cap. 37: mi pequeña(parte 3)

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siguiente dia, la mansion estaba algo solitaria, pues aunque no querian, la mayoria de la familia tenia sus responsabilidades que atender, por lo que tubieron que irse de la mansion para cumplir sus obligaciones.

dejando la enorme casa desolada, con pocas personas en su interior, la pequeña ojiverde se preguntaba donde estaba el resto de su familia, pero no queria molestar.

la pequeña solo quedo con su papi y su abuelito, que es como los habia nombrado de cariño.

la chiquilla no tenia mucho que hacer, pues por mas que no quisiera, su padre tenia obligaciones que cumplir con la empresa, y sus peluches estaban siendo bañados debido a que se ensusiaron mientras jugaba con Dickie.

por lo que estaba sentada en un sillon de una de las varias salas de la mansion, sin mucho que hacer, mientras miraba una de las tantas peliculas que su hermano mayor le habia dejado.

su amable abuelito habia entrado al lugar, con algunas tantas cosas para la menor menor de sus nietos.

-maestra Dàmara, le traigo algunas cosas con la que seguro se divertira- informo el anciano dejando algunas cosas en una bolsa de tela.

la ojiverde miro la bolsa con curiosidad, y mientras la habria, un brillo se instalo en su ojos a la ves que una hermosa sonrisa de oreja a oreja mostraba la sorpresa que ella sentia.

adentro de la bolsa habia distinto maretial, un pequeño cuaderno de hojas blancas, crayola y acuarela, marcadores y un librito para colorear.

la siguiente ves que el mayordomo entro al cuarto se encontro con la adorable escena de la menor acostada en el suelo.

pintando con alegria, siendo acompañada por su gran danes, Titus, con la ropita manchada y llevaba la bolsa de tela tal cual sombrerito.

encantado por tal escenario, aprobecho el momento para tomar una foto.

veinte minutos despues, la menor se diriguio a la cocina, donde el mayor se encontraba, mostrando un bonito dibujo de ella junto con su abuelito, dandoselo por regalo, uno que le facino.

un buen rato despues la chiquita volvio a aparecer, esta ves con un juego de ajedrez.

Alfred estaba sorprendido, primero queria ser suabe con ella, pero cuando la menor le empezo a ganar distintas piezas, tubo que empezar a cambiar su tactica.

-veo que sabe jugar muy bien- alago en anciano.

-lo jugaba con mi oto abuelo- comento la ojiverde.

- y como era?- pregunto al mayordomo, sorprendido por la nombracion a Ra's.

-divetido, nunca fue blando co'migo, ashi que tube que praticar muuucho, sholo logue ganar una vesh, y me dio aradanosh como recompesha- explico la pequeña pulgita.

-le gustan los arandanos?- pregunto.

-shi, y muuucho-

el abuelo y la nieta pasaban un bonito momento juntos, luego de la confesion del gusto de los arandanos de la menor, el mayor decidio que seria bonito hacer pastelitos de arandanos entre los dos.

teniendo por resultado a la ojiverde cubierta de harina.

-uuhh shoy el moushto chiquito!- dijo, como ella misma lo dija, la chiquita.

Alfred queria pensar en la ropa, la cual estaba llena de pintura y harina, pero no podia enojarse, no con esa ternurita.

es un poco obvio que el mayor fue el que termino haciendo practicamente todo el trabajo.

era de tarde, un Bruce Wayne regresaba a su mansion luego de un dia de trabajo, estresado por el trafico, solo pensando en llegar a su casa, acostar y beber una taza de tè.

claro que ese no seria el caso, pues apenas entró fue abrazado por un pequeño fantasmita.

-papi papi!- grito la ojiverde.

-hola princesa! Porque estás tan sucia?- pregunto con curiosidad y confucion.

-estabamos haciendo pastelitos!- dijo la menor en un chillido.

el anciano cruzo la puerta, logrando ver a la persona que  concideraba como un hijo con la pequeña.

-bienvenido amo Bruce- saludo el mayor.

-Alfred- mensiono en ojiazul a modo de saludo.

-me preguntaba si le gustaria acompañarnos a mi y a la maesta Dàmara a una pequeña fiesta de tè- comento el mayordomo.

-con todo gusto asistire pero solo si esta pequeña viene conmigo para darse un baño (eso sono mal)- propuso el patriarca.

...

la tarde en la mansion Wayne podria describirse en una sola palabra, "caos", independientemente de la cantidad de personas dentro de la gran casa, y eso no era la exepcion en esta tarde.

pues hasta alguien como Bruce podia permitirse un bonito tiempo con algunos de sus hijos de ves en cuando, incluso algo tan simple como un baño podia ser divertido.

todo el baño estaba cubierto de agua y jabon, burbujas salian de la pequeña bañera donde estaba la ojiverde que disfrutaba de un agradable baño, aunque no podia ser conciderado como tal, ya que ninguno de los dos sabia bien que hacia.

Dàmara solo se dedicaba a disfrutar, como cualquier niño que primero hacia rabieta pero luego no queria salir hacia.

mientras Bruce estaba conforme con que no se ahogara.

luego del desastroso pero divertido baño, las tres personas precentes en la mansion se instalaron en el patio para tener una pequeña pero agradable fiestita de tè.

-tè? sheñor Buno?- pregunto la menor con elegancia.

-me encantaria- respondio alzando la tazita de plastico.

la menor, encantada, inclino la tetra, que para sorpresa de Bruce si que tenia algo adentro, un liquido cafe con pequeñas notas verdes fue invertido en la tazita del mayor.

sin miedo alguno, Bruce tomo un sorbo, pensando que era un tè que Alfred habia puesto en la tetera, pero se confio demasiado.

ese liquedo sabia horrible, tenia un sabor amargo, y sentia pequeñas cositas sobre su garganta.

-le guta?- pregunta la ojiverde con inocencia.

-mm... si, de que es?- cuestiono en mayor.

-de tieya- respondio sin importancia.

una mueca de asco se formo en la cara de su padre, pero intentando disimularla responio.

-delicioso- 

-creo que deveria dejarme los tè's a mi, maestra Dàmara- comento el anciano con una sonrisa.

-okis-

Alfred aparecio con una sonrisa y una bandeja con pastelitos de arandanos, tè y un baso de leche tivia.

Bruce agradecia por ello, no queria dañar los sentimientos de su princesa pero siendo sincero, el tè de tierra sabia horrible.

pasaron el resto de la tarde en su pequeña fiesta de tè, y luego fueron a la sala de cine, con en tan de dormir a la piel tostada, cosa que no funciono.

-quieres ver una peli?- pregunto el pratiarca.

-shi! peyo quieyo mi popio cubo- propuso la menor feliz.

-bien, creo que podemos permitirnoslo- 

a pesar de ser solo ellos, pasaron un buen momento entre los tres, disfrutando de su mutua compañia, y una ves mas, la menor durmio abrazando el brazo fuerte de su padre.

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Curiosidad a la que nadie le importa: lo del mounstro chiquito lo sace de mi infancia, donde yo me solía poner una manta encima y decir "soy el monstruo chiquito".

Dámara WayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora