Capítulo 42 🐲

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Visenya estaba mirando por la ventana mientras Cregan se bañaba, no paraba de pensar en su abuelo, su madre y todo lo relacionado con Desembarco del rey, había sido consciente en ese momento de lo tranquila que era su vida en Invernalia.

-Cregan: ¿En qué piensas?

-Visenya: En lo mucho que me gusta vivir en Invernalia.

Cregan rio y se acerco a ella, Visenya se giró estando cara a cara con él, que se encontraba desnudo con una toalla sobre su cintura.

-Cregan: ¿Ah sí? - Retiró un mechón.

-Visenya: Quiero a mi madre, pero no al trono a pesar de que siempre me ha dicho que es mi derecho, trae demasiadas desgracias y me preocupa.

-Cregan: Tranquila, veremos que sucede.

-Visenya: Me adelanto mientras te vistes.

-Cregan: Está bien, ten cuidado.

Se dirigió a donde se realizaban las cenas, quería que pasase rápido se podría palpar la tensión, en uno de los pasillos se encontró de nuevo a Aemond, rogaba a los dioses que dejasen de castigarla con su presencia.

-Aemond: ¿Vas a la cena?

-Visenya: Así es.

-Aemond: ¿Vamos?

Visenya asintió, sentía lástima de como era todo en la actualidad, tampoco quería que nadie malinterpretaste la situación, tenía muy claro que no volvería a hacer nada con él, su matrimonio era muy importante para ella. Al llegar estaban casi todos a excepción de Cregan y el rey, Daemon alzó la ceja en señal de pregunta a su hija la cual negó para tanqulizarle, Lucerys estaba sentado a un extremo de la mesa seguido por Rhaena, Baela, Jacaerys, Visenya, el lugar de Cregan, Aegon y Helaena por el lado izquierdo, en el otro lado estaban Daemon, Rhaenyra, el lugar del rey, Alicent y Otto Hightower, Luke tenía en frente a Aemond al otro extremo de la mesa. Poco después entró Cregan seguido por el rey, todos se pusieron de pie para volver a sentarse en sus puestos asignados, todos conversaban entre sí, cada uno con sus familiares, reían y contaban anécdotas, el rey veía el buen ambiente que había y eso le agradaba, creía que su familia estaba unida y viendo que se acercaba su momento de reunirse con su querida Aemma, sentía que podía irse en paz, pero nada más lejos de la realidad su mano junto a su hija llevaban envenenándole desde hacía un tiempo pero se ocultaba a los ojos de todos, el monarca llevaba muchos años enfermo de algo en su piel, que no sabían que era por lo que envenenarlo sería más fácil de hacer. Necesitaban hacer rey a Aegon cuanto antes, su ansia de poder les cegaba, ya habían asegurado un par de aliados como la casa Strong, Baratheon y Lannister, aunque perdieron la posibilidad de tener al norte como aliado tras la boda de Visenya, intentarían que aquello pasase con Rhaenyra y sus hijos en Desembarco del Rey para encerrarlo con el fin de asesinarlos para evitar cualquier peligro para sus planes. El rey dio un discurso en el que terminó poniéndose mal, lo guardias se lo llevaron de regreso a sus aposentos, luego Jacaerys se levantó para decir un par de palabras y después fue el turno de Helaena, en el que aconsejaba a Baela y Rhaena como podría ser su posible matrimonio, Jace al oírla sintió pena, se disculpó con su prometida para después levantarse y acercarse a su tia, ofreciéndole la mano para que bailará con él, aceptó sin pensarlo, Aemond y Aegon hicieron contacto visual, al pequeño no le gustaba lo que veía pero al mayor le daba igual. Un par de sirvientes colocaron un cerdo asado con una manzana roja en la boca en la mitad de la mesa, provocando que tanto el príncipe tuerto como Lucerys conectaran su mirada y el menor son riera, recordado la anécdota de cuando eran pequeños y ellos junto a Aegon le regalaron un cerdo al que le habían puesto un par de alas como mofa de que no tenía dragón. Tras las constantes sonrisas de Lucerys, Aemond golpeó la mesa copa en mano para dar también un discurso, Visenya que se encontraba de pie conversando con sus hermanas devolvió la atención a su tío, expectante con lo que iba a decir.

El fuego del dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora