Las chicas tienen una charla

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Annabeth ya se había acostumbrado a dirigir la mirada mortal a todo aquel que le hiciera preguntas incómodas a Calipso, la pobre ninfa se la había pasado haciendo bromas con su magia a todo aquel que la ofendiera con esas incómodas preguntas y Annabeth no tenia de otra que reírse. De verdad es novia de Valdez. Pensó la rubia. Ya ellas tenían una lista mental de todas esas estúpidas preguntas. ¿Estas segura que no te gusta Percy nada más?

¿Cómo no te puede gustar Percy? Está súper bueno

¿A cuántos héroes has besado?

Oh, sí, estás con Leo porque ahora él es popular

¿Te consideras una mujerzuela?

Después de la cena, ya los semidioses tenían todo listo para partir. —Vale, pasemos lista.— Dijo Leo.

—¡Aquaman!—

—Leo, bájale dos.—Dijo Percy.

—¡Thor!—

—Ahora eso es peor que Superman Rubio.— Dijo Jason.

—¡Reina de la Belleza!— Piper lo ignoró, tal vez porque prefería que el siguiera colocándole motes a que estuviera muerto.

—¡Chico Muerte!—

—Tu serás el chico muerte si sigues con los motes, Valdez.— Ladró Nico.

—¡Hombre Cabra!—

—Aquí.— Dijo Grover, con la boca llena de latas de Coca-Cola Diet.

—¿Su Alteza?—

–Leo, cállate.— Suspiró Reyna.

—Sunny D.—

—Aquí.— Dijo Will Solace, intentando no darle un puñetazo en la cara.

—Cerebrito está aquí al lado...Y por último...Harry y Hermione.—?

—Supongo que te refieres a nosotros, ¿Verdad?— Preguntó Sadie. Leo asintió y dio un aplauso, Sadie notó su mirada hiperactiva. Tal vez Leo había bebido mucha cafeína últimamente.

—¿Él es siempre así?— Sadie preguntó a Hazel. Hazel le dio unas palmaditas en la espalda.

—Será mejor que te acostumbres, querida.—

Leo había pedido a los chicos que lo ayudaran con unas cosas en la nave. Reyna caminó hasta la punta del barco y observó el océano. Ella notó como Annabeth y Hazel estaban tras ella.

—Esta misión será diferente.— Dijo Annabeth, y se sentó en la baranda del barco.

—¿A qué te refieres?— Preguntó Hazel, observando a Reyna quien seguía inmóvil con sus ojos pegados al océano.

—Diferente en el peor de los sentidos. En el sentido más peligroso y triste de todos.—

Reyna se volteó y comenzó a trenzarle el cabello a Hazel, no había nada más interesante que hacer en el momento. Annabeth se enfocó en las medallas que la pretora tenía pegadas a su armadura. Puso especial atención a su capa morada. — Reyna, Esa no es la misma capa que usaste en la guerra, ¿O sí?— Reyna asintió en silencio –Pensé que se había-

—¿Arruinado? Sí. Bastante. Pero debo agradecerle a tu madre por ello.—

Los ojos de Annabeth se abrieron como platos, su mirada parecía desatar una tormenta. —¿A mi madre?—

Las romanas intercambiaron miradas, ya era hora de decir la verdad. Reyna rompió el hielo y comenzó a hablar. —Cuando luché contra Orión en Long Island y en Puerto Rico, casi pierdo la vida. Oré y rogué por piedad y perdón a tu madre y a la mía porque pensaba que había fallado en mi promesa de traer sana y salva la estatua, cuando de repente mi capa comenzó a brillar...ellas la habían bendecido. Es indestructible, además de que se transforma en un abrigo de cuero muy cálido.—

Nobles AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora