HISTORIA – 15 de noviembre 2991
Pasaron los días desde el momento en que Adlar y Teomar llegaron al acuerdo de recibir la ayuda y consejo que pudiese ofrecer el mago. Adlar y Etgar se encontraban descansando en la alcoba, jugando en el suelo con un juego de mesa conocido como "Risuk", siendo una palabra hinuzurense ―de unas tierras que hay en el este del Imperio Unrack, conocidas como Hinuzuru― que vendría a traducirse como "Riesgo".
Risuk era un juego con el que podían participar al menos dos jugadores, contaba con un tablero cuya ilustración era un mapa ficticio, en el cual los adversarios tenían que poner sus correspondientes figuras de madera en el territorio asignado. Mediante estrategia y con la suerte dada por unos dados, el objetivo era que uno de los jugadores debía ganar todo el terreno y poder posible para debilitar al contrario y derrotarle.
En este juego, Adlar y Etgar medían sus habilidades en el manejo de la estrategia, y ponían a prueba la filosofía que tenían en una guerra. Adlar demostraba tener claro que su objetivo era la destrucción total del ejército de Etgar, reorganizando sus tropas para atacar los puntos más débiles que se encontraba por el camino, dejando para otro momento el territorio que el joven Cedrid consideraba muy importante, y en el cual concentraba la mayor parte de su ejército. El joven Romsen se centraba en la eliminación rápida y eficiente de las amenazas inmediatas, ajustando sus movimientos de acuerdo con las oportunidades que surgían.
En el caso de Etgar, él veía más importante centrar sus objetivos en los territorios clave, aprovechando los lugares menos defendidos por Adlar, y a los cuales daba menor prioridad. Con ello, Etgar planificaba sus movimientos para alcanzar un control estratégico a largo plazo, priorizando la captura de posiciones ventajosas que le asegurarían la victoria en el futuro, acercándose poco a poco a la región que deseaba acechar, perteneciente a una enorme nación que proporcionaba a Adlar mayor número de refuerzos, además de permitirle acceso directo a una fortaleza.
Al momento de mover sus pequeñas fichas para reforzar la región que iba a dar paso al siguiente ataque, la mano de Adlar se interpuso.
―¿Qué?― replicó Etgar a modo de pregunta.
―No puedes mover esos batallones a esta región, hay una cordillera de por medio― le avisó Adlar.
―¿Y qué?― volvió a preguntar Etgar.
―Si hay un obstáculo, no puedes desplazarte― contestó Adlar.
―Yo veo una pequeña franja abierta― señaló Etgar.
―Da igual, las montañas están ahí, te ralentizan el paso― dijo Adlar ―. Además, no está bien pintado eso, está dibujada la silueta de una montaña, lo que pasa es que no está bien remarcada.
―Ah, ¿y un río no impide el paso?― preguntó Etgar señalando un río por el que había pasado Adlar algunas de sus figuras ―Solo se puede cruzar si hay un puente, y antes no te he dicho nada por dejarlo pasar.
―¿No has oído hablar de la táctica: Encamisada? Los soldados pueden cruzar un río, más aún si es pequeño― se justificó Adlar.
―Y las montañas también.
―Estas no, son muy grandes y de terreno abrupto― se defendió Adlar.
―Vale, ¿cómo sabes cuán grande el río? Igual es de cientos de metros de anchura, puede que incluso tenga más de un kilómetro― renegó Etgar.
―Lo he pillado en épocas de sequía― contestó Adlar.
―¿Ahora eres "El Hombre del Tiempo"? No me vengas con trampas― se quejó Etgar con los brazos cruzados.
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Las Guerras de Oriennón (Volumen 1)
FantasyEn un mundo devastado por incesantes guerras, un joven guerrero emprende un arduo camino repleto de desafíos y batallas. Sin saberlo, está a punto de iniciar una historia de la que no podrá escapar. No está permitido hacer una publicación de mi hist...