocolate. Por días detestó el dulce, teniendo lo más parecido a arcadas mentales cada que lo olfateaba. Cuando Chuuya creyó haber pasado por tal suplicio, Dazai lo trajo de vuelta.

Estaban en una misión importante, en la que debían darle una lección a una organización nueva que estaba causando disturbios en la ciudad. Estaban alojados en una de las compañías fachada, esperando a que los idiotas hicieran un movimiento y poner en marcha uno de los planes del imbécil que masticaba feliz un chocolate. Chuuya tenía el recuerdo de cómo Dazai se había desecho de los que llegaron a su oficina. Las cajas envueltas de marcas carísimas fueron repartidas entre los escuadrones o almas que se encontraban con el Ejecutivo; incluso Elise-chan recibió un paquete de manera despreocupada durante una reunión.

Ahora que recordaba, esta bolsita de celofán repleta de chocolates en forma de corazón y gato, no lo había visto. A leguas se notaba que eran caseros, ¿los habría recibido de Atsushi?

—¿No te habías desecho de los regalos que tus amantes te mandaron? —inquirió con hastío, bebiendo de su copa de vino.

—¿Mmm? Sí, ¿por qué? —dijo Dazai con tono monótono mientras engullía otro chocolate.

Chuuya enarcó una ceja, le dio una mirada a la bolsa con la que cargaba el castaño y la regresó al tarado que fingía inocencia.

—¡Oh! ¿Estos?

Cómo deseó borrarle esa sonrisa de idiota. Aunque con ella se confirmaba su suposición. Así que ese chico seguía con vida, eh. Luego del derrumbe del edificio donde estaba Shibusawa, Dazai se volvió insoportable al grado de infundir miedo entre los sobrevivientes. Sin saber qué hacer, la opción viable era esperar a que disminuyese su furia e intentar contener su ira tanto como le fuera posible. Al menos esta aminoró en cuestión de días, para fortuna de la Port Mafia.

En ese momento tocaron la puerta, Dazai permitió que ingresase quien fuera el que estaba al otro lado. Ah, era Akutagawa, el subordinado del cabrón más inhumano que jamás había conocido. Le daba el crédito por haber tratado la enfermedad del novato, lo cual era opacado por el entrenamiento al que estaba sometiendo al chico. Sin embargo, no lograba comprender el respeto que este niño le tenía a Dazai. En su garganta quedaba atorada la pregunta que siempre lo atormentaba cuando ellos interactuaban: «¿Por qué?».

—¿Cuál es el estatus, Akutagawa-kun? —preguntó el castaño con voz cantarina, pero Chuuya pudo percibir la frialdad en su actitud y la sonrisa engañosa.

—El enemigo se ha movilizado tal como predijo, Dazai-san.

El aludido resopló con hastío.

—No podían ser más insípidos —espetó el Ejecutivo, comiendo un tercer chocolate mientras se levantaba del sillón individual en el que había estado sentado—. Como sea, Akutagawa-kun, estarás con el grupo tres. No dejes que nadie escape, necesitamos unas cuantas ratas para los interrogatorios. Chuuya, no olvides lo que Mori-san pidió.

No me sueltes - [Dazatsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora