¿Fantasmas? ¿Porqué tenían que ser fantasmas?

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Nota: Espero que les guste este capítulo. Realmente disfruté mucho escribiéndolo. Me gusta como va la relación de Reynter (Uno de los lectores me sugirió por Instagram que así podríamos llamar al ship de ReynaxCarter)
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—Carter, necesito que camines lo más rápido que puedas.— Dijo Reyna, con voz temblorosa.

—¿Sucede algo, Alteza?—

—Suceden muchas cosas. Pero quiero que camines rápido. Y por favor: No mires a los lados.—

Carter no comprendía sus palabras, pero a juzgar por su tono de voz las cosas no iban a parar bien si él no la obedecía. De repente Carter no escuchó los pasos de Reyna o de los galgos. Èl se dio media vuelta y la vio paralizada frente a una de las casas. Sus ojos oscuros estaban clavados en una de las casas, ella parecía haber estado sufriendo una regresión ya que su cuerpo estaba inmóvil.

—¡Reyna!— Gritó Carter. —¡Reyna!—

Reyna no se movía. Ella simplemente se limitaba a respirar lentamente mientras la nieve y la tierra remolinaban a sus pies como si ella estuviera dentro de un tornado. Esto no tiene nada que ver con la tormenta.

—¡Carter, corre! ¡Debes irte! Yo debo resolver esto sola!—

Esas palabras no le gustaron a Carter para nada. Desde luego que no, Alteza. Pensó Carter y desenvainó su kopesh. A medida que Carter se acercaba a la Pretora, el podía escuchar susurros demoniacos que le recriminaban cosas extrañas.

—Yo no lo quise asesinar.— Dijo Reyna, llevando su mano a la empuñadura de su gladius. Su voz se rompía segundo a segundo. —Él mataría a Hylla. Hice lo que tenía que hacer.—

-Cobarde...- Susurró una de las voces invisibles.

—No soy cobarde.— Dijo ganando compostura. —Él era el cobarde. Ustedes saben que él debía buscar ayuda.—

Los vientos aumentaron, haciendo a Reyna toser y a sus galgos alterarse.

—Reyna, ¿Qué sucede?— Preguntó Carter.

Reyna alzó la mirada y lo observó. Carter se veía borroso, tal vez era por que uno de los fantasmas de una señora bloqueaba un poco la vista. La reina de Nueva Roma sintió miedo. Mucho miedo. Ella no quería que Carter descubriera lo que ella había hecho. Las medidas que había tomado hace siete años atrás.

—Carter, por favor...— Dijo con un hilo de voz. —No quiero que te hagan daño.—

—¿Quiénes?— Preguntó Carter.

Sus preguntas fueron aclaradas cuando una extraña sustancia entró por los orificios nasales de Reyna y la hizo caer al suelo golpeando su cabeza contra las baldosas.

—¡REYNA!— Gritó Carter y corrió a ayudarla, pero algo lo impedía. Una fuerza invisible que lo aguantaba. Carter sentía como si tuviera bloques de concreto en los pies.
•••

Reyna convulsionaba violentamente mientras su cerebro hacía una recopilación de sus últimos momentos antes de asesinar a su padre. El sonido de aquel fatal disparo junto con los improperios por parte de los fantasmas resonaban en su cabeza constantemente como si se tratara de una canción en repetición. Pero una horrible canción. Las imágenes de aquel hombre que una vez llamó papá convirtiéndose en un manía. Reyna quería gritar, quería atacar, quería pelear como la Ramírez Arellano que era. Pero se sentía atrapada dentro de su propio cuerpo.
•••
Nico y Will robaron una moto y se pusieron manos a la obra para hallar la Calle San José cuando de repente interceptaron un vehículo con un rostro familiar dentro.

—¿Percy?— Preguntó Nico.

Percy asintió y salió del auto para apuntar al cielo. —¿Qué diablos hacen afuera? ¿Que no ven que se avecina una tormenta?—

Nico asintió y dijo:

—Estoy percibiendo fantasmas inquietos. Reyna debe de estar en aprietos.—

Percy no comprendía que tenían que ver los fantasmas con Reyna, pero si Nico estaba preocupado por un asunto fantasmal eso era importante. Percy observó a Annabeth, quien dormía dentro del auto y la despertó.

—Annabeth, Reyna está en problemas. Hay que ayudarla.—

Annabeth asintió. —Vamos a patear traseros antes de la tormenta.—

Percy sonrió a Nico y le dijo:

—¡Yo te sigo!

Nico golpeó el hombro de Will:

—Conduce, torpe. Mi hermana está en problemas.—

Nobles AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora