·Capitulo 28: ¿Por qué lo hiciste, mi pequeña?

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Abril Isaza

Ha pasado un día desde que Villa está en el hospital.

Nos daban noticias esperanzadoras.

Había un tratamiento algo costoso y duradero, que prometía curarle el 90% del problema de corazón.

Pero, tenía que haber alguien para cuidarlo de tiempo completo en la escuela, hablé con sus papás y me dispuse a cuidarlo. Aceptaron sin duda.

Iba al tercer piso, se encontraba en el cuarto de cuidados intermedios, si mejoraba más lo pasaban a un cuarto normal.

Abrí la puerta lentamente, me fijé y lo ví dormido, entré y cerré.

Me senté en una silla a su costado, se rostro mostraba tanta paz que me era imposible no dejar de verlo, me quedé en silencio contemplándolo.

Unos instantes después, de la nada, empezó a despejar sus ojos verdes, debajo de sus oscuras ojeras.

Me acerqué más y él posó su mirada en mí.

—Hola, bello durmiente —susurré— tremendo susto nos metiste, Villa —.

Observaba sus facciones con detenimiento, sus pálidos labios, sus ojos verdes, sus ojeras marcadas y su cable que tiene en la nariz para respirar.

—¿Qué pasó...? —dijo en un murmuro inaudible—.

—Tuviste un... mejor que te diga el doctor, lo voy a ver —.

Me dí la vuelta pero él, con una fuerza mínima, me sostuvo el brazo y me atrajo otra vez.

—Gracias por estar aqui, sentía que me iba y no podía despedirme... —habló conectando su mirada con la mía—.

—Pero acá estás —sonreí— y vas a estar bien —.

Besé su coronilla y por último baje mis labios hacia la comisura de los suyos, colocando un beso. Por último, lo abracé.

Tres semanas después

(...)

Pasaban el correr de los días, y yo estaba peor.

Sin darme cuenta, por cuidar a Villa, descuidé lo demás; mis estudios.

Mis calificaciones estaban bajando, y no me podía concentrar en tantas cosas a la vez.

Y no malinterpreten, Villa no tiene tiene la culpa de eso, fui yo quien no se sabe organizar, y ese error me consumía la estabilidad que tenía en mi vida.

Esa estabilidad también incluía a Juan Pablo, cada vez estábamos más distantes, que, a pesar de cuidarlo, sólo hacía eso, y la rutina se volvía repetitiva.

Necesitaba salir de esto y rápido.

—Puta madre, otro cinco —ví mi nota y maldije en voz baja—.

—No te preocupes amiga —me alentaba Julia— es una mala racha, pronto volverás a tu rutina normal —.

—Me preocupa Villa, lo que tenemos ya no es lo mismo, me convertí en su enfermera —.

—¿Cómo asi? —preguntó incrédula— ay no, no me diga eso —.

—No sé, no le hemos dicho a nadie todavía, solo lo sabes tú y Pau —suspire— me da miedo que se aburra de mí —.

—A ver, la quiere, no diga eso —me atrajo hacia ella para darme un abrazo por los hombros—.

En este momento, su consuelo no servía mucho para la culpa que sentía.

Eres Tú ~ Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora