Una semana había transcurrido desde el incidente y Thomas apareció en la puerta de la habitación donde se encontraba Orquídea sosteniendo un ramo de flores.
—Buenos días —le dijo y Nate levantó la vista del periódico—, si no te molesta, le he traído un ramo.
—Buen día —contestó y se puso de pie dejándolo doblado sobre el sillón—, no hay problema, puedes dejarlo en el florero junto con los demás.
—Parece que sus alumnos la quieren, ¿no?
—Sí, todos los días recibe un ramo de ellos o de las madres de estos.
—¿Cómo se encuentra?
—Evoluciona favorablemente.
—Me alegro.
—¿Cómo sigue la construcción de la estancia?
—Bien, bastante rápido, lo cuál es lo ideal, mi padre llega el próximo jueves y les pedí que hicieran lo posible por terminar esta semana.
—El equipo que tienen es rápido, seguro que finalizarán como se los pediste —le comentó y luego cambió de tema—, no estoy yendo al pueblo, ¿hay alguna novedad?
—Todo está tranquilo, salvo la mujer que llegó hace semanas atrás.
—Entiendo.
—En fin, te dejo de molestar, nos vemos pronto.
—Hasta luego.
Nate se acercó a la cama y le acarició el pelo dándole un beso en la frente.
El miércoles de la siguiente semana, Colleman se dio una vuelta por la estancia y se sorprendió con la rapidez con la que la habían terminado. Thomas estaba sentado en el porche y se puso de pie acercándose a la baranda.
—Veo que la terminaron y quedó mejor de lo que estaba.
—Sí, el interior está muy bien también, les pedí que le hicieran unos cambios.
—Tu padre lo sabrá igual.
—No lo dudo. ¿Cómo sigue Orquídea?
—Mejor, las vías respiratorias están casi por completo sanas y me siento feliz.
—Es muy bueno escuchar eso.
—Sí, lo es, el médico me ha dicho que era posible que de a poco le baje la sedación para que vaya despertando por su cuenta.
—Es una muy buena noticia.
—Sí, solo quiero que esta pesadilla se termine.
—Pronto terminará, falta poco.
—Lo sé, pero se hace largo todo, en fin, regresaré a la finca.
—Hasta pronto.
—Nos vemos.
Nathaniel se subió a la camioneta y fue a su casa para seguir trabajando porque durante la noche se quedaría él a cuidarla.
Los días siguientes fueron normales y Orquídea estaba recuperándose bastante rápido a pesar de lo que había dicho el médico, pero aún no le bajaba la dosis de sedación porque prefería que estuviera sanándose dormida y no que sintiera molestias.
El día antes a la decisión del doctor en bajárselo, se presentó Geraldine en la habitación como si fuese una amiga de la chica, ya que preguntó en la recepción por el número de cuarto y le contó una historia falsa.
Nate estaba a pocas calles de allí para ir a visitarla como lo hacía dos veces por día, luego del mediodía y durante la noche en donde se quedaba con ella.
La mujer entró y antes de acercarse a la cama buscó el cojín que estaba sobre el sillón de dos cuerpos, y caminó hacia ella para mirarla con atención.
—Ni siquiera me haces sombra, jovencita. Eres tan insulsa que no sé qué te vio Nathaniel para que le interesaras. Cuando acabe contigo, estaré allí para ahogas sus penas —declaró con sorna y una sonrisa de lado.
Geraldine puso el almohadón sobre la cara de Orquídea e hizo presión. En el mismo instante que sucedía eso, Nate entró al cuarto y de inmediato se acercó a ella para sujetarla del brazo y tirarla hacia atrás.
—¿Qué mierda estás haciendo? ¿Y cómo carajo te dejaron entrar? —sus palabras fueron furiosas y apretando los dientes sin dejar de mirarla.
—He dicho una pequeña mentira —rio con cinismo.
Colleman sin dejar de soltarla la arrastró hacia el pasillo.
—¿Quieres que llame a la policía y le cuente lo que vi?
—No tienes ninguna prueba en mi contra.
—El cojín tiene tus huellas dactilares y las de Orquídea, ¿eso quieres? Porque si lo quieres, a mí no me cuesta nada llamarla.
—No te atreverías a llamarla, ¿o sí?
—No me conoces bien entonces —sonrió de lado y marcó el número del departamento de policía.
Mientras tanto, se acercó un oficial que trabajaba en el hospital para saber lo que estaba pasando y Nathaniel le contó lo que intentaba hacer la mujer. Por precaución la esposó y ella armó tal escándalo que tuvieron que sacarla y llevarla a la comisaría en donde pasaría varias horas para que Colleman pusiera una denuncia en su contra.
El hombre se acercó a la recepción para preguntar sobre la mujer que había ingresado y la chica que estaba a cargo en aquel horario se disculpó con él porque era nueva en el trabajo y no la conocía puesto que aquella mujer le había contado que era una amiga de la paciente. Él le dijo que no se preocupara porque la policía había intervenido en la situación.
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Vientos de Cambio ©
Ficção GeralOrquídea se ve obligada a buscar empleo en la ciudad próxima al pueblo donde vive, pero no de lo que se graduó, maestra rural, sino de niñera. Para fortuna de ella, el dueño decide contratarla para cuidar a su hija, pero de a poco las cosas cambian...