Las dos semanas que le siguieron a aquella cita fueron normales, con reuniones de trabajo de Nathaniel, una reunión de Orquídea con Cheryl, Felicity más feliz que nunca, Ofelia lo estaba también, y la alegría que tenía la joven en regresar a un salón de clases para enseñar lo que había aprendido en la carrera.
Era el viernes de la última semana de clases por el cierre de verano y Felicity quiso hacer un picnic en los campos de zinnias, allí mismo fue cuando le preguntó a su padre si podía ir a la casa de una de sus compañeras de clase porque realizarían una pijamada.
—¿Cuál es la casa adonde irás y cuándo?
—La casa de Mandy, una de mis mejores amigas, es hoy a la noche, pero puedo ir un rato antes de las ocho.
—De acuerdo, podrás ir, pero si extrañas, me llamas, sea la hora que sea, por favor.
—Lo haré papá, gracias.
—En una reunión de chicas, es difícil que se le extrañe al padre, ¿no? —le dijo la chica y le guiñó un ojo a la niña.
—Sí —rio por lo bajo—. Nos divertimos mucho juntas y queremos hacer una pijamada. La próxima será en mi casa.
—¿Con autorización de quién? —cuestionó Nathaniel con seriedad fingida.
—Cn autorización tuya —rio más y se le tiró encima a su padre.
Nate la sujetó de la cintura y luego le abrazó por la espalda con fuerzas haciendo que ambos cayeran en la tierra donde estaban florecidas las zinnias. La niña se puso de pie y regresó a sentarse frente a él, en un costado estaba Orquídea habiendo visto la tierna escena.
—Te llevaré yo y creo que aprovecharemos para cenar nuevamente afuera.
—¿Sí? —Alzó las cejas con asombro y la muchacha miró a su novio.
—Sí, la siguiente vez iremos los tres, ¿qué te parece, Felicity?
—Me gusta mucho la idea, como una familia —sonrió de oreja a oreja.
—Como una familia —repitió con veracidad el hombre y le sonrió a su hija.
Continuaron almorzando y conversando también, y varias horas más tarde Nate y Orquídea dejaron a Felicity en la casa de Mandy media hora antes del horario que habían acordado.
La pareja por su parte siguió su viaje hasta la ciudad en donde irían a cenar al mismo restaurante en donde tuvieron la primera cita y dos horas después caminaron hacia el lago para sentarse, charlar y besarse también.
Nathaniel era reacio a mostrarse en público dándose besos con Orquídea, no lo necesitaba, ni ella y tampoco él y los demás no tenían porqué ver un espectáculo de aquella índole porque ya todos sabían que eran pareja. Podía darle la mano e incluso abrazarla o besarle el pelo, pero no demostraba más de lo debido porque ambos sabían cuánto se querían y eso quedaba dentro de la casa.
Regresaron abrazados a la camioneta para volver al hogar. El trayecto fue normal y tranquilo, pero la nube de humo que comenzaban a ver a medida que se acercaban más al lugar, les indicó que algo se estaba incendiando.
—¿Es fuego? —preguntó Orquídea mirando la casa arder.
—Sí —le respondió él.
—Es la casa que está al lado de la de Cheryl, ¿estarán bien?
—Me enteré de que se fueron a la casa de los padres de ella por unos días, así que no están.
—Eso es bueno, pero la otra casa es la de Thomas. ¿No te detendrás para ayudarlo?
—Orquídea, después de todo lo que ha hecho, ¿quieres ayudarlo?
—Tienes que separar las cosas, por favor, Nathaniel, regresa y ayudémoslo.
Colleman apretó los labios y los dientes poniendo su mandíbula tensa porque no compartía del todo la decisión de querer ayudarlo habiendo sido un desubicado al decir barbaridades de ella y estaba más que seguro que de él también.
—Nate, por favor.
—Puede ser peligro incluso para nosotros, Orquídea.
—Ya lo sé, pero mientras tanto podrías llamar a los bomberos e ir a ver si está dentro.
—Es la primera y la última vez que me pides algo así, si vemos un incendio hay que avisar a los bomberos, no ser los héroes —respondió con enojo y marcó a la central de bomberos.
El hombre dio marca atrás y se metió pasando la tranquera de la estancia Las Ramas. Nate frenó de golpe y ambos se bajaron, fueron hacia la entrada, la única parte que parecía no tener llamas y entraron encontrándose con zonas de la casa arder y varios peldaños caídos.
A medida que los minutos pasaban, el aire se estaba condensando más por la falta de oxígeno en el ambiente y le estaba repercutiendo a los dos, pero más a Orquídea, que a pesar de taparse con el abrigo que tenía puesto, no podía respirar bien y los ojos le lloraban. Giró con dirección a lo que parecía una sala de estar y tocó a Nate avisándole que lo había encontrado tendido en el piso.
Como pudieron lo levantaron y se lo llevaron a rastras hacia fuera, por el bien de los tres, porque varios minutos más tarde el techo se había derrumbado.
Nate se fijó si aun respiraba y se quedó aliviado de que así era. Orquídea fue la que había inhalado más de lo debido el humo en el interior de la estancia y comenzó a marearse y a toser.
—¿Te encuentras bien?
—No, estoy mareada y siento ardor en la garganta. Me he puesto la tela del abrigo para taparme, pero seguramente respiré el humo.
—No fuerces la voz.
—No puedo respirar bien —le dijo quedándose de rodillas en el pasto e intentando tranquilizarse para respirar mejor, pero no podía porque cada vez que inspiraba sentía la garganta y las vías respiratorias le ardían.
Nate le avisó que se quedara donde estaba para traerle un poco de agua de la cantimplora. Fueron segundos los que pasaron en que volviera hacia ella para ayudarla a beber el agua.
—¿Mejor?
—Un poco.
El camión de bomberos y la ambulancia llegaron pocos minutos luego de que se bebiera el segundo sorbo de agua y Orquídea tosió de nuevo expulsando flema en el proceso.
De inmediato los atendieron a los tres, pero Thomas y la joven debieron ser asistidos con oxígeno para trasladarlos al hospital.
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Vientos de Cambio ©
Ficção GeralOrquídea se ve obligada a buscar empleo en la ciudad próxima al pueblo donde vive, pero no de lo que se graduó, maestra rural, sino de niñera. Para fortuna de ella, el dueño decide contratarla para cuidar a su hija, pero de a poco las cosas cambian...