Uno de ellos tenía el labio completamente cubierto de sangre y cada vez el morado se hacía más fuerte. Sentí punzadas en mi barriga al ver aquello pero me acerqué hacia él.
- ¿Estás bien? - pregunté agachándome hasta alcanzar su nivel.
- ¿Tú qué crees? - no me miró a la cara, pero habló con desdén, aunque su voz sonaba débil.
- ¿Necesitas ayuda? Puedo...
- Estoy bien, mierda - gritó sorprendiéndome por completo.
- No le hables así, ella no tiene la culpa.
Conocía esa voz. La conocía casi tan bien como la mía. Y sabía que era él porque no había dejado de recordar sus dulces facciones en toda la semana. Ni sus tatuajes, tampoco sus piercings. Ni tan solo la manera tan odiosa en la que me habló.
Me giré y allí estaba, sosteniendo una copa con una de las manos mirándome fijamente. Al verme, se sorprendió tanto como yo, pero al instante la indiferencia de devolvió sus facciones iniciales.
- No me imaginaba encontrarte aquí - alzó la ceja en la que tenía su piercing.
- Aunque yo sí podía imaginarme que tú frecuentabas esto - me alcé y me peiné, involuntariamente.
- No suelo venir aquí.
- Lo que sea - dije molesta.
Aún no lograba entender porqué me hacía comportarme como una estúpida consentida cada vez que aparecía por delante. Hacía unos segundos que estaba allí y ya me sentía ridícula.
- ¿Tu madre te ha prestado la chaqueta porque tú no tenías? - se burló.
Genial, ahora me estaba arrepintiendo de haber pisado esta fiesta.
No, la chaqueta era mía, y por muy increíble que le pareciera a ese rockero tatuado, me gustaba. No porque él tenía ese estilo, yo debía tener los brazos cubiertos de tinta y las orejas perforadas veinte veces.
- ¿No había tinte de pelo de tu color y por eso es rojo? - crucé los brazos.
Se rió ampliamente, dando un sorbo de su bebida.
Alargó su mano para ofrecerme un trago de aquello que fuera que tenía en sus manos, pero negué con la cabeza.
- ¿Y tú te consideras divertida o algo parecido? - estalló en una gran carcajada.
Mi cara enrojeció por completo y sentía una leve punzada en el estómago. En un ataque de ira - o algo así - cogí su vaso y tragué todo lo que había en él, ardiéndome el cuello como nunca.
Joder, creo que jamás había probado nada por el estilo. Pero no estaba malo.
El resquemor de los grados del alcohol aún seguía, pero ignoré el ardor y le devolví el vaso vacío, en señal de victoria.
No sé cómo llegué a hacer eso, ni si quiera lo tenía planeado ni era relativamente correcto, así que definitivamente me arrepentía de haber ido a esa fiesta.
- Las chicas buenas son chicas malas que aún no han sido pilladas, ¿cierto? - se acercó a mí.
Observé sus rasgos con detención ahora que estaba a escasos centímetros de mí. Sus ojos eran claros, no me había dado cuenta de ello. Estaban algo rojos, supuse que por la cantidad de alcohol que tenía en su cuerpo. Sus labios eran tan perfectos, que juraría no haber visto jamás unos así. Se perfilaban perfectamente en su cara, y brillaban a causa del vodka. Sentía su aliento chocar contra mis labios, con un fuerte olor a vodka, pero no era desagradable. ¿Por qué no podía dejar de mirarle?
- Eso no es cierto - finalmente articulé alguna frase.
¿Porqué se comportaba así conmigo?
- Tienes que ir a casa, yo te llevaré - me arrastró hacia uno de los lados, tenía más fuerza que yo.
- ¡Espera! - me paré - yo decido si quiero irme a casa, y no, no quiero.
- Tienes que ir, esto no es para ti, ¿sabes? - se rió, mostrando sus dientes perfectamente colocados.
- ¿Y porqué puedes decirme lo que debo hacer?
- Porque puedo - tiró nuevamente de mi mano.
- No, no puedes - clavé los talones al suelo y me deshice de su mano, algo fría - no te conozco, no puedes decirme qué hacer y qué no. Si quiero quedarme, voy a quedarme, y si quiero irme soy capaz de irme sola.
Noté mi cabeza algo congestionada después de gritar aquello. Michael parecía divertirse con cada palabra que salía de mi boca. Lo tenía que haber imaginado antes, sólo quería provocarme para reírse de mí, como ya había pasado anteriormente.
Repasé una vez más su chaqueta de piel negra, y su camiseta blanca algo desaliñada pero parecía quedarle mejor de lo que él quería.
- Está bien, tú misma - pareció darse por vencido pero no se iba, y sentía sus ojos claros clavarse en mi piel.
Un chico que pasaba por allí, llevaba un par de vasos y, cogiendo uno de ellos, tragué nuevamente todo lo que había dentro de un solo golpe.
Joder, jamás había probado nada tan ardiente y agradable cómo desagradable. Algo así como Michael Clifford. Era agradable pero desagradable. Querías seguir bebiendo pero te quemabas cuando lo hacías. Así que en definitivamente, Michael era una botella de vodka.
- Vas a marearte, y no voy a ayudarte - me quitó el vaso de las manos, aunque ya estaba vacío.
- No he pedido que lo hagas - la lengua se me trabó sin querer, y él se tomó eso cómo nuevo motivo de burla. - ¿Porqué te estaban esperando esas chicas fuera, el otro día? - cambié de tema.
- Nada importante - se frotó la nuca.
- Lo que sea Michael - no dejaba de repetir su nombre ahora, sin motivo -. Quiero irme a casa.
Me cubrí los labios con las manos, maldiciéndome por haber dicho eso. Lo último que pretendía era darle la razón a Michael, pero cuando estaba a mi lado pronunciaba las cosas sin querer. Quizá su extremado look sacaba lo peor de mí.
- Yo te llevaré - pasó una mano por la cintura y levemente me tiró hacia él, de modo que otra vez nuestros labios estaban separados por unos pocos centímetros -. Y no vuelvas a beber, porque puede ser mucho peor.
- Lo que tú digas - susurré sin aliento, al tener sus labios tan cerca.
Quería besarlos. Sin algún motivo aparente. Sólo quería sentir el tacto de sus labios, y el gusto de ellos, aunque me podía imaginar su aroma a alcohol, pero no parecía nada desagradable. Pero él sabía que quería hacerlo, también sabía la cantidad de chicas que querían hacerlo.
Vamos, a quién engañar, ese chico estaba con una chica distinta cada semana, no necesitaba ninguna prueba para afirmarlo.
Entonces...
n/a: ahora las cosas empiezan a ponerse algo interesante por fin omg
gracias por leer <3
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Manual de instrucciones - m.c
FanfictionClary tenía la vida planeada: luchar contra el último año de instituto además de mantener su vida organizada como hasta ahora, sin demasiados movimientos que pudieran sacarla de su rutina. Pero sólo era necesario un cambio para poner patas arriba su...