Capítulo 35

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- No quiero que pienses que te uso para esto - sus labios besaron los míos una vez más antes de hundir las manos bajo mi camisa.

No tenía palabras. Sentir las manos de Mike acariciándome la barriga me hacían perder los sentidos. Me costaba tanto respirar como hablar. Le miré y le rogué con los ojos que no parara.

Aquella calidez de su piel contra la mía era lo más perfecto que había sentido jamás.

- ¿Puedo seguir? - paró su recorrido a pocos centímetros de mi pecho.

- Por favor - contesté entre jadeos.

Michael quitó mi camiseta con cuidado y siguió dejando besos en mi cuello trazando un camino hasta mi oreja. Arqueé la espalda, nunca había sentido algo así. La respiración agitada de Michael chocaba en mi piel fuertemente y me encantaba.

Me quedé sin camiseta delante de él, y puso las manos en el broche de mi sujetador. Se mordió el labio antes de deshacerlo con mucha práctica.
Cuantas veces había hecho ese movimiento. Pero estaba tan absorvida que no me importó en absoluto. Sólo quería sentir sus manos en mi piel todo el tiempo posible. Jadeé de nuevo cuando sentí sus manos encima de mis pechos, y presionó fuerte.

- Joder - respiró fuerte y tiró de mí hasta quedar muy de él.

Me besó los labios y bajo hasta el cuello, llegando a la clavícula, donde plantó un largo beso. Siguió bajando hasta llegar a mi pecho y lo besó suavemente, antes de clavar los dientes en mi pezón. Su lengua jugueteaba habilmente en mis pechos y mis ojos quedaron en blanco cuando presionó uno de ellos con la mano a la vez que mordió dulcemente el otro. Su habilidad era tan increíble que sólo podía desear eso en aqueo momento. Sus manos lentas me llevaban a algo que jamás había sentido pero no quería que terminara.

Mi respiración era completamente entrecortada, y sentía un enorme impulso dentro de mí. Siguió acariciando lentamente hasta acelerar el ritmo. Agarré la sabana con una mano y con la otra el pelo de Michael, tirando de él prácticamente sin control.

Era la primera vez que esa sensación me recorría todo el estómago, querría chillar en voz alta, soltar todo lo que retenía dentro de mí. Una última respiración embargó mi cuerpo antes de que una enorme fuerza me arqueara la espalda, y un jadeo me invadiera por completo.

- Mierda - pude hablar cuando el enorme estallido dejó de apoderarse de mí, y caí de lado en la cama totalmente exhausta.

- Has tenido un orgasmo y a penas he hecho nada - Michael me susurró al oído y mi piel volvió a erizarse.

Nadie conseguía hacer conmigo lo que Mike hacía con sólo susurrarme a pocos centímetros.

Me enrojecí al instante. Hacía pocos segundos de aquello y me sentía tan avergonzada por mi comportamiento que quise esconderme bajo la sabana de mi cama.

Adoraba a ese Michael, y estaba rogando por dentro que siempre fuera así. Era un chico increíble, la mitad de las veces.

Besé sus labios una última vez para saborearlos de nuevo.

- Ha sido genial verte Clary. Simplemente genial, santa mierda.

- Pero Mike, tú no...

Yo había sido la única que había sentido ese estallido.

- Te debía esto.

- ¿Un orgasmo? - sonó peor de lo que creía en mi boca, y me mordí el labio.

- Sí. Con esto es suficiente para mí.

Tengo tantas ganas de... Joder. Pero hay tiempo para todo. Te he dicho que quería hacerlo bien por una vez - besó mi mejilla y buscó el interruptor para apagar la pequeña luz de la mesilla.
Michael había conseguido que yo... Bueno, que yo tuviera aquel momento, pero yo no había podido aportarle nada a él. Sabía que esto ahora no importaba, pero tampoco iba a durar mucho tiempo.

Me había quedado más cansada de lo que creía. Con una mano por encima de su pecho desnudo me acomodé. Mi cama olía a él, y yo también.
Mis ojos se fueron cerrando. Michael respiraba profundamente. Le miré detenidamente mientras dormía. Se veía más cansado que yo.

Sus labios rosados eran tan tentadores cuando estaban entreabiertos. Los acaricié lentamente, dejando que la calidez de su respiración se colara en mis dedos. Michael se removió bajo la sabana y presionó más fuerte mi cintura, dormido. Con mi cabeza en su pecho quedé dormida.
Seguía pensando en lo ocurrido esta noche cuando los gritos de mi hermano me despertaron.

- Clary abre la puerta.

Michael seguía dormido.

- Un momento - grité levantándome de la cama.

Me di cuenta de que no llevaba la camiseta y me llevé las manos a la cara ruborizándome.

- Creo que es la mejor manera de levantarme - la voz grabe de Michael resonó por detrás.

Me puse la camiseta que estaba tirada a un lado de la cama y corrí hacia él.

- ¿Clary? - mi hermano golpeó la puerta - Vas a llegar tarde.

- Me estoy poniendo los zapatos - me aseguré de que la puerta estaba cerrada con llave antes de mirar a Michael.

Tenía la cara ligeramente adormilada y estaba igual de atractivo que siempre.
Cuando se dio cuenta de lo que ocurría esbozó una sonrisa perversa en sus labios. Temía aquella sonrisa, porque cada vez que aparecía en su boca, algo ocurriría.

- Clary - Kevin forcejeó ligeramente la puerta, cuando...

Manual de instrucciones - m.cDonde viven las historias. Descúbrelo ahora