Capítulo 21 - Hay que impedirlo (Parte 1)

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HISTORIA ― 9 de noviembre de 2991

―¿Qué sucede?― preguntó Astrar a sus amigas.

―Adlar ha reunido a los chicos para darle una paliza a Elenrir― avisó Miriar después de recuperar el aliento.

―¿¡Qué!?― se sorprendió Astrar ―¿No será un error? Yo pedí a Etgar que convenciera a Adlar de expulsarlo del grupo.

―No, no es ningún error― contestó Yudiliar.

―Estuvimos en la panadería de la familia de Ayar, para hacerle una visita a nuestro amigo― explicó Miriar de la forma más resumida posible ―. Le preguntamos sorprendidas por qué no había venido ninguno de los chicos a visitarle, y nos dijo que vinieron Adlar y Etgar para reclutar a Llegrar y a Umrir, pidiéndoles que llevaran consigo sus espadas para apalear a Elenrir.

―¿Por qué quieren eso?― preguntó Yudiliar, mientras pensaba en realizar otra pregunta ―Es más, ¿por qué quieres que expulsen a Elenrir?

Astrar solo se quedó en silencio, palmándose la cabeza mientras maldecía la necedad de su hermano.

―Os lo cuento por el camino, hay que avisar a Elenrir― dijo Astrar mientras se preparaba para tomar carrerilla y correr tan rápido como se lo permitía la larga falda.

En un barrio al oeste de la ciudad, existía una serie de viviendas en las que se alojaba extranjeros venidos del Continente de Oriennón, quienes llevaron a cabo el servicio militar como Fuerza Auxiliar y contaban con una familia. Entre esas familias, residía la de Elenrir, junto con sus padres, Elrios, su padre, un antiguo caballero elfo de la nación de Erbanion, y su madre, Nildari, una sencilla elfa de Lauren, y que carecía de títulos nobles.

Elrios llegó a la isla hace unas décadas, por el año 2959 ―cerca de dos años antes de que empezara la Guerra por el Archipiélago―, cuyo pasado se desconocía por muchos, pero se podía decir que era alguien que se vio interesado en la doctrina militar que tenía Irchar, y quiso que su hijo se educara con ella. No se conocían los motivos que hicieron que un caballero elfo llegara desde tan lejos hasta una isla que se encontraba en el extremo contrario de las tierras de los hombres, para convertirse en un ciudadano más carente de privilegios. Pero se sabía que cumplió con su servicio militar de diez años como miembro de la Fuerza Auxiliar, luchando en la Primera Guerra por el Archipiélago.

A partir de ahí, tenía el derecho de todo ciudadano ircheno, y podía casarse con una mujer del archipiélago de Irchar; pero no fue hasta cinco años después que conoció a Nildari, por el año 2975, con quien tuvo a Elenrir en el noviembre del año 2976.

Astrar y sus amigas fueron corriendo hasta el barrio donde se suponía que residía la familia de Elenrir, esperando encontrarse con él antes que los chicos. Al adentrarse, preguntaron a unos guardias por la dirección de la familia Vainlor, pues no conocían el lugar exacto en el que vivían, y era algo que los hermanos elfos no llegaron a mencionarles, por lo menos a ellas, en ningún momento.

Al toparse con una casa que tenía un pequeño patio con un camino empedrado, cercado por una valla de madera blanca, con un buzón de madera en el que ponía el apellido Vainlor, supieron que llegaron al lugar.

Al abrirse paso por el patio, y adentrarse en la propiedad, golpearon desesperadamente la puerta de madera con la aldaba, esperando que Elenrir fuese quien abriese la puerta. Sin embargo, la figura de una esbelta elfa de llamativos ojos azules, llevando su rubia cabellera recogida en una coleta, con dos largos mechones cubriendo los lados de su cabeza, mostrando en su rostro suaves facciones. Se trataba de Nildari Vainlor, la madre de Elenrir.

―Buenos días, señora Vainlor― mantuvo la cortesía Astrar, a pesar de las prisas ―. Somos amigas de Elenrir, ¿está su hijo en casa?

―Vaya, también tiene amigas― dijo Nildari con un amable tono, dibujando una amplia sonrisa que reflejaba la alegría en su rostro.

Las Guerras de Oriennón (Volumen 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora