2. Capítulo 4: Primer y último día

79 8 5
                                    

Primer y último día de clases.

Ni yo me entendí.

Quiero decir, es el primer día de clases del año, aunque el último primer día de clases del colegio.

Creo que ya me di a entender.

Vi llegar a mi amigo, le palmeé el asiento de al lado.

—¿Cómo va? —preguntó feliz, ni sabía el porqué—.

—Estamos bien, demasiado bien —.

De lejos vi a Isabella, conversando con sus amigas.

—¿Le va a decir? —dijo Isaza siguiendo mi mirada—.

—No puedo esperar a hacerlo —dejé salir un suspiro, casi inconsciente—.

Pasaron bastantes cosas en dos meses.

Por así decirlo, superé la tusa, aunque no la he superado a ella, ya pienso un poco más en mí.

Empecé a salir con Isa y asi... Pues... Me empezó a atraer.

Su color de ojos era un misterio hasta ayer, son azules como el mar.

¿Podía ahogarme en ellos?

Me dirán cursi o bipolar, pero simplemente había encontrado una anestesia o a un nuevo amor.

Probablemente los dos.

Conversé con mi amigo como todos los días (casi). Siempre había estado ahí a pesar de todo, incluso cuando se está repitiendo la historia.

Me volvió a dar consejos para pedirle a Isabella que sea mi novia.

Si, ya sé. No me maten.

Sabía que no era bueno llenar vacíos con personas que no merecen ser una curita desechable al corazón. Pero, de verdad sentía que mi corazón regresaba a latir después de hace dos años.

No de igual manera, pero volvió a palpitar.

Empezó la primera hora de clase, aburrida como siempre. No habían alumnos nuevos.

La vez que conocí a Isa y le dije que se me había hecho familiar, era porque estaba en mi grado, solo que de otra sección.

Aún así, no me arrepiento de haberla conocido de esa manera.

(...)

Noté algo muy curioso y... raro.

Paulina, la mejor amiga de... Uhm, Isaza, no había asistido hoy.

Era raro, sí. A pesar de no hablarnos seguido, cruzabamos palabras a veces y nunca, pero nunca, faltaba un día de estos.

Lo dejé pasar.

Mientras pensaba eso fugazmente, caminaba tras Isabella.

—¡Isa! —la llamé, ella volteó a verme con una sonrisa—.

—Juan, ya te iba a buscar, ¿cómo vas? —se dirigió a abrazarme, hasta donde su altura se lo permitió—.

—Bien, ¿y tú amor? —.

Ella quedó en un silencio pasmado. Se me había pasado ese apodo.

Que bien disimulas, Juan Pablo.

—Ujum —se aclaró la garganta y se separó un poco de mí, sentí morir cuando miraba sus ojos brillar— bien cuando estás tú, rolo hermoso —volvió a abrazarme por la cintura—.

Me dio mucha ternura.

—Me halaga —reí suavemente— ¿tiene algo para hacer hoy? —la alejé para acariciar una de sus mejillas—.

Eres Tú ~ Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora