Capítulo 2

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Ali viene con el segundo capítulo! muajajaja

¿Qué sucedió después de que Dazai-22 decidió mandar 8 años atrás a Atsushi?

Bueno, aquí una parte de la respuesta uwu

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El cuerpo le dolía. Mori-san le había mentido. El líquido de esas inyecciones se sintió como fuego corriendo por sus venas. Había gritado a todo pulmón en cuanto el líquido terminó de entrar por el torrente sanguíneo. Del dolor juntó las cejas y apretó los puños al mismo tiempo que se removía en la camilla. En medio del mundo difuso, pudo distinguir la sonrisa malévola del doctor. Lo maldijo, le escuchó reír; quizás lo dijo en voz alta y no solo en su cabeza. Para cuando el ardor disminuyó, su frente estaba perlada en sudor, las extremidades convulsionaban y la cabeza la sintió exageradamente pesada.

Con dificultad se incorporó de la camilla cutre en la que el doctor le había dejado sufrir. Se miró las manos. Flexionó los dedos, percibiendo un hormigueo y dificultad de reconocer que se trataban de sus propios dígitos y no de alguien más. La quemazón fue menguando con el pasar del tiempo, decepcionándolo.

Él seguía respirando.

Él seguía vivo.

Lamentablemente.

Al alzar la mirada esperó encontrarse con ojos violetas propios de un demonio. Era irónico que este hombre, un médico, sintiese una satisfacción mórbida en arrebatar vidas... o almas, en vez de salvarlas. Mori-san jugueteaba con las personas cuando estaba aburrido, mas era alguien pragmático, de eso no había duda. Su presencia era gélida. De él emanaba una sed de sangre espesa; propia de un monstruo. Sin embargo, la ausencia de este individuo en el cuartucho que servía como consultorio, le hizo suspirar. No había forma de reprocharle que esa mezcla supuestamente mortal solo le había provocado dolor; un fastidio.

Chasqueó la lengua antes de bajar por completo de la camilla, resintiendo la caída. Al parecer los efectos seguía latentes. Un suspiro sonoro quedó atrapado en esas cuatro paredes. Miró los estantes repletos de medicamentos. Sabía dónde estaban las jeringas; primer cajón de la derecha. Rumió la idea de él mismo crear una mezcla mortal y que cumpliese con su cometido: matarlo. No tenía mucho tiempo de que había terminado de leer uno más de los libros de medicina dispuestos en un librero localizado detrás de un escritorio perfectamente ordenado. Por su mente fue formulando combinaciones letales, recitando los efectos secundarios de cada opción que releía en las etiquetas de los frascos alineados. Al final desistió de la idea, el antebrazo lo sentía pesado y había experimentado la dosis de agonía diaria.

Tal vez mañana.

A pasos lánguidos y aburridos cruzó la puerta del consultorio, el pasillo solitario y maltrecho del edificio al que solían ir todos los maleantes de Yokohama. Mori-san no era el único médico disponible, pero era el más solicitado por la reputación que le precedía. Misma que Osamu Dazai, sobrino del actual jefe de la Port Mafia, había escuchado de algunos miembros de la organización y le llevó a la puerta de ese hombre.

Al salir a la calle fue recibido por una ventisca helada. El aroma fétido de los suburbios de Yokohama llenó sus pulmones, un aroma asquerosamente familiar. El firmamento estaba oscuro con algunas estrellas brillando con desgano. La luna llena bañaba en azul brillante las zonas donde las lámparas públicas estaban fundidas. Dazai recorrió el laberinto que era el barrio, ignorando a los drogadictos desperdigados por las aceras, las mujerzuelas que ofrecían su servicio incluso a niños de catorce años como él. Era un mundo pútrido, un mundo oxidado. Era el mundo en el que había nacido.

No me sueltes - [Dazatsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora