"Todo empezó en Irchar, una nación isleña que se situaba al oeste del continente de Oriennón, en el Archipiélago Ircheno, o así era como se le conocía, antes de que empezara la Guerra por el Archipiélago, o la Rebelión de Karzak ―como también era conocido―, un conflicto que inició en la era de Nuestro Señor Oriennón, el día 13 de junio del año 2961, algo más de diecisiete años antes de que yo naciera, iniciado por el nuevo rey karzaquistano, Yürik, quien derrocó al gobernador de la isla de Karzak, asumió el poder, y, con ese acto, declaró la guerra al resto de Irchar para asumir el poder de todo el archipiélago. Con él se unieron Inglak y Persak, en el caso de la isla de Erdar, al igual que las otras dos, sufrió un golpe de Estado, pero sólo tuvo éxito en los alrededores de la ciudad, y en los poblados que se encontraban alejados de la ciudad, donde había más karzaquistanos, por lo que terminó dividida en dos territorios, el del oeste para los irchenos, y el del este para los karzaquistanos.
En cuanto Irchar se enteró de lo que ocurría, advirtió a los gobernantes de sus dos islas restantes, Yandar y Gunthar, formó una alianza con la isla de Frecla, e intentó pedir ayuda al Imperio de Vanor, pero el apoyo de este último ya se lo cedió al ejército rebelde, y, por ello, Irchar luchó sola con lo que tenía, junto con el escaso apoyo que podía ofrecer Frecla, con el fin de poder socorrer a Erdar. La única isla que no apoyó a ninguno de los dos bandos, y que no estaba sometida bajo la influencia de Irchar, era la isla de Malvina, una en la que habitaba una bruja que se le conocía con el mismo nombre, y que no resultaba ser del agrado de ningún pueblo isleño.
Cuando estalló la primera batalla, en 15 julio de 2961, el Ejército Ircheno, dirigido por mi abuelo, Asgar Romsen, sufrió una aplastante derrota, y eso fue el inicio del fin para la alianza Ircheno-frecla, ya que el presupuesto que se gastó en aquella batalla, fue una enorme cantidad de oro, y para recuperar tales pérdidas, se tomó la peor decisión. Las minas de oro de las tribus de Frecla cayeron bajo el control ircheno, esto enfureció al patriarca de las tribus, quien decidió retomar las minas de oro, y romper su alianza con Irchar. Al principio el patriarca quería atacar Irchar, pero, dado a que carecía de ejército profesional y no disponía de ninguna fuerza naval, decidió mantenerse al margen del conflicto, y su ejército permaneció en su isla, siendo así hasta ciertos momentos cruciales de la Guerra.
No obstante, el dinero perdido de Irchar se recuperó con el triple de cantidad, pero al perder la alianza con Frecla, no pudieron mantener a raya a los karzaquistanos, y perdieron la provincia de Erdar a finales 2961, y Gunthar en 2962. Años después, en 2967, en la defensa de Yandar, no les quedó posición alguna en la última fortaleza que quedaba en la isla, siendo esta la propia ciudad.
Con dos de sus tres muros tomados por el enemigo, los irchenos lo daban todo por perdido. Se creía que esa era la voluntad del Gran Oriennón, que el pueblo de Irchar merecía la extinción, desaparecer de un cruel mundo que creía que lo mejor era erradicar de esta existencia a aquella civilización isleña. Un pueblo pequeño, que fue sentenciado por otros, solo por un odio que era injustificado.
Parecía que los irchenos no tenían de otra que aceptar aquel injusto destino impuesto por sus enemigos... hasta que, tras un agresivo ataque de artillería, mi abuelo caería presa de esta, con la edad de cincuenta años, en el 26 de julio de ese mismo año, una fecha trágica, que es recordada como un momento de esperanza. Pues tras aquel acontecimiento, mi padre, Aklar Romsen, con tan sólo dieciséis años, tomó las riendas del ejército, y con todo lo que quedaba de este.
El Ejercito Ircheno cargó contra el enemigo, bajo la motivación de luchar hasta el final, no por desesperación, sino como una forma de responder a aquella sentencia. Lo hacía, con el fin de demostrar que, a pesar de las derrotas, Irchar aún no había sido derrotada, puesto que aún peleaba por lo que ni las naciones más poderosas podían dictaminar, por el derecho de vivir, por formar parte de este mundo, por sobrevivir. Aquel momento de esperanza que brindó el joven General de Irchar a su pueblo, fue la que impulsó a todos para vencer a un enorme ejército que se emborrachó de Gloria antes de tiempo. Y empleando una hábil estrategia, Irchar se pudo alzar por fin con una gran victoria.
Dos años después, tras varias batallas, el ejército de Irchar, dirigido por el General Aklar, logró reconquistar Yandar, logrando así expulsar al Ejército Karzaquistano, quien durante ese tiempo se mostró persistente en mantener cada palmo de terreno, objetivo que no lograba cumplir ni con la ayuda del ejército de Vanor ―el cual se mostraba cada vez menos interesado en el conflicto, y ponía los ojos en el norte del Continente, donde se mostraba acechante un poderoso ejército que amenazaba a las tierras del sur, el Imperio Unrack―.
Unos días después, concedió a su hermano, Atlar Romsen, el honor de ser el General de Yandar, tras haber desempeñado una gran labor en la campaña, robándole tal privilegio a un viejo rival de la infancia, el que era conocido como Afnar Kerman, un general originario de allí, y a quien le otorgó un cargo importante como uno de los tres duques de Yandar, con la intención de no mostrar rencor alguno por su antigua enemistad.
Después de otros dos años, las victorias y la fama del ejército isleño no pasaron desapercibidas para otros reinos, entre ellos el Imperio Unrack, cuyo emperador mostró interés en formar una alianza con aquella formidable unidad militar, destinando para ellos recursos económicos y armamento que los irchenos aprovecharon para reconquistar Gunthar.
Tras aquello, los karzaquistanos comenzaron a dar indicios de pérdida de poder, ya que el Imperio Vanorense iba disminuyendo su apoyo a la causa rebelde, por el acoplamiento del Imperio Unrack al conflicto, por tanto, Karzak se alió con Frecla, pero esa alianza, aunque duró desde el undécimo año de guerra hasta el año decimotercero, no fue rival para las fuerzas irchenas, apoyadas por el armamento que les proporcionaban los unracks, fuerzas que iban en aumento día tras día.
Cuando mi padre tuvo los veinticuatro años, tomó la mitad de Erdar durante el decimotercer año de conflicto ―motivo por el que la alianza de Karzak y Frecla se disolvería dos meses después―, volviendo a tener las fronteras que se tenían en el primer día de guerra.
En esa fecha, contrajo matrimonio con quien sería mi futura madre, Leaniar Gaber; con ella, tendría a mi hermana mayor, Astrar Romsen, en el sexto día de enero del año 2977. Dos años después, tras acabar una de las batallas que pondría fin a aquella larga guerra, nacería yo, Adlar Romsen".
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Las Guerras de Oriennón (Volumen 1)
Viễn tưởngEn un mundo devastado por incesantes guerras, un joven guerrero emprende un arduo camino repleto de desafíos y batallas. Sin saberlo, está a punto de iniciar una historia de la que no podrá escapar. No está permitido hacer una publicación de mi hist...