Aquella semana que había pasado Orquídea habló con sus padres sobre la posibilidad de mudarse a Manitou Springs para que tuvieran una vida mejor y les explicó lo que tenía pensado hacer Nathaniel porque si el padre ya había arreglado un negocio de cosechas con él, lo más seguro era que tenían que vender la casa donde siempre habían vivido y los campos para poder sembrarlos donde su hija estaba viviendo.
Pero, a pesar de las insistencias de la joven, no quisieron mudarse, si cabía la posibilidad de que las cosechas fueran buenas en el suelo que tenían en Rock Springs con los productos que Colleman les ofreció comprarles, se quedarían allí y enviarían los sacos de avena y maíz por transporte. Susan y Archibald estaban agradecidos por lo que quería hacer su futuro yerno por ellos, pero por el momento preferían comenzar así y si daba resultado, hacerle mantenimientos a la casa y vivir mejor. El día de mañana se vería si se mudaban o no.
La noche del viernes de esa misma semana, Nathaniel entró al cuarto de su hija para hablar con ella, lo quiso hacer cuando todos estaban durmiendo y la vio concentrada leyendo un cuento.
—Felicity —cerró la puerta y se sentó en el borde de la cama.
—¿Sí, papá? —Levantó la cabeza para mirarlo.
—Hay algo que debo decirte y si no te lo he dicho antes, fue porque quería protegerte con una mentira.
—¿Qué es papá? ¿Es algo malo?
—No lo sé si lo es para ti, por eso no había querido decírtelo, pero Orquídea me dijo que era lo mejor así tú y yo no tenemos mentiras de por medio.
—Dímelo.
—Te he dicho que no sabía dónde estaba tu madre.
—Esa es la mentira, ¿no? Sí sabes dónde está.
—Sí, está en California y es actriz.
—¿Apareció en alguna película?
—Sí y en algunas series también. ¿Tú quisieras conocerla por foto o verla?
Felicity quedó pensando aquella posibilidad de conocer a su madre, pero sabía que no la quería.
—No, si nunca intentó verme o quedarse a cuidarme, no quiero conocerla ni por foto y tampoco verla por la televisión. No puedo querer lo que nunca tuve y ahora sí la tengo y es Orquídea, y me gustaría llevar su apellido también.
—Hay algo más, está casada y tiene otro hijo, por lo que, tienes un hermano.
—Prefirió irse de aquí y abandonarnos a los dos, no quiero saber nada con ella. Solo te quiero a ti y a Orquídea, ustedes son mis personas importantes y no ella o mi hermanastro.
—¿Cómo sabes esa palabra?
—Me lo explicó el otro día Orquídea, cuando me dijo que le gustaría ser mi mamá del corazón, me dijo que en realidad se le decía madrastra, pero a mí me sonó más a malvada de los cuentos de Cenicienta y Blancanieves.
Nathaniel se rio por lo bajo.
—Tienes razón, suena feo. ¿Y ella por qué te dijo eso?
—Porque me preguntó si yo estaba molesta con lo que le pediste.
—¿Y qué le pedí? —cuestionó haciéndose el que no sabía.
—Que te casaras con ella.
—Ah, era eso, ya me había olvidado —comentó haciéndole una pequeña broma.
—Ay, papá, si ya sabías de lo que te estaba hablando —le dijo de forma obvia.
—Lo sé, cariño, solo quería saber la expresión de tu rostro.
Felicity se puso de rodillas sobre la cama y lo abrazó por el cuello dándole un beso en la mejilla.
—Te quiero, papá y me alegro de que te cases con Orquídea, será mi mamá y eso me hace feliz.
—Yo te quiero también, hija y me pone contento que te guste que sea tu madre —explicó dándole un beso en la frente—, ya es tarde, es mejor que duermas si quieres ir con tus abuelos y los padres de Orquídea a dar un paseo.
—De acuerdo —cerró el libro y se lo dio a su padre—, guárdalo en la estantería, por favor.
—Buenas noches —le dijo besando la mejilla luego de que dejara el libro en su lugar.
—Buenas noches, papá.
Muy temprano por la mañana del siguiente día cuando la casa había quedado en silencio, Nathaniel aprovechó en salir hacia Denver para hacer unas compras, entre algunas de ellas se encontraba la más importante de su vida después del nacimiento de su hija, el anillo de compromiso que le daría a Orquídea.
Apenas llegó al centro comercial luego de haber viajado casi dos horas, primero fue a la joyería Tiffany&Co., y al terminar de elegir el anillo que creía perfecto para ella, compró algunas cosas más para que cuando llegara la joven no sospechara, aunque necesitaba reponer algunos materiales.
Alrededor del mediodía llegó a la finca y se encontró con la joven que estaba preparando algunos emparedados para el almuerzo.
—¿Son para ahora? —le preguntó luego de darle un beso en los labios.
—Sí.
—Vayamos a almorzar a otra parte, ¿no quisieras preparar una canasta para comer en otro lugar?
—¿Quieres hacer un picnic?
—Sí, el día está hermoso y podríamos aprovechar en visitar un museo después de almorzar.
—De acuerdo, los demás no llegan hasta entrada la noche y no tengo algo que hacer.
—¿Cómo va el vestido de Felicity?
—Bien, ya casi lo termino, está quedando muy lindo —le sonrió.
—Me alegro, dejaré las cosas y te ayudo a preparar la canasta.
—Bueno —asintió con la cabeza.
Media hora les llevó tener todo listo y se subieron a la camioneta para ir hacia las afueras de Manitou Springs, precisamente hacia Garden of the Gods (Jardín de los Dioses), en donde no solo almorzarían sino que allí tenía pensado pedirle matrimonio, el lugar era un parque nacional que estaba a cinco minutos del museo Manitou Cliff Dwellings, donde quería ir Nathaniel para que ella lo conociera también y pasaran un tiempo juntos.
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Vientos de Cambio ©
Ficción GeneralOrquídea se ve obligada a buscar empleo en la ciudad próxima al pueblo donde vive, pero no de lo que se graduó, maestra rural, sino de niñera. Para fortuna de ella, el dueño decide contratarla para cuidar a su hija, pero de a poco las cosas cambian...