Capitulo 35

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Sophie había pasado la noche en la prisión; por petición de lady Danbury habían sacado de su celda a dos ladrones, para reubicarlos dos celdas más allá, cerca a la única ventana que había en todo el salon, al principio Sophie quería que fuera al revés estar en la celda al lado de la ventana por qué el hedor era inaguantable, pero al llegar la noche, el frío se apoderó de su cuerpo, haciéndola tiritar.

Al inicio los ladrones no paraban de decirle cosas terribles pero con el clima de la madrugada finalmente hicieron silencio, ella no estaba segura si era que se habían dormido o que habían muerto, tampoco les iba a preguntar.

No había podido dormir, porque cada vez que su cuerpo se relajaba, algún ruido la sobresaltaba, a veces era una rata, el sonido de llaves, los compañeros de fortuna, o los gritos que venían del corredor, en ocasiones podría jurar que escuchaba la voz de Benedict, pero estaba segura que era su imaginación.

Finalmente su pasado la habia alcanzado, Araminta había esperado con ansias este desenlace y ella no había podido hacer nada. Ni siquiera Lady Danbury siendo parte de la corte pudo hacer algo. No se sentía totalmente desesperanzada, pero no podía quitarse una extraña preocupación en su pecho.

Un oficial traía una bandeja donde había dos platos con avena y un pan, se acerco a la jaula de los ladrones.

- El desayuno - dijo el guardia -ninguno respondió - Oigan! - silencio- no van a desayunar?

El guardia puso la bandeja en el piso, agarró un palo que estaba en la pared y empezó a picar a los dos hombres que estaban abrazados, seguían sin moverse, Sophie se tapó la boca con su mano sin poder evitar sentirse sorprendida por lo que estaba viendo; ella también la había pasado mal con el frío, pero estaba más cerca del calor que emanaba el pasillo, los pobres hombres no habían tenido oportunidad.

- parece ser que ya no la van a molestar señorita, tome.

Le dio uno de los platos en las manos, la avena estaba helada, pero ella llevaba tantas horas sin probar bocado que comería lo que fuera, al terminar el guardia la volvió a dejar sola.

Los cuerpos de los hombres seguian ahí, ya habían pasado un par de horas; le era imposible no mirarlos, primero intento verificar si respiraban, pero el pecho no se movía, cuando llegaron unas ratas a mordisquear las orejas, fue el momento en que ella no pudo más, la fuerza se le escapó de las manos y empezó a llorar.

- Sophie?

Ella abrió los ojos, secándose las lágrimas con sus manos, se levantó y camino a la puerta de su celda.

- Benedict?

El segundo Bridgerton apareció en el pasillo del salón, en el momento que la vio corrió hacia ella.

- Oh mi Sophie, mi Sophie, que has tenido que aguantar - paso una mano por los espacios de las celdas para acariciarle el rostro.

Ella lo miraba apretando los labios con fuerza.

- lo lamento, soy un lastre para tí.

-Por qué te disculpas, tu eres la menos culpable de toda esta situación, tienes hambre?

Ella asintió. Benedict saco de debajo de su saco un termo y unos panecillos, estaban calientes y deliciosos.

Sophie sintió el cielo comiendo.

- la odiosa de Araminta sabía lo que estaba haciendo - empezó a hablar Benedict - había ido unos días antes con la reina para contarle "lo mucho" que ella había hecho por ti, convenciendola de que ella era la buena de la historia, así que la reina pidió que sea la misma Araminta la que vaya a la corte para que te dejen salir. No escucha razones.

La Noche que Cambio Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora