Capítulo 30

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Había sido idiota por pensar algo que no era, y yo era la única que lo creía. Quería llorar, patalear alguna pared y salir de allí, pero mis pies quedaron totalmente pegados al suelo.

Michael sostenía a esa pequeña rubia entre sus piernas y sonreía cada vez que ella se le acercaba a su oreja. Ella parecía conocerle, y se veía tan idiota sentada allí que quise golpearla al instante. Pero no podía. Mike presionaba su cintura con una de las manos y ella bailaba con la cabeza el ritmo de alguna canción a la que no presté atención. Su corto y despeinado pelo rubio casi desteñido contrastaba con sus enormes labios rojos pintados en exceso. 

Cerré los ojos, incapaz de creer que Michael era así. Se había desprendido de mí para ir con ella, sin haberme dicho nada. Simplemente quería deshacerse para llegar al hotel y encontrar a una maldita rubia oxidada a quien poder meter a la cama con él.

Decidí seguir su estupidez. Me acerqué allí, pasando por delante de Michael. Él me miró fijamente cuando pasé por allí y escuché como me llamaba pero sabía que contestaba ahora sería para gritarle lo mucho que le odiaba.

Calum me miró sorprendido, y se acercó a mí.

- ¿Qué haces aquí Clary? - dejó el vaso en una de esas mesas.

Antes de que pudiera contestar, rodeé mis brazos en su nuca. Sonreí de la mejor manera que pude, y me acerqué tanto como fue posible. Calum se sorprendió, pero no me apartó. Probablemente por la cantidad de alcohol que llevaba ahora mismo dentro. Lo sabía por la manera en la que movía sus ojos, y se movía bajo mi cuerpo.

Sabía que Michael me estaba mirando. Estaba a pocos metros de mí, y sentía su mirada demasiado clavada en mi espalda. Me acerqué algo más a Calum.

- Estoy bien - dejé casi en un susurro para que sólo él pudiera oírme, y asintió antes de acariciar mi pelo.

- Mike vamos a mi habitación - sentí la agudísima voz de aquella chica por encima de la música, y vi a Mike levantarse.

- Ahora te sigo - le sonrió, y esa chica se fue haciendo paso de toda la gente.

 Sonreía victoriosa, como si fuera un trofeo lo que acababa de lograr, así que sin duda era una groupie. Por la complicidad entre ellos dos, sabía que se conocían anteriormente. 

Michael se apoyó en una de las sillas altas, viendo como se alejaba su querida groupie. Él había decidido engañarme para ir con ella, así que lo que yo hiciera ahora mismo no era nada malo en absoluto. 

Quería gritarle, pegarle, decirle lo mezquino que era, y qué aunque fuera alguien famoso, no tenía ningún derecho a ser tan estúpido como lo era. Quería decirle lo bien que actuaba, porque me había llegado a creer que le importaba sólo un poco. Pero era mentira. Ni si quiera quería llevarme a la cama, porque no le gustaba.

Entonces, ¿era alguna apuesta que había hecho con alguien?

Calum trazó mi cintura con sus manos, y luego rió levemente antes de pellizcarse el labio. Actuaba algo raro, pero sabía que era la enorme cantidad de copas que actuaba por él. Y yo, ni tan sólo pensaba en ese instante.

Michael no dejaba de mirarnos, y se pidió otra copa, bebiéndola toda de un trago. Sé que ahora quería sacar el culo de esa silla, y parar lo que fuera que estuvieramos haciendo Calum y yo. Lo sabía por la cantidad de veces que se revolvía el pelo y movía la pierna frenéticamente.

Y sólo quería hacerlo para estropear el momento, para reírse y no dejar que me saliera con la mía. Creía que simplemente podía participar, pero no sería así. Apartir de ahora lamentaría haberme conocido. Y después desaparecería de su vida para siempre. Y él de la mía, porque así es cómo debía seguir todo.

Mike había sido un enorme error este año, poco típico de mí, y no quería que volviera a ocurrir.

- Quieres beber algo? - de repente Calum me sacó de mis pensamientos.

Moví la cabeza, y me cogió, inclinándome a la mesa de pedidos. La camarera se acercó y Calum le susurró algo.

- Te va a gustar.

Cuando me cedió el vaso, lo bebí sin respirar, batiendo el mayor de mis récords. Jamás había bebido - conscientemente - y no sé porque lo estaba haciendo.

Sentí un leve ardor en mi garganta, pero el dulce sabor de aquello se me hizo más ameno de lo que creía. Calum pidió otra, y de nuevo lo bebí sin dejar tiempo. Mi cabeza se tambaleó, pero sentía que podía aguantar perfectamente.

De nuevo, no dirigimos donde estábamos antes, y Calum me presionó contra él. Le tenía más cerca de lo que quería.

Pude ver, a lo lejos cómo Michael miraba inquieto, y me fulminaba con la mirada, así que ese era mi turno. 

Acaricié la cara de Calum, dejando las manos en ambos lados de sus mejillas. Tenía una mandíbula perfecta. Calum era agradable, y en ningún momento fue igual de mezquino que Michael solía serlo, incluso cuando había bebido mucho.

Me acerqué a él, y sonreí tímidamente. Calum también se acercó a mí, prácticamente rozando nuestros labios. Quería besarle.

Antes de hacerlo, miré a mi alrededor, y Michael no seguía en el mismo sitio de antes. No le encontré por ninguna parte. Me sentía idiota por utilizar a Calum, pero estaba tan enfadada que no pensaba absolutamente nada.

Mi cuerpo se tambaleó pero recuperé el equilibrio y me centré de nuevo en su boca, sabiendo que Michael se había ido de allí, a buscar a aquella zorra de hotel.

Cuando unos escasos centímetros separaban mis labios, de los de Calum...

Manual de instrucciones - m.cDonde viven las historias. Descúbrelo ahora