·Capitulo 18: Venganza

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Mariana Mendoza

Acostada en mi cama sin saber que hacer, la incertidumbre me mataba.

Mi novio estaba enamorado de otra.

Oí claramente cuando le decía que yo pasaba a segundo plano.

Iba al baño de damas y tenía que cruzar un pequeño pasillo, cuando voy para allá escucho una voz proveniente de adentro, familiar.

–Solo... me asustaste, ¿necesitas algo? Que ya voy a salir –era Abril con mi novio, supuse que necesitaba ayuda con algo, pero él la agarró del brazo y la llevó más adentro de ese espacio, poniéndola contra la pared.

–¿Qué haces? —pregunto intrigada— nos van a ver Juan Pablo.

—En este punto no me importa —¿no le importó que yo fuera su novia?—.

—Tú y yo habíamos quedado en algo, Villamil —.

Lo siguiente que observé, fue a ellos dos besándose, Juan Pablo con la iniciativa.

Creyeron que nadie los había visto y yo estaba en primera fila viendo como mi novio me engañaba.

Pasaron segundos y él se alejó sonriendo con ironía.

—Moria por hacerlo —susurró—.

—Pero lo que haces está mal, Villamil, tienes ahora si, novia, y sigues buscándome —¿entonces Juan Pablo mientras me besaba, le suplicaba a otra no alejarse?—.

—¿No te gustó? —preguntó desanimado, fue la gota que rebasó el vaso—.

Mi cabeza rebobinaba esa imagen una y otra vez de ellos besándose, me desgarraba por dentro y ardía mi corazón roto de rabia.

¿Qué hice mal? ¿Por qué no me dijo nada? ¿No era más fácil confesar la verdad?

Tenía mil preguntas sin respuesta.

Con la poca fuerza que tenía, llamé a Azucena.

—¿Aló? —preguntaron del otro lado— ¿está ahí, Mari? —.

—Juan Pablo es un imbécil —dije sollozando tapandome los ojos—.

—¿Qué pasó? —.

—Lo ví ayer besándose con Abril —.

—YO LE DIJE —.

—Ni me diga, pero ahora no sé que hacer —.

—¿Cómo que qué? —preguntó con ironía— véngate —.

Esa palabra hizo eco en mi cabeza, mi rostro cambió a otro rápidamente, a uno lleno de rabia e impotencia.

Sentía como el dolor corría por mis venas, pero el enojo era más grande, una mezcla de esos dos, parecía un volcán a punto de erupción, la molestia fue más grande que el amor que le pude tener a Villamil en algún momento.

Y ella también pagaría caro.

—Nunca pensé que me podría hacer esto, pero le voy a pagar con la misma moneda —este plan comenzaba— y usted me va a ayudar —.

(...)

Abril Isaza

Después de que me acompañarán a mi cuarto, me quedé dormida.

Parpadee y veo que en mi pequeño sofá se encontraba Villa, dormido.

—¿Juan Pablo? —lo llamé— ¿qué hace acá? —.

Eres Tú ~ Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora