Capítulo 27

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Gemí al sentir el agua bajo mis hombros. Necesitaba demasiado esa ducha. Definitivamente era el mejor lugar para pensar. Recordé, con todos los detalles posibles, lo sucedido. Recordaba cómo ese chico me emborrachó como una estúpida, y cómo Michael me encontró. ¿Había venido a buscarme, o sólo había sido casualidad? Mi corazón deseaba que fuera la primera opción.

Pasados unos largos minutos, salí y peiné mi pelo, cogiendo una de las enormes toallas del cuarto de baño. No había pensado en coger la ropa así que debía salir con esa maldita toalla para hacerme con mi ropa.

La enrosqué fuertemente, y salí del baño a toda prisa para buscar la ropa. Michael no pudo evitar soltar una enorme carcajada.

- Me había olvidado la ropa. No mires - dije cogiendo el pequeño montón que había hecho ayer con la muda nueva.

- Pero si llevas una toalla y...

- ¡No mires! O voy a irme.

- Lo que tu digas - resopló, y volví a meterme en el baño para vestirme.

Miré detenidamente mi cara. Se veía horrible. Se habían formado grandes agujeros oscuros alrededor de mis ojos, y mi piel estaba demasiado pálida, junto a mis labios. Cómo estaba dejando que Michael pudiera verme así.

Saqué el pintalabios y di algo de color natural a mis labios para no verme tan horriblemente mal.

Michael sostenía el móvil en sus manos. Una vez salí me miró y mordió sus labios, como hacía cada vez que tenía que decir algo.

Llevaba una gorra negra, que le quedaba más bien de lo que jamás pudiera imaginar. Su camiseta también era negra, igual que sus pantalones, así que el pelo rojo se veía de lejos.

- No quiero saber lo que piensan los chicos de mí.

- En realidad ellos creen que hemos ido a follar - se encogió de hombros.

- ¡Michael! - mis mejillas enrojecieron al instante y golpeé su brazo -. ¿Les has dicho que no es verdad?

- Puede que no... - se metió las manos en los bolsillos.

- ¿Porqué has hecho eso? Oh Dios, vamos a decir ahora mismo que no es verdad - salí por la puerta.

- Espera - me frenó -. Sólo  bromeaba. Ellos saben que no hemos venido a eso.

Respiré tranquila cuando dijo eso. Lo último que quería era que esa fuera la nueva noticia. Aunque no sé si realmente prefería eso a que supieran que Michael había tenido que llevarme hasta el hotelporque ni si quiera sabía andar, y menos hablar.

Mi cabeza seguía  bombeando con fuerza, y de vez en cuando me aturdía.

- Tengo un plan para hoy - me miró -. Vamos a ir a la playa . Nada de fiestas, nada de gente, nada de cosas molestas. Sólo nosotros.

Asentí alegre. Creo que era lo mejor que podía hacer ahora. Y más con Michael.

Subimos al ascensor. Ya casi había olvidado que me había besado. Me puse roja sin poder evitarlo, y sentía mis mejillas arder por mucho que no lo quisiera.

Michael estaba inquieto por algún motivo, pero sabía que si decía algo, quizá todo terminaba igual de mal que siempre, así que me limité a morderme el labio para no estropear todo el día.

Movía su pálida mano hacia todos los sentidos, tocándose su pelo y después metiendola en el bolsillo. Le sonreí y me devolvió la sonrisa con sus rojizos labios.

Nos encaminamos hacia el coche de Ashton. Por algún motivo, no me quejé de que Michael volviera a conducir. Entré sin decir nada, y él hizo lo mismo, encendiendo la radio antes de arrancar. Sonó una vieja canción de Sum 41 y Michael la tarareó cuando empezó a sonar.

- ¿Sabes? Conocí al cantante de la banda -murmuró de repente -. Es genial. Tengo una foto con él, y creo que odio la foto porque me veo jodidamente alto.

Reí al ver la manera en la que había dicho eso.

Pronto llegamos hacia un camino que no conocía. Michael cruzó una pequeña valla de madera y subió por un camino de piedras y arena que tenía varias curvas. Cada vez había menos ruido, sólo el pequeño ajetreo de las hojas de los arboles, y poco después, la corriente del agua a lo lejos.

- ¿Dónde vamos?

- A un sitio que prácticamente nadie conoce.

- ¿Es que siempre conoces todos los sitios a los que nadie va? - dije recordando aquel día en el acantilado.

- Los Neoyorquinos sois muy simples a veces - se encogió de hombros.

Rodé los ojos y solté un soplido ante su respuesta.

Poco después aparcó debajo de un árbol, donde terminaba el camino. Había aún un pequeño trazopara llegar a las rocas, y en ellas una pequeña playa , casi diminuta, en la que el agua se veía más azul que nunca.

Era bonito.

Las olas, suaves, terminaban en algunas rocas en forma redondeada. En ellas, había espacios naturales para poder saltar al agua. Mentiría si dijera que no me daba algo de miedo.

No era nada nuevo , siempre me habían dado miedo las rocas dentro del agua, donde no sabías si había una o era sólo agua.

Michael se frotó el pelo y luego avanzó hacia una de esas rocas. En un ligero movimiento se deshizo de su camiseta negra y luego volvió hacia mí.

- Deberías hacer lo mismo - me sonrió alzando una de sus comisuras y golpeé su pecho.

- ¡No!

- ¿Alguna vez te diviertes tú?

- No es divertido quedarte en sujetador delante de alguien - le rebatí.

- Ayer no dijiste nada sobre ello - movió los ojos de manera provocativa y le maldije por recordar aquello.

Y también recordé la manera en la que había dicho que no quería mirarme. ¿Porque demonios me besó entonces?

- No estaba bajo mi sentido común - crucé los brazos -. Siento parecerte una aburrida, entonces.

- No he dicho eso.

- Lo has dicho.

- Quizás, pero se puede arreglar.

Entonces...

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