Capítulo 4 - Valhantej (Parte 1)

94 28 45
                                    

"Karzaquistanos, nuestros enemigos, un pueblo de bárbaros, un pueblo de asesinos, nuestros mayores adversarios en estas pequeñas porciones de tierra que emergen del mar.
Mi padre decía que para esto nos entrenábamos los irchenos, para ser más fuertes que ellos, y poder algún día llegar a acabar con esta larga guerra de una vez por todas, algo que contradecía mi madre —por supuesto, influenciada por los consejeros—, diciendo que debíamos buscar la forma de comprenderlos y convivir con ellos para así que una gran sociedad pudiera nacer en estas islas.
Hasta el día de hoy, no sabía a quién hacer caso, no dudaba que eran personas, al igual que nosotros, pero sus acciones, sus modales, no hacían más que alejarnos de ellos. No podía ver en ellos algo agradable, no eran más que salvajes, que no merecían otra cosa que ser expulsados de nuestras tierras, o en el peor de los casos, ser considerados como los enemigos que debíamos exterminar para conseguir que dejaran de ensuciar y estropear la paz que tanto deseábamos en nuestro pueblo."

HISTORIA

En la floristería, Ayar, Llegrar y Umrir pudieron decidir qué flores llevarse, aunque de eso se habían encargado más bien Ayar. Llegrar y Umrir no tenían intención de entrar en el establecimiento, hasta que vieron antes de entrar a dos familias —una karzaquistana y la otra irchena— discutiendo, y a nada de llegar a los puños de no ser por la intervención de un reducido grupo de soldados que se encontraba patrullando por la zona. Sumando eso al encuentro que tuvieron con los jóvenes karzaquistanos, llegaron a tomar la clara decisión de entrar y aburrirse con las indecisiones de su compañero.

—Eres de lo más molesto, todas las flores son iguales, ¿por qué no has cogido un ramo al azar y ya?— refunfuñaba Llegrar a su amigo.

—Porque tienen que ser especiales, no todas son iguales, cada una tiene su encanto y belleza, cosa que por lo visto no sabéis apreciar vosotros dos con vuestros pésimos gustos— contestó Ayar mostrando sus claveles rojos.

—Tampoco es que hayas querido escuchar nuestras opiniones, no has hecho caso de mis elecciones, como esta— dijo Umrir sosteniendo su cactus.

—No puedes hablar enserio, ¿cómo quieres que le regale eso a Yudiliar?— dijo Ayar menospreciando a aquella planta.

—En el libro de los viajes de mi tío, dice que son plantas muy fuertes, no requieren de mucha cantidad de agua, por lo que no necesita tantos cuidados— respondió Umrir —. Ya verás como esas flores no durarán mucho.

—No seas cenizo— gruñó Ayar al enano.

En aquel momento, comenzaron a escuchar alaridos que venían del exterior, acompañados de pisadas fuertes que llegaban a generar temblor en el local. Al asomarse por el pasillo principal, podían ver como corría una multitud de personas que huían despavoridas de algo que parecía acecharles desde atrás.
Se asomaron para ver el lado de la tienda por el que pasaba aquella multitud que huía en estampida y con temor. Podía verse como las aterradas personas entraban por la puerta de atrás de la tienda, no se lograba ver de qué, pero si se escuchaba de qué, gritos mezclados con sonidos de golpes de metal, como si de una mortal batalla se tratara.

El dueño de la tienda se encontraba en la puerta, gritando a las atemorizadas personas para que se dieran prisa al entrar, puesto que la amenaza parecía acercarse a su establecimiento.

—¿Qué sucede?— preguntó Ayar, confuso ante la situación.

—Se ha armado una rebelión, están matando personas— pudo responder el dueño de la floristería, cortando de forma repentina al ver que había terminado de entrar todo ciudadano que corría en busca de refugio, y cerró rápido la puerta al ver llegar el enemigo— ¡Marcharos, ya!

Los golpes contra la puerta emergieron tras haberse cerrado esta, motivo por el que, todos los que se encontraban presentes, huyeron atemorizados del lugar hasta poder salir por la puerta principal. Sin embargo, aquella estampida que seguían solo los condujo a otra zona de guerra, donde los ciudadanos irchenos huían respaldados por los soldados de guarnición, quienes luchaban contra unos rebeldes karzaquistanos que iban bien armados.

Las Guerras de Oriennón (Volumen 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora