✳️El Paraíso

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|!| La imagen que estáis viendo, pertenece a la universidad de Eton, donde Henry envía a Kinloch en 1768.

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«El hogar es donde encontramos consuelo en tiempos de adversidad

Cien años de soledad,
Gabriel García Márquez.

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✳️EL PARAÍSO✳️

~Corpus Christi 1758

Mepkin Plantation, SC


Mepkin era el paraíso que su padre había mandado construir. Cómo todos los paraísos tenía sus cosas malas. Casi que estaba acostumbrado a los jardines de Amsonborough y a veces los prefería. Pensar que el botánico del rey George III había renunciado a su puesto por trabajar para su padre era un sentimiento realmente gratificante. Todos hablaban de aquellos jardines, John siempre pensaba que lo hacían porque no habían visto Mepkin.

Regresaba de cazar con Kinloch. Iban haciendo una carrera por la finca a caballo y llevaban locos a los ayudantes de John. Iba a lomos de Brutus, su fiel corcel desde hacía un tiempo. Bravo los acompañaba siempre y también corría con ellos.

Eleanor se encontraba en el jardín y sonrió cuando los vio llegar. —Buenos días, madre— dijo John bajando del caballo.

—Si que habéis salido pronto a cazar. ¿Ha ido bien?— Preguntó la mujer.

—Excelente. Ha sido divertido, señora— contestó Kinloch. —¿Vendrán esta noche al baile?

—Por supuesto que sí— contestó John. —Estaremos todos allí.

—Habíamos pensado, si no es mucha molestia, que John se quedase en nuestro hogar esta noche— dijo Kinloch. —Supuse que ustedes y los niños querrán retirarse temprano.

—John, pregúntale a tu padre— dijo la mujer.

—Gracias, madre— dijo dándole un beso en la mejilla y le dejó las riendas de ambos caballos a George que suspiró. Esos jóvenes eran un caso.

Juntos entraron al salón y allí encontraron a Henry tomándose su café de las diez. —Buenos días, padre— dijo John sujetando el sombrero en su mano.

—Tantas formalidades, ¿qué vas a pedirme?— Preguntó Henry mirando a su hijo y John sonrió.

—Si puedo quedarme a trasnochar en casa de los Kinloch esta víspera— dijo con una sonrisa y el hombre suspiró.

—Por supuesto— Henry ya comprendía que su hijo era suficiente mayor como para impedirle vivir la juventud. A pesar de todo era un chico responsable y estudioso que no de saltaba ninguna misa y en verano solo hacía que estudiar.  —Haz el favor de no subir a las habitaciones con las botas llenas de barro— dijo el hombre. —Ensucias la moqueta y... Piensa en que color quieres tu nueva capa que esa ya te va corta— dijo y John se miró la capa que llevaba.

—Gracias, padre, le estimo— respondió y se marcharon a la recepción a quitarse las botas y dejar las capas y los sombreros. —Ven, Frank, ayúdame a escoger que me voy a poner esta noche. ¿Lo has pensado ya?

1754-1782Donde viven las historias. Descúbrelo ahora