¿Existe La Felicidad? ~ La Casa Del Dragón

Capítulo 43

— ¿Están mejor ahora? — Rhaenys había preguntado, le contaron lo que pasó con sus hermanos.
— Sí... bueno, al menos están dormidos. Por lo general, se cansan mucho después de llorar o entrar en pánico — Dijo mirando hacia abajo — Odio irme cuando están así
— Parece que siempre tendrán problemas si te vas, sin importar cuándo — dijo la mujer y Rhaenyra supo que tenía razón.
— Lo sé... simplemente me siento terrible — Dijo sonriendo levemente y mirando hacia arriba.
— Estás haciendo un gran trabajo, Rhaenyra — Rhaenys dijo y tomó su mano.

Hubo un momento de silencio y ella no pudo evitar sentirse culpable. Se lo había mencionado a Daemon pero nunca a Rhaenys.

— Me siento muy culpable por no darme cuenta de lo que les estaba pasando. No entiendo cómo mi padre nunca me hizo daño pero a ellos les hizo tanto daño

Rhaenys la miró de otra manera y Rhaenyra supo que la mujer quería decirle algo.

— ¿Qué? — Preguntó tratando de parpadear para secar las lágrimas que no sabía que se habían formado.
— Él te lastimó, pero eras demasiado joven para recordarlo
— ... ¿ qué? — Ella permaneció muy quieta y en shock, ella no sabía nada de eso — ¿De qué estás hablando?
— Por supuesto, nada parecido a lo que les pasó a Aegon y Aemond... pero Viserys nunca tuvo mucha paciencia con los niños. Entonces, cuando empezaste a caminar y a hablar, y eras una niña inquieta, él se puso violento contigo

Rhaenyra permaneció congelada en su lugar, con la boca ligeramente abierta.

— ¿Qué hizo él?
— Simplemente no tenía paciencia en absoluto, así que te sacudía o te gritaba. Una vez te agarró con demasiada brusquedad, incluso te abofeteó. Lo sé por tu madre, ella me lo contó... Sucedió sólo unas pocas veces, tu madre lo detuvo".
— ¿Mi madre? — Dijo sintiendo que se le cerraba el pecho, extrañaba mucho a su difunta madre.
— Sí, querida — Rhaenys le apretó la mano — Tu madre era tan fuerte que inmediatamente se puso firme y creo que lo amenazó. No recuerdo exactamente cómo, pero sé que después de eso nunca más te lastimó

Rhaenyra sintió un poco de náuseas. El hecho de que la única razón por la que su padre no la lastimó fuera por la protección de su madre, hizo que su mundo girara. ¿Y si su madre hubiera muerto antes? ¿Habría terminado como sus hermanos? Ese conocimiento la preocupaba, su madre nunca se lo contó. De repente se sintió enojado porque toda su vida había pensado en su padre con tanto respeto, cuando en realidad él siempre había sido un hombre que lastimaba a los niños pequeños. Siempre había sido una persona violenta, simplemente era demasiado bueno escondiéndose y pretendiendo ser algo que no era.

Podía sentir el sabor de la bilis en la boca al pensar una vez más en lo diferente que habría sido la vida de sus hermanos pequeños si Alicent no hubiera muerto. De alguna manera esas dos mujeres fuertes habían protegido a sus hijos contra el abuso de su padre. Por un momento sintió miedo al pensar en cómo lo hicieron exactamente. Se sintió sudar sólo de pensar en que su padre los lastimaba y que nadie lo sabía. La idea de que Viserys abusara de su madre o de Alicent, soportándolo en silencio, le puso la piel de gallina y la dejó profundamente perturbada.

Viajaron a Desembarco del Rey y cuando llegaron, ella nunca se sintió tan aterrorizada en toda su vida. Tendría que enfrentarse a su padre después de enterarse de todo lo que hizo, después de ver sus verdaderos colores, después de saber todo lo que hizo pasar a sus hermanos. Ese momento iba a ser crucial en su vida, un antes y un después.

Esperaron a que Viserys se acercara y Rhaenyra sintió que tenía más náuseas a cada segundo, eso fue todo. Estaba sucediendo.

— Querida mía — dijo su padre al verla y ella lo miró por primera vez en mucho tiempo.

Tenía mal aspecto, su cabello se estaba adelgazando notablemente, su postura era más encorvada, su piel empeoraba.

Se obligó a sonreír, estaban frente a todos los trabajadores y guardias.

— Padre — dijo y su padre la besó en la mejilla.

No pudo reprimir su escalofrío, pero no creía que su padre lo notara.

Viserys luego tomó su mano y por primera vez en su vida sintió absolutamente repulsión por su toque. Esas manos fueron las que golpearon a sus hermanitos durante años. Al mirarlo, pensó que parecía inestable. Tenía sentido que su respuesta ante la fuga de sus hermanos hubiera sido simplemente aterrorizar a sus trabajadores y quemar vivos a los animales.

— Qué linda visita, mi hermano, mi prima, mi única hija — dijo luego de saludar a Daemon y Rhaenys. Sintió una profunda ira burbujear dentro de su pecho y su sonrisa se desvaneció levemente.
— No soy tu única hija — No pudo contenerse.

El aire de repente se volvió pesado, la sonrisa de todos se volvió más rígida. La sonrisa de su padre se convirtió en una sonrisa de disgusto, como si el hecho de pensar en sus otros hijos lo enfermara. Sintió que la vergüenza le golpeaba el rostro y le llenaba los pulmones, esa frase la usaba para darle alegría y orgullo. Solía ​​sentirse bien cuando su padre la miraba así, le encantaba cómo hablaba de ella. Ahora bien, esa frase le parecía absolutamente incorrecta en todos los sentidos posibles y le avergonzaba. No podía creer que años atrás hubiera aceptado el despido de sus propios hermanos por parte de su padre.

— ¿Tenemos una conversación privada? — Daemon dijo mirando entre los dos.
— Claro, pueden ir a sus habitaciones para descansar de su viaje. Estoy seguro de que estás cansado. Te veré en una hora
— No estamos cansados, creo que esto es urgente, padre. Entonces, ¿podemos hablar adentro lo antes posible? — Dijo y su padre se detuvo por un momento mirándola. Luego asintió y los invitó a entrar.

Al entrar al edificio, sintió que su corazón latía con fuerza contra su pecho. Sintió la mano de Daemon sobre ella y trató de concentrarse en su toque, respirando profundamente tratando de calmarse.

— Están contigo. Te han estado molestando — Dijo su padre de repente, con disgusto en su rostro.
— Están conmigo sí, y no me han molestado para nada

Su padre la miró como si intentara descifrarla, parecía confundido y la miraba entrecerrando los ojos.

— Sé que no te gustan, estoy seguro de que estás harta de los mocosos. Me sorprendió que no los devolvieras — Dijo casi riendo.

Sintió tanta rabia dentro de ella que nunca antes había sentido algo así.

— Esos chicos te han molestado cuando no era necesario, los aceptaré. ¿Está Ser Criston ahí? Lo haré ahorcar por traición — continuó su padre.