·Capitulo 27: Llamada de emergencia

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Juan Pablo Villamil


Abril Isaza

Sería mejor esperar un poco, no crees?

La verdad, si. Todo sería muy rápido

Tienes razón, me voy, me duele horrible
la garganta y la cabeza.

Seguro estás bien?

Sí, mañana se me pasará.

Bueno, descansa y buenas
noches.

Igual, mi pequeña.

Dejé el teléfono y me arrope con las sábanas, el frío no se me iba, me sentía caliente.
El dolor había empeorado, desde que se fue Abril no hice nada, solo volver a la cama.

¿La cama me había hecho un amarre?

No lo creo, los dolores eran insoportables, incluyendo el del pecho, me empezaba a asustar, esto no era una gripe común.

Intenté dormir, pero no pude, o sea sí, pero no del todo, podía sentir cada partícula de mi cuerpo temblar por el frío de la fiebre.

Más tarde, concilie un poco más el sueño, pero un poco de calma no duró por mucho tiempo...

(...)

—¡Mamá! —grité todo lo que pude, mi voz casi ni se oía—.

Todo empeoró, el dolor del pecho se volvió principal, una presión en el centro de torso que no me dejaba respirar, me faltaba el aire y por momentos sentía que me iba a desmayar.

—¡Mamá! —dije con un grito ahogado—.

Me intenté levantar de la cama, fue en vano. Todo me dió vueltas, veía negro, como pude me senté, guardé la calma un poco y avancé hacia la puerta.

Mi mano en el corazón me daba susto, miedo, jamás había experimentado algo así, es una de las peores situaciones que he vivido.

Llegué a la puerta del cuarto de mis papás. No podía resistir más.

—Mamá... —.

—¡¿Hijo, que tienes?! —preguntó muerta del susto— háblame por favor, ¡Mauricio! —.

Mi papá se levantó de golpe por el teléfono fijo, simplemente sentía cómo me llevaban.

—Ma... ayúdame... —fue lo último que dije para después desvanecerme en el suelo, lo último que escuché antes de cerrar los ojos, fue suplicas y gritos de auxilio...

Juan Pablo Isaza

—Perdón, solo recuerda que te quiero mucho y que siempre te acompañaré... —.

Desperté asustado, tenía un mal presentimiento, ¿mis papás? ¿mis hermanas? ¿Villa?

Quería no darle tanta importancia, pero el corazón lo tenía acelerado, decidí bajar a tomar agua.

Fui a la cocina, agarré la jarra de agua y me serví, regule mi respiración y volví a mi pieza.

De la nada, en la habitación de al lado escuché murmullos, era el cuarto de mis papás.

Eres Tú ~ Juan Pablo VillamilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora