Capítulo 4

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Entonces alguien lo llamó desde el umbral de la puerta y se separó de mí, mirando hacia la puerta. Un chico de su edad, aparentemente, le miraba divertido. Cuando se dio cuenta de que Michael tenía su atención separó sus labios para hablar.

- Mike, hay fotógrafos fuera, deberíamos salir si no quieres repetir lo de la semana pasada otra vez - le gritó algo agotado, con cara disgustada.

¿Fotógrafos? Creo que el alcohol había derretido una gran parte de mi cerebro, o directamente la había fundido para siempre, porque no entendía nada.

- Está bien - despegó su mano de mi cintura - espera un momento.

El otro chico, de rasgos exóticos pero tremendamente irresistibles asintió con la cabeza antes de irse. Era igual que él. Tenía el cuerpo cubierto de tatuajes, y vestía con una camiseta gris, rota por diferentes lados. Creo que jamás podría llegar a vestir así.

- Tienes que volver con tu amiga, no puedes quedarte aquí sola. Has bebido. Eres idiota.

- ¿Quieres dejar de insultarme? - contesté con tono autoritario.

- Me lo pones muy fácil. Ven - prácticamente me arrastró.

Tenía una costumbre muy desagradable de tirar de mi, a la fuerza.

Aunque intenté plantarme, esta vez fue más complicado. Tenía una fuerza superior a la mía, y era muy alto, así que se me hacía imposible escapar de sus frías manos.

- Joder, ahora no puedo ir ni a una maldita fiesta.

- ¿Qué te ocurre? - su tono despectivo me estaba empezando a poner nerviosa a mí también.

- No es fácil ser el guitarrista de un grupo, ¿sabes?

- ¿Por eso te persiguen fotógrafos? - seguí preguntando mientras entrabamos dentro de la fraternidad en busca de Mare. 

Michael empujaba la gente como si no le importara, y yo me daba prisa por alcanzar sus pasos bajo la velocidad que llevaba. Cada vez sus dedos se tensaban más al rededor de mi muñeca y empezaba a presionarme demasiado fuerte.

- Está bien, suéltame - me froté la muñeca con la mano con la que no había sido parcialmente secuestrada por un guitarrista enfadado.

- ¡Clary! - Mare corrió hacia mí.

Cuando se encontró con la escena, puedo jurar que perdió todo el color de su cara. Miró a Michael, luego a mí, y nuevamente a Michael, parpadeando una y otra vez como si no se acabara de creer lo que estaba viendo. Internamente reí, jamás había visto a Mare tan pálida, y sin algo que decir, así que le di un leve empujón con el codo.

- O me han metido algo en la bebida, o estoy viendo a Michael Clifford - finalmente vociferó incrédula.

- ¿Es que lo conoces? - esta vez creo que perdí yo el color en mi rostro.

- 5 Seconds Of Summer - contestó antes de lanzarle una fugaz sonrisa a Michael, que parecía divertirse por momentos.

- Al menos tu amiga es más inteligente que tú - Michael se acercó a mi oreja esta vez, y me susurró eso, dejando que el cálido aliento recorriera mi oreja y mi cuello.

Sentí un escalofrío pero lo escondí rápidamente.

- Mike el coche está fuera, o te das prisa o van a seguirnos el culo hasta el hotel - el otro chico tocó su hombro y Michael asintió antes de despedirse.

Sentí las uñas de Mare perforando mi piel y gruñí ante el dolor. Probablemente de ahí saliera una herida, porque me estaba escociendo como un demonio. ¿Pero qué narices le pasaba a la gente con esos dos chicos? Además, parecía que eso de ser famosos no lo llevaban demasiado bien.

- ¿No vives aquí? - pregunté a Michael, que se disponía a irse.

- No, estoy alojado en un hotel, estamos en plena gira. Es complicado. De todos modos, tengo que irme.

Apenas se despidió, y en cuestión de segundos ya no estaba. Creo que había desenvuelto un ligero odio hacia ese maldito creído. Y por último decide irse sin un adiós. ¿Es que lo iban a matar, los fotógrafos?

Definitivamente, no me caía bien.

- Cuéntamelo todo, ahora - Mare me sacó de mis pensamientos, y asentí sin saber muy bien lo que me había dicho.

- Te lo contaré por el camino - respondí unos segundos después.

De vuelta a casa le conté cómo había pasado eso, y de qué manera. Creo que sonaba más estúpido cuando lo contaba yo.

Pero no podía dejar de pensar en la calidez de su boca, y lo cerca que había estado de la mía. Sabía perfectamente que esa jugada no era la primera vez que la usaba, porque tenía más practica de la que hubiera deseado, y por algún motivo eso conseguía ponerme de mal humor. 

Cuando llegué a casa, lo primero que hice fue quitarme la ropa. Coloqué la chaqueta nuevamente en el armario, recordando las palabras del estúpido Michael Clifford.

De repente, la pantalla del móvil se iluminó y tuve curiosidad por ver quién estaba despierto a esas horas.

Número desconocido:

No puedes dejar de pensar en mí?

Yo: 

Quién eres?

Número desconocido:

No hay manera de que me reconozcas. De todas maneras, si pretendes acostarte conmigo, sólo dímelo

Era Michael Clifford. Sólo él hablaba de esa manera.

Yo:

Adiós

Apagué la pantalla del móvil y hundí mi cuerpo en la cama. Estaba hecha un ovillo cuando empecé a recordar todo lo de esa noche. La cabeza me daba ligeras vueltas, y sentía pequeños golpes en la parte trasera. ¿Esto era lo que pasaba al tragar alcohol? Me juré a mí misma que era la última vez que hacía esto.

El olor de Michael Clifford seguía en mi piel. Apenas habíamos tenido contacto pero olía a él tan fuerte que parecía tenerlo cerca. Me disgustaba el hecho de no poder dejar de pensar en él, por mucho que quisiera. Y hasta ahora no me había preguntado cómo diablos tenía mi número de teléfono. 

Y entre tatuajes y pelos revueltos y su dichosa olor, quedé dormida.

El sol apuntaba a mis ojos con un insistente rayo así que me levanté, con un tremendo dolor de cabeza, que en seguida recordé. Puse una mano en la cabeza, somo si sosteniéndola pudiera mejorar algo el dolor, aunque era absurdo. 

Tenía la tentación de mirar el móvil, pero preferí ir a darme una ducha, antes de hacer la idiota detrás de una pantalla. Peiné mi pelo y entré otra vez en la habitación, más cansada de lo normal. Aún tenía que repasar química, así que saqué los apuntes y empecé a leer.

Una hora después, mi cabeza parecía haber salido por patas hacia otra parte, no la sentía, y necesitaba tomar un descanso lo antes posible.

Entonces decidí mirar los mensajes del móvil.



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