Capítulo 4 🐲

298 19 0
                                    

En la costa de Poniente donde se sitúa Desembarco del rey, se encontraba el príncipe Aemond, junto a su hermana Helaena y el hermano mayor de ambos el príncipe Aegon, que como era de forma habitual se encontraba bebiendo.
El matrimonio de los hermanos no era nada bueno, solo los habían casado pues la reina y madre de ambos, lo consideraba una buena idea, ya que creía que el verdadero sucesor al Trono de Hierro debía ser su hijo Aegon y no quien el rey había nombrado, la primogénita de este con su primera esposa, la reina Aemma Arryn, Rhaenyra.
Del matrimonio de Aegon con su hermana Helaena habían nacido dos hijos, Jaehaerys y Jaehaera cuando la princesa tenía 14 días del nombre y el príncipe 16.
Los tres hermanos acababan de enterarse que su hermana mayor junto a su marido y los hijos de estos regresaría después de 6 años.
Aegon y Helaena esbozaron una sonrisa, por motivos diferentes, mientras que Helaena deseaba ver a Visenya y sus hermanos para poder pasar tiempo con ellos después de tanto y disfrutar de la compañía de su sobrina con quien tanto deseaba charlar y pasar las tardes. Por otro lado estaba Aegon y sus pensamientos más inadecuados, pues este deseaba ver como de hermosa se había convertido su sobrina además, pensaba en como de difícil podría ser convencerla para llevarla a su cama.
Por otro lado estaba Aemond que se encontraba tenso al oír la noticia, una parte de él anhelaba a Visenya pero nunca lo admitiría pues no era de hablar de sus sentimientos, quien conseguía que dijera algo pues confiaba mucho en ella y sabía que lo mantendría en secreto, era su hermana Helaena.
También sabía que buscaría venganza contra su sobrino Lucerys Velaryon por haberle quitado un ojo.
Al tiempo el mayor de los hermanos se encontraba en un alto estado de embriaguez, por lo que permitió a la princesa preguntarle a su hermano pequeño por el tema que tan feliz le había hecho, el príncipe se encontraba mirando por la ventana pensativo, pues la futura visita de su sobrina había removido sus más profundos sentimientos. Este al notar la mirada de su hermana procedió a mirarla.

-Helaena: ¿Qué piensas de que Visenya vuelva? - Esbozó una pequeña sonrisa.

-Aemond: No solo viene ella, vienen todos. (suspiró)

-Helaena: Lo sé, pero me gustaría saber que piensas de ello.

-Aemond: (Frotó un poco su cara) No te negaré que quiero verla, pero no estaré cerca de ella.

-Helaena: Aemond, sabes que no se posicionó ¿por qué te niegas a volver a estar con ella?

-Aemond: Es lo mejor para todos. -Se aproximó a la mesa para agarrar una jarra y servirse un poco de agua.

-Helaena: Eso es lo que madre te ha dicho pero te conozco, eres mi hermano, amigo y mayor confidente y sé que deseas contentar a madre pero no es lo que realmente piensas, siempre has querido a Visenya, más que a una sobrina y necesitabas una excusa para alejarte de ella. -Suspiró con pesar.

Aemond se había quedado petrificado pues su hermana había dado en el clavo y se sintió expuesto.
Tanto su madre como su abuelo habían tenido innumerables conversaciones cuando era más pequeño, de que lo mejor para él sería que se mantuviera alejado de la primogénita de Rhaenyra, pues le insinuaban que aquella niña sería igual que su madre en un futuro.
Esto acabó en lo más ondo de Aemond pues, aunque sintiera una conexión inexplicable y un amor por Visenya demasiado grande, creía que su madre y abuelo decían era la más absoluta verdad y realmente necesitaba una razón de peso para poder alejarse de ella, aquella oportunidad llegó con el accidente en Marcaderiva.
Aunque era algo que quería Aemond no puedo evitar sentirse muy dolido y triste al dejar a su sobrina, estuvo a punto de flaquear en un par de ocasiones, la primera a la mañana siguiente de aquel hecho, llegó hasta la puerta de la princesa y estuvo a punto de tocar pero recordó lo que su abuelo le dijo la noche anterior:

-Otto Hightower: No vuelvas a verla, esa niña es igual que sus hermanos, seguro que tratará de burlarse de ti por lo que te ha pasado.

-Aemond: Ella no es como esos bastardos, no se reirá de mí.

-Otto Hightower: Aemond hazme caso, ya viste donde estaba anoche, junto a ellos y no a tu lado. Se posicionó con esos bastardos, si pensase otra cosa hubiera estado contigo.

Y eso hizo que el pequeño creyera lo que su abuelo le había dicho, cuando en realidad todo era diferente, pero puede que el príncipe nunca sepa que fue lo que realmente pasó.
Aemond volvió a su presente tras recordar momentos de un hecho que le había marcado, bebió de su copa y respondió a su hermana:

-Aemond: Sé que quieres que resuelva mis cosas con Visenya pero no va a pasar, por favor no insistas más con el tema.

-Helaena: Está bien, dejaré el tema por ahora. -Suspiró.

-Aemond: Bien, me quedo satisfecho. Iré a descansar, nos vemos mañana.

Le dio las buenas noches y se dirigió a sus aposentos, al llegar se quitó su chaqueta negra de cuero y el parche, quedándose con una camisa blanca y holgada, unos pantalones negros y sus botas. Se sentó en la silla frente a su escritorio y suspiró, estaba nervioso y tenso, ella lo tenía así, se preguntaba muchas cosas con respecto a ella, maldecia a su padre, pues era el único que quería verlos, sabía que su madre iba a estar muy pendientes de él y aunque había reecho su vida sin ella sabía que la revolucionaría con su llegada, aunque trataría de mantenerla lejos para controlarse y no caer en la perdición.

El fuego del dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora