Capítulo 8 🐲

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Aemond tras el encuentro con Visenya se dirigió a sus aposentos, necesitaba calmar todas esas emociones, era muy pronto para buscar a la persona en quien intentaría olvidarse de Visenya.
Al verla, los muros de hielo que había instalado se deshicieron, estaba preciosa, su melena había crecido mucho podía asegurar que le llegaba hasta la cintura, ahora era bastante más alta no tanto como él, su pecho también había crecido mucho, era grande y redondeado, ya no estaba viendo a una niña sino a una joven que estaba convirtiéndose en una mujer.
Pero Visenya ya no era aquella niña de 9 días del nombre, ahora tenía 15 y empezaba a ser una joven que podía levantar pasiones, estaba seguro que pasar el rato con ella sería entretenido era muy inteligente y sabía por lo que hacía que su belleza fuera mayor.
De repente su hermano Aegon irrumpió en la habitación, por como se veía el joven príncipe podía asegurar que el mayor se acababa de levantar después del estado de embriaguez en el que se encontraba anoche.

-Aegon: (Abostezó) ¿Ya llegaron?

-Aemond: Sí. - Suspiró. - Llegaron hace un par de horas.

-Aegon: (Se sentó en la cama de su hermano) ¿Cómo es Visenya ahora?

-Aemond: (Se puso serio y tenso) Si quieres saberlo tendrás que verla.

-Aegon: Oh hermano, no sabes como lo estoy deseando. - Sonrió de forma pícara.

Aemond como era habitual regañó a Aegon y le recordó por millonesima vez que estaba casado y que tenía dos hijos a los cuales atender.
Él sabía que era injusto lo que le tocó vivir a su hermana, que sin ninguna duda debía de haberse casado con otro hombre menos Aegon, pero a la vez era necesaria para la causa, que Aegon se convierta en el rey de los siete reinos, por lo tanto tenía que tener una esposa e hijos.
Después fueron a la estancia en la que solía estar Helaena pero a quien se encontraron además de a la princesa fue a la reina.
Parecía que estaban discutiendo y la princesa quería salir pero estaba siendo agarrada fuertemente por su madre.

-Aemond: ¿Qué pasa?

-Alicent: Tu hermana quiere ir a ver a la bastarda.

-Aegon: ¿Y eso qué tiene de malo? Siempre ha estado muy unida a Visenya.

-Alicent: (Abofetea a Aegon) No os quiero ver con esa bastarda.

-Helaena: Deseo estar con ella, distraerme un poco y tener algo de tiempo para mí, siempre estoy con los niños.

-Alicent: ¡SON TUS HIJOS!

-Aemond: Ve, yo me quedo con ellos.

-Helaena: ¡Gracias! -Abrazó fuerte a su hermano y salió de allí antes que la reina pudiera decir algo.

-Alicent: (Suspiró) ¿Por qué la has dejado irse con esa?

-Aemond: Dejémosla que salga.

Helaena no estaría realmente sola, Aemond le había ordenado a Ser Criston Cole que las vigilase, además él en un momento dado pudo ver a las jóvenes pasear y, como Visenya se detenía frente a Helaena para secarle una lágrima.
Se veía sincera en sus expresiones y acciones por lo que el príncipe se relajó, puede que tener todas esas advertencias de su madre y abuelo por como había sido Rhaenyra de joven.
Se estaba replanteando si esa mala visión sobre ella era realmente la verdadera y si debía conocerla de nuevo.
También podía ser que solo que se tratase de una manera para él justificarse consigo mismo y poder estar con ella.
Decidió aplazar ese pensamiento para más tarde y jugó con sus sobrinos.
Al tiempo los niños fueron llevados con su madre por orden de la reina y tanto Aegon como Aemond observaron a Visenya jugar con los pequeños.
Aegon se encontraba deslumbrado por su sobrina, siempre lo había rechazado, porque siempre había elegido a su hermano pequeño, pero el príncipe siempre deseó conquistarla y esta vez no iba a ser diferente.

El fuego del dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora