Capítulo 17

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Michael se acercó a mí cuando salimos del coche. Pegándome a él con un rápido movimiento de manos, tiró de mi cintura, así que quedé totalmente apegada. Cruzó su brazo por mi nuca y empujó levemente mi cara hacia su pecho. Quedé totalmente hundida en su cuerpo.

- Tranquila - se acercó a mi oreja, que ahora estaba cerca de su pecho - sólo quiero vigilar que nadie pueda sacarte fotos.

Una vez dentro, me despegué de él, quedándome impregnada de ese olor que tanto me gustaba. Por una vez en ese día, podía elegir mi momento favorito y sin duda era ese. Los chicos se relajaron al entrar al local, y fueron directos a una mesa que había en una zona algo elevada de allí. Había música puesta, pero se podía hablar perfectamente.

Algún pequeño grupo de gente, bailaba justo en el centro del bar, y otra gente simplemente tomaba algo en las mesas de alrededor.

Ashton se sentó primero, seguido de los otros, y pidieron a la camarera algo que no conseguí recordar.

- ¿Qué vas a tomar? - me miró la camarera, esperando apuntar en el papel.

- Agua - le dediqué una pequeña sonrisa.

La risa de Michael estalló por toda la mesa, y le di un codazo en sus costillas, haciéndole callar.

- Creo que eres la persona más aburrida de este planeta - alzó una ceja, dando un gran sorbo a su bebida.

- Prefiero ser aburrida a un estúpido creído - no le miré directamente a los ojos.

Calum aplaudió mi frase, así que sentí una clara ventaja sobre Michael. Y él también, porque no dijo nada más respecto a eso. Normalmente hubiera comentado algo todavía peor, para acabar de hacerme sentir algo así como absurda.

Estaba empezando a divertirme.

Michael había bebido tres vasos, de aquello que fuera que se estuviera bebiendo. Sus mejillas, iluminadas por una pequeña luz verde que caía del techo del local, enrojecían tiernamente, y me pareció gracioso, aunque no lo comenté.

Los chicos eran agradables. Ashton contó cuantas veces se había golpeado en la cara con sus baquetas, Calum acusó a Luke de robar los calzoncillos de su cajón, y Michael se quejó de un acorde de guitarra que había sonado mal.

Mi vida era tan corriente a su lado, que no tenía sentido contarla.

- ¿Cómo conociste a Michael? - de repente Luke preguntó, y me pilló algo desprevenida.

- Me paré a tomar un café...

- Con chocolate - Michael añadió.

- Con chocolate - le miré - en la cafetería del centro. Michael estaba allí, y se coló delante de veinte personas para pedir su café, sin chocolate -volví a mirarlo y esta vez se rió -. Así fue como le conocí. La manera más estúpida para alguien estúpido.

- Estarás hablando de ti - Michael se bebió en pocos segundos su cuarto vaso.

- De ti - le corregí, dando yo esta vez un sorbo al agua.

Lo estaba pasando realmente bien.

Michael rodeó mis hombros con su mano y me apegó a él, quedando bajo su brazo tatuado. No lo movió, pero no me quejé. Me gustaba sentirle cerca.

Un par de chicas se acercaron a la mesa. Ashton las saludó, y ellas hicieron lo mismo. Eran tan atractivas como ellos, y parecían conocerse anteriormente.

- Hola Michael - una de ellas le dedicó una efusiva sonrisa.

- Hola - sentí su brazo apretarse bajo mis hombros.

Estaba tenso.

- ¿Qué te pasa? - esa chica acarició el pelo a Michael, y él la apartó en un suave pero rápido movimiento.

- Nada - la voz de Michael sonaba algo rara, estaba borracho.

- ¿Quién es? - pregunté acercándome a su oreja.

- No lo sé.

- Ella parece conocerte - insistí.

- Maldita sea, no lo sé - alzó la voz más de lo que quería - lo siento.

Negué con la cabeza. Verle borracho le convertía automáticamente en alguien demasiado vulnerable. Sus ojos cambiaron totalmente, y sus arrugas frontales habían desaparecido.

- Baila conmigo - de repente me susurró en la oreja, y se levantó, tirando de mi cintura.

Le seguí sin decir nada. Estaba sonando una de mis canciones favoritas.

Con su mano en una de mis caderas, me llevó hasta el centro del local, donde la gente bailaba bajo las luces. Nadie se miró a Michael. Allí no parecía más que otro chico pasando un fin de semana.

Estaba bastante borracho, y por eso estaba agradable conmigo. Probablemente ahora, sin su estado de embriaguez, me hubiera gritado, o humillado, y yo le hubiera mandado a la mierda en cuestión de segundos.

Pero ahora era otro Michael. El Michael que muy pocas veces lograba encontrar.

Sonreía a cada movimiento. Pidió otra bebida a la camarera que cruzó aquella zona, y se la trajo en pocos segundos. Ella sí sabía quién eran.

- Estás borracho - reí al verle absorber esta última con destreza.

- No - tartamudeó levemente, encogiéndose de hombros.

Se apegó a mí, y quedé a escasos centímetros de su boca. Se rió. Quedé totalmente embobada viendo su sonrisa, y cada uno de sus perfectos dientes.

Cuando hablaba, su aliento, con ligero sabor a vodka, chocaba en mi cara. Cada olor conseguía ser particular en él.

Tiró de mi mano y me dio un giro sobre mí misma, echándose a reír después.

- No eres tan mala bailando - rodó los ojos divertido.

- Te sorprenderías de muchas cosas - eché un mechón de pelo detrás de mi oreja.

- Por desgracia, lo hago.

- ¿Por desgracia? - paré de bailar y lo miré fijamente.

- Me sorprendes sin que yo lo pida. Clary... Me odias. Muchas personas, ahora me aguantarían sólo porque soy un puñetero famoso, pero tú me odias, y deseas perderme de vista cada instante.

- Me lo pones muy fácil - reí, pero él me miraba seriamente.

- ¿Porqué estás aquí? Quiero decir, aquí, ahora, conmigo.

- No lo sé - era verdad, no lo sabía, quizá por el poder oculto que ocultaba Michael, el cual anulaba mi sentido común, y sólo pensaba en él.

- Me gusta que estés aquí.

Mi estomago dio un vuelco, un tanto nervioso. Sentía pequeños pinchazos en mi vientre. Pero sabía que todo lo que decía no era más que fruto de la cantidad de vodka que llevaba en su cuerpo. Aunque me gustó oír aquello, había asumido que no era más que el resultado de muchas copas en poco tiempo, y que realmente no pensaba en eso.

- Creo que vas a odiarme por esto - dejó caer en un suspiro.

Apartó el pelo que caía en mi mejilla, y lo puso detrás de mi oreja. Su fuerte mano, se posó en mi mejilla, y la acarició levemente, antes de acercar sus labios a los míos.

Manual de instrucciones - m.cDonde viven las historias. Descúbrelo ahora