·Capitulo 21: "Creo que nunca te terminé de conocer".

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(...)

Ya habían pasado dos días y él seguía con esa actitud hacía mi.

Extrañaba todo de él, estaba viviendo un duelo de aprender a vivir sin su presencia cerca mío.

También, he seguido hablando con Mariana, a veces hablamos de temas del colegio, familiares o cosas al azar, parecía un ángel, me sentía mal por todo lo que pasé con Juan Pablo, pero al menos eso ya no iba a suceder.

—Hey, ¿a dónde iba? —preguntó Julia alcanzándome—.

—Al salón de música —dije con simpleza—.

—Pero si hoy no nos toca —.

—Lo sé, me hice una excusa para faltar una clase y pasarla allí —.

—Te voy a extrañar a la última clase —me palmeó el hombro— nos vemos en la salida —se despidió y se fue alejando con mis demás compañeros—.
Necesitaba estar sola, sentia que con todo lo que pasó no era yo, quería conectar conmigo misma y que mejor manera que a través de la música.

Subí las escaleras y entré.

Mierda, hoy es jueves

Se encontraba él, tan perfecto como siempre, con su cabello negro alborotado pero raramente peinado, con un jersey de rombos azules que resaltaba su piel blanca, sus ojos verdes concentrados en una guitarra, sentado.

Cada vez dolía más, al mismo tiempo estar tan cerca, pero el abismo ya era demasiado lejos, y era muy tarde para salvarnos.

Juan Pablo Villamil

Me encontraba viendo atentamente la guitarra, pensando si ese instrumento sería un buen desahogo para mí, ya nada me llenaba, la quería a ella, pero al mismo tiempo me daba repulsión el estar cerca, solo pensar de que era una hipócrita conmigo, me volvía completamente loco.

—¿Qué sabrás tú, guitarra? De todo lo que me pasa, lo puedo resumir en unas simples frases, pero se me quedarían impotentes al contarlo —.

La palabra loco me caía bien, ya empezaba a hablar con un objeto sin vida, como yo.

Recordé la canción que le escribí y el hormigueo subió a mi garganta, solo recordar todo lo bueno, era contraproducente y se sentía como mil puñales en el pecho.

Experimenté la sensación de estar con alguien a mi alrededor, por favor, ahora no.

Giré lentamente la cabeza para cruzar mirada con la de ella, recostada en la puerta.

—¿Desde cuándo está aqui? —pregunté serio—.

—No hace mucho —respondió— venía a tocar—.

—No se preocupe, ya me voy —quite la guitarra de mi regazo y busqué su estuche para guardarla, no podía verla, se me hacían presentes las palabras de Mariana al contarme las conversaciones con ella—.

De repente, sentí una mano en mi brazo, haciendo que detenga mi accionar, voltee a verla confundido, su rostro mostraba confusión, dolor y enojo, tragué saliva nervioso.

—¿Me va a decir por qué se comporta así? —susurró mientras sus ojos se ponían rojos—.

—¿Así, como? ¿No queria que nos alejemos? Lo estoy cumpliendo —.

—A usted le pasa algo, usted no es así, dígame la verdad —murmuró con un hilo de voz, me dolía verla en ese estado—.

—Mejor dígame usted, diga lo que verdaderamente piensa de mí —le dije irónico—.

Eres Tú ~ Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora