Capítulo 28

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Ali viene con un capítulo más jojojo

Es aquí donde la etiqueta de Underage comienza cobrar mayor relevancia :'D 

Muchas gracias a mi linda beta por su apoyo OwO

Sin más qué decir, a leer!

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Al final Osamu no pudo escuchar toda la verdad de Sensei, pues un recordatorio resonó de su móvil. «Regresar a casa» decía el aviso en la pantalla. ¡Ah, ya era el último día de diciembre y el año! Había prometido a Atsushi volver ese día por la mañana, por lo que tuvo que aceptar la historia a medias y presuroso abandonar Lupin. Lo bueno de entrenar con el enano era la mejora en su condición física; al menos no se sentía morir corriendo un par de cuadras. Aún era de madrugada, lo sabía, pero la hora no importaba mientras Atsushi estuviera en la ecuación.

Escuchó el eco de sus pisadas veloces al recorrer calles desoladas. Usó uno de sus atajos por el hábito de perder a los sabuesos que Mori-san dejaba sueltos, pero era el que lo hacía aterrizar en la azotea del edificio donde se escurriría por un agujero y así llegar al pasillo que desembocaba en el de casa. ¡Ah, al fin había llegado! Primero quiso regular la respiración acelerada y bajar el ritmo de sus latidos. Mierda, estaba sudando. Bueno, una buena excusa para bañarse juntos, ¿cierto?

Sacó uno de los clips que guardaba en los bolsillos del pantalón. Con presteza abrió la puerta y se adentró al departamento. Fue recibido por una habitación a oscuras y un Atsushi durmiente en el futon. Estaba usando uno de esos conjuntos de pijamas delgados y frescos; no apropiados para la época. Osamu rio por lo bajo, se retiró los zapatos, el abrigo negro lo colocó en el respaldo de una de las sillas y de puntillas fue hasta su Luna. Se sentó sobre las rodillas y admiró el rostro apacible de su amado.

La melena plateada estaba suelta, revuelta y sedosa a la vista. El pecho subía y baja con cada respiración, un botón del pijama se había desabrochado dejando a la vista las clavículas y el cuello libre de marcas. La regeneración se había vuelto su enemiga al desvanecer el collar que con tanto esfuerzo colocaba en Atsushi. Las yemas de sus dedos tocaron cuales plumas la piel pálida. No pasó por alto a los botones de dalia delineados por la tela delgada. Deseó apartarla y llevar sus labios a ellos, degustarlos a sabiendas que nada saldría.

Una pena.

El sol estaba por salir, quedaban unos minutos más para contemplar a la Luna. Se recostó al lado de ella y retrajo su mano aventurera para simplemente beber de la visión tranquila y dulce. Delineó las facciones relajadas, las pestañas claras descansando sobre el inicio de mejillas suaves. Era increíble cómo, sin necesidad de algo más, la mente de Osamu guardaba silencio. No había voces irritantes, susurros malévolos o la tentación de acabar con su vida de una vez por todas. Atsushi acallaba el bullicio dentro de él con simplemente existir.

«Pero un día no estarás conmigo» pensó por una fracción de segundo. Un día, de repente, la Luna esplendorosa abandonaría el firmamento. No habría más luz en la oscuridad. No habría una razón para continuar.

«Osamu, ¿podrás amar a ese otro yo de este tiempo?» le preguntó Atsushi en Navidad y la realidad era que no lo sabía. Una parte de él se burló de sí mismo al acobardarse ante la idea de reunirse con un Atsushi que no lo conocía, no lo recordaba ni tenía sentimientos por él. Quiso saber cómo la Luna lograba amarlo a pesar de no ser quien conoció. De dónde salía el valor de iniciar de cero con la posibilidad de terminar con el corazón roto. «Enamórame una vez más. Róbate mi corazón aún si no te recuerdo. Ámame que yo, te prometo, te corresponderé» prometió Atsushi. ¿Cómo podía estar tan seguro? No entendía a su tulipán y por eso lo amaba. Amaba con todo su ser a esta persona que apareció en su vida.

No me sueltes - [Dazatsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora