La pobre muchacha, tan cansada que estaba, terminó por quedarse dormida durante el trayecto hacia la nueva ciudad en donde estaba creída que tendría un futuro mejor. No fue horas después, cuando el propio conductor del autobús la despertó de su siesta.
―¿Señorita? ¿Me oye? ―le preguntó el hombre de mediana edad, moviéndola por el brazo.
Ella despertó adormilada, aferrada a la maleta por si alguien intentaba robársela, hasta que se dio cuenta que alguien la estaba sacudiendo y se despertó por completo.
―¿Me he quedado dormida?
―Sí señorita, el viaje ha terminado y aquí es donde debe bajarse.
―Gracias, señor. ¿Dónde estamos? ―preguntó con curiosidad.
―En Colorado Springs ―le dijo el hombre y ella se restregó los ojos.
―Debía ir a Loveland.
―Lo siento, pero el camino que conduce a esa ciudad está en construcción. Aquí es donde todos se han bajado, si necesita ir allí, tendrá que ser a pie o que alguien la lleve.
―Bajaré y preguntaré si alguien sabe cómo llegar o que sepa orientarme.
―Entonces, es mejor que se baje en esta ciudad, para preguntar cómo llegar a Loveland y usted verá la mejor opción, si decide quedarse le aseguro que no se arrepentirá ―le respondió con una amable sonrisa.
―Gracias entonces.
Observó el panorama: una pequeña terminal de autobuses y alrededor de aquello, la zona se encontraba árida y poco poblada.
―¿Tiene idea de cómo llegar a la ciudad?
―Tendría que tomar un taxi pero son un poco caros o si no, caminar hasta allí.
―¿Por cuánto me saldría el viaje?
―Unos cincuenta dólares.
―¡¿Cincuenta dólares?! ―le preguntó más que asombrada―. No puedo permitírmelo, tendré que caminar, no cuento con tanto dinero encima ―le contestó y se levantó del asiento―. Muchas gracias por todo, señor. Que tenga buen día.
―Gracias, señorita, que lo tenga lindo usted también ―le respondió saludándola con el sombrero.
Colorado Springs, Colorado
Tras haber caminado por más de dos horas, con algún período de descanso, llegó a la ciudad. Caminó por las calles del centro, encontrándose de frente con un estante giratorio de hierro en la entrada de una tienda local, donde vendían periódicos de la zona. Cogió uno en sus manos y entró al negocio para pagar. Mientras esperaba, hojeó la sección de empleos, dando enseguida con uno que le había llamado la atención.
Cuando fue su turno, le preguntó a la mujer que atendía sobre el trabajo que ofrecía el anuncio.
―El anuncio que dice aquí, ¿lo puedo tomar en serio? ―le preguntó ella, mostrándoselo a la encargada.
―Claro que sí ―le dijo con una amable sonrisa―, el pobre hombre necesita que cuiden de su hija y si buscas empleo, te recomiendo que lo tomes, aunque el hombre es un poco gruñón, es bueno después de todo y en la pequeña ciudad es muy querido.
―No conozco la zona, no soy de aquí, ¿sería tan amable de indicarme cómo llegó hasta allí, por favor?
―Su casa no queda muy lejos de aquí, tienes que ir por el camino principal asfaltado. Hay dos maneras de llegar: a pie o en autobús.
―¿El autobús me dejaría a una distancia cómoda?
―Más o menos, a poco más de la mitad de camino. Es bastante, pero si llevas peso contigo, se te dificultará el trayecto, para que te sea más rápido en encontrar la casa, aquí tienes un pequeño mapa de la ciudad de Colorado Springs, en donde vas a poder encontrar la casa del señor Colleman enseguida ―le respondió, entregándole el mapa en sus manos.
―Gracias, ¿cuánto le debo?
―Nada, cortesía de la casa, espero que la encuentres sin problemas.
―Muchas gracias, eso espero yo también. La verdad es que en estos momentos necesito el trabajo y con sinceridad, no tengo inconveniente en caminar el resto de los kilómetros. Una última cosa, ¿dónde puedo encontrar un teléfono público?
―A una calle de aquí tienes uno.
―Muchas gracias por su amabilidad, señora ―le dijo la joven y se retiró del lugar.
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Vientos de Cambio ©
Ficção GeralOrquídea se ve obligada a buscar empleo en la ciudad próxima al pueblo donde vive, pero no de lo que se graduó, maestra rural, sino de niñera. Para fortuna de ella, el dueño decide contratarla para cuidar a su hija, pero de a poco las cosas cambian...