—¿Hola?
El piso estaba silencioso y oscuro, como una alegoría del mutismo de Carla. El partido se había alargado, pero no era razón para no contestar. ¿Enfadada? Improbable, pero no imposible.
—¿Carla? —La incertidumbre se cimenta a cada paso buscándola por la casa vacía. —¿Mini? Bsbssbsbssss... —Probó y nada.
Eso sí que era raro. Tana ya habría venido como de costumbre, con sus gruñiditos saltarines, reprochándole que saliera a trabajar, aunque fuera para comprar su pienso, entre otras cosas inservibles de humanos.
—¿Carla? —Lo intenta de nuevo. —Joder...
Comprobado. No están en el piso. Y lo raro no era que saliera de casa, porque era su casa, sino que no contestara al móvil, ni la avise que va a salir. Durante el partido pensó llamar a Javier en un descuido de su madre, pero le había prometido a Carla relajarse con su obsesiva protección, alegando que no era una niña, y lo aceptó a regañadientes. Pero esto no entra ni en lo medianamente aceptable para su barómetro de protección.
"Tranquila, Lucía, que seguro tiene una explicación". "¿Veterinario de urgencia?", barajó.
Miró de nuevo el último mensaje. Seguía el doble check azul. Se quedó más rato del necesario acechando un, en línea, que la tranquilizara en parte, pero nada. La opción de llamar a Javier escalaba puestos en su ansiedad. Prueba de nuevo a llamarla. Los tonos se consumen uno tras otro mientras alienta la posibilidad con un:
—Vamos, vamos... Coge el teléfono, Carla. Vamos, vamos, vamos...
Nada. Javier es la última frontera. Lo llamó.
—¿Sí? —Una voz de mujer.
—¿Javi?
—Hola, Luc —contesta Irene. —¿Qué pasó? Javier está en la ducha.
—Ahh... nada, nada. Es para saber si Carla está ahí. —La saliva se le convirtió en arena imposible de tragar.
—Pues no. Hoy no ha venido. Le comentó a Javier que tenía que hacer un inventario para el club y quedaron para mañana. Una excusa barata, porque ya sabemos lo friolera que es, y con estas temperaturas no sale de casa ni loca. —Irene se rio, y Luc le siguió el juego con poca convicción.
—Ahh, vale, vale. Nada, pues... Si acaso pasa por ahí, me avisas. Hasta luego, Irene —intentó sonar despreocupada.
—Claro, yo se lo digo a Javi en cuanto salga de la ducha.
—No es necesario —temió haber metido la pata.
—Pero, ¿pasa algo? —Cayó en la cuenta. —Debería estar contigo, ¿no?
—No, qué va —exclama alegre. —Es que estoy saliendo de casa de mis padres, y era por si acaso había ido para allá, pasar a recogerla. Así de paso... Emh, os veía y eso... —Fingió normalidad con una risa nerviosa. —Tranquila.
—Bueno —aceptó conforme. —Pues, no. Nos veremos en otro momento —había sonrisa en su voz. —Hasta luego, bonita.
—Hasta luego, Irene. Buenas noches —colgó, y se pasó los nudillos por los labios con frustración. —¿Dónde demonios estás, Carla Ribó?
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La chica del club II
Romance¿Qué harías si el pasado llamara a tu puerta pidiendo ayuda? ¿Te entregarías a alguien que te impone límites, y aceptarías las consecuencias? Tras separarse, Luc y Carla, intentan recuperar la vida que tenían antes de conocerse. Hasta que un día, la...