Los griegos tienen misiones locas

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¿Algo mas aterrador que Reyna? Probablemente Quirón.

—¿Cómo conociste a mi padre?— Carter preguntó.

—Los líderes siempre se conocen unos a los otros. Eso es un secreto que campistas, pretores y magos hemos mantenido por siglos. Un secreto que los primeros pretores y yo juramos durante la Guerra Civil. Los romanos nunca viajarían a Nueva York y mucho menos viajaríamos al Viejo Mundo.—

Quirón tomó unos segundos de silencio. Carter notó que el centauro lo estaba poniendo a prueba.

—Me intrigas, Carter... ¿Por qué la magia egipcia?—

—Los griegos tomaron nuestra magia, Señor.— Dijo Carter —Su diosa Hécate puede ser poderosa, pero estoy seguro que yo podría vencerla.— Quirón sonrió y se acomodó mejor en su silla de ruedas, sabía que eso era verdad.

—Me agradas, Carter Kane. He oído hablar mucho de ti...de tus misiones como mago y huésped. Tal vez piense que sus misiones sean dolorosas y toda una locura, pero usted no ha visto nada. Los egipcios son letales, los griegos brutales, y creo que ya conoció la legión de Frank y Reyna.—

Carter tragó en seco.

—No me garantiza que volvamos con vida, ¿Cierto?—

Quirón suspiró. —Las misiones pueden dejarte al borde de la locura, puedes preguntarle al mismísimo Percy. O inclusive a Nico, el chico estuvo días solo en el Tártaro. Y las pérdidas...no hay nada que pueda remplazar una pérdida. Ese chico de ahí es un hijo de Dionisio, el perdió a su hermano hace dos años atrás...no ha vuelto a ser el mismo desde entonces.—

Carter pensó en Zia, como él mismo no había vuelto a ser el mismo desde entonces. El mago se levantó y antes de irse Quirón le anuncio que se estaría quedando en la cabaña de Zeus con Jason. Carter corrió hacia la arena donde se topó con Annabeth. —¿Cómo son?— Preguntó el chico.

—Hola, Carter.— Annabeth saludó y se quitó su yelmo. —¿Cómo son qué?—

—Las misiones. Sus misiones.—

Annabeth suspiró. De repente encontró más fascinante observar su reflejo en el espejo que contestar esa pregunta. —Son...una locura. Pero nos hacen recordar lo que más importa en esta vida. Permanecer juntos sin importar qué.— Sonaba a una indirecta, o al menos así Carter lo presintió.

Annabeth apretó los labios. —¿Qué te dijo Quirón?—

Carter negó. —Nada importante.—

Annabeth sabía que él mentía, pero al percibir que sufría decidió no interrogarlo más.

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