Capítulo 14

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- He pensado que podrías venir al concierto - se encogió de hombros.

Le miré incrédula. ¿Porque quería que fuera a su concierto? Allí tenía a tanta chica como deseaba, y además, no sería un grano en el culo para él.

- No lo sé Michael, yo...

Me alargó un par de entradas de su bolsillo y torció la boca.

- Puedes ir con tu amiga - se frotó la nuca y cambió de tema -. Sigue habiendo gente en el hotel, así que vamos a salir por la puerta delantera, a hacer algunas fotos. Puedes salir por detrás mientras estemos firmando.

Asentí cogiendo las entradas que sostenía en su mano. No sabía si ir, porque no encajaba allí de ninguna de las maneras. Y creía honestamente que Michael lo que menos quería era verme mientras tocaba. Así que no entendía nada. Todo estaba resultando ser raro.

Se despidió con un ligero movimiento de manos. Sabía por donde tenía que salir, pero me quedé plantada en el pasillo viéndole desaparecer con la guitarra en la espalda. Jamás me habría imaginado estar aquí, en aquella curiosa situación.

Cuando le perdí totalmente de vista, me fui hacia el mismo recorrido a la inversa, de ayer. No tenía el móvil así que no sabía si mi hermano había notado que ni si quiera estaba en casa.

Mierda, mi hermano. Claro que lo habría notado. "Soy idiota" me mordí el labio desplazándome por el pasillo. Iba a matarme, pero no podía decirle la verdad, así que tenía que mentir nuevamente. Michael estaba acabando con toda mi integridad. 

A medida que me acercaba, sentía los gritos de una multitud, suplicando los nombres de Michael, Luke, Ashton y Calum. Eso me hacía sentir estúpida, y que no valía la pena nada, porque cuando él se fuera de la ciudad, tendría a otra chica en su habitación, aunque ella sí le seguiría el juego. De todas maneras, Michael no me deseaba.

Con las entradas en la mano, salí por la puerta trasera, asegurándome de que nadie estaba allí, y cogí el autobús hacia mi casa, con los ojos todavía adormilados, a pesar de la ducha. 

Ahora echaba de menos que Michael, a pesar de ser un pésimo conductor, me llevara a casa.

Sentía miedo por lo que iba a decir Kevin cuando llegara a casa, así que fui planeando la escusa mientras entraba por la puerta del jardín. Con cuidado abrí, y mi hermano se plantó delante del comedor, incrédulo, sosteniendo un teléfono en la mano.

- Te he llamado veinte veces Clary, ¿dónde estabas? Te has ido sin decir nada, esto no tiene ningún tipo de sentido. Jamás me habías mentido.

- ¿Mentir? - repetí con un hilo de voz, asimilando que sabía toda la verdad.

- Irte sin decir nada - gritó, y ahogué un suspiro de tranquilidad.

- Tenía que terminar un trabajo, y he ido a dormir en casa de America. Se me olvidó el móvil en casa, lo siento.

- Sólo pido que me avises cuando te vayas - entre cerró los ojos -. ¿Cómo ha ido el trabajo?

- Terminado - mentí, otra maldita vez, esbozando una sonrisa de oreja a oreja, sin dar crédito -. Lo siento.

Abracé a mi hermano y subí a la habitación en busca del móvi. Aún sostenía las entradas en la mano, y las miré unos segundos sin tener nada claro qué debía hacer.

Marqué el número de Mare y esperé a que lo cogiera. 

- ¿Estás viva? - dijo nada más descolgar.

- Sí - reí.

- Oh Dios, tienes que ver la cantidad de comentarios que hay en las redes - habló rápido, como siempre lo hacía cuando estaba nerviosa - estás por todas partes Clary, es surrealista.

- Lo sé - por algún motivo preferí no decirle nada sobre haber pasado la noche en la habitación de Michael -. Tengo dos entradas para el concierto de hoy y...

- Vamos a ir  - terminó la frase por mí -. En diez minutos estoy en tu casa. Voy a traerte un vestido nuevo. Tienes que seducir a Michael Clifford de una maldita vez.

- No Mare, no quiero seducirle, quiero que acabe su concierto aquí y se vaya - rió.

- Eso no te lo crees ni tú.

Colgó, y efectivamente en diez minutos el timbre sonó. Cuando abrí, su cuerpo se abalanzó a mí y me dedicó un efusivo abrazo entrando en el comedor.

Lucía espectacular. Un ceñido vestido negro, y su pelo rubio caía en forma de cascada por toda su espalda. Parecía ir perfecta, a conjunto con su maquillaje puesto con cura.

- Toma, este es para ti - me lanzó una prenda, que a simple vista parecía más pequeña que mi ante brazo. Alcé una ceja pero aún así me lo probé.

- Mare me cuesta respirar - puse las manos en jarra mirando en mi espejo el pequeño vestido que America había traído - no puedo ir así.

- Sí puedes, estás preciosa - canturreó.

- Me sale piel por todos lados - bajé la cremallera y me deshice de él.

Finalmente me hice con unos vaqueros, y una camiseta de tirantes de color verde oscuro. No me maquillé, pero peiné mi pelo dando algo de ondas para parecer que no estaba recién levantada.

Era incapaz de llevar algo parecido a lo que Mare llevaba, por mucho que quisiera. 

Comimos algo en casa, y finalmente después de unas horas fuimos hacia el estadio olímpico, donde tocaba la banda 5 Seconds Of Summer. 

No sabía qué pasaría, pero me apetecía ver a Michael tocar. De alguna manera, no le imaginaba en el concierto, aunque me había fijado que con las fans no parecía el mismo a cuando estaba conmigo. 

Mare tomó mi mano, llegando a la cola. Era una completa locura ver a tantas chicas allí. Algunas llevaban el nombre de Michael escrito en su cuerpo, y se me hacía algo raro. 

Sentí una mano apuntar directa hacia mí, y me giré curiosa. 

Manual de instrucciones - m.cDonde viven las historias. Descúbrelo ahora