Conexión

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Nico sabía que Reyna estaba muerta. Nico había sentido su muerte, ¿Pero porqué su cuerpo no se descomponía? ¿Porqué ella seguía apareciendo en sus sueños? Había algo mal en el Inframundo. La presencia de Apolo debió haber desatado el caos allá abajo ¿Acaso los muertos estaban volviendo a la vida nuevamente? Santísimo Hades, no. Pensó Nico suplicante. La última vez que los muertos volvían a la vida Nico tuvo que pasar semanas en el infierno con su padre revisando las listas, luego Leo quiso hacerse el héroe y volver de la muerte. Eso le trajo a Nico fuertes dolores de pecho y tuvo que pasar tres días en la enfermería. Él odiaba cuando la gente brincaba la esquivaba o volvía de la muerte de tal modo (Hazel). Pero había algo en la muerte de Reyna que era totalmente diferente que lo aterraba. Ella no estaba del todo muerta, se encontraba en un limbo. Nico planeaba hablar acerca de eso con Hazel, pero ella llegó primero.

—Nico, ¿puedo pasar?— Preguntó Hazel.

—Desde luego, ven.—

Hazel se sentó en la cama a su lado y dijo:

—Debo hablarte acerca de Reyna.—

Nico la miró a los ojos, ella debió haber presentido algo extraño también.

—¿Qué es exactamente?— Preguntó el joven.

Hazel apretó los labios y bajó la cabeza. Sus rizos color caramelo le caían en el rostro. Nico la tomó por la barbilla y la obligó a mirarlo a los ojos.

—Anoche...después del exorcismo de Jason, mientras dormía, papá me contactó. Plutón.—

Nico frunció el ceño.

—¿Hades no te ha contactado?—

Nico negó. —No sé nada de él desde la batalla de Gea. Cuando tu y yo viajamos al Inframundo ya él había desaparecido.—

—Hades no me contactó desde el Inframundo.—

Los ojos de Nico se abrieron como platos. —Detalles, por favor.—

Los ojos dorados de Hazel buscaban inquietamente algo que mirar que no fuera la penetrante mirada de su hermano.

—Se encontraba en un laberinto de hielo. Me dijo que los muertos estaban regresando a la vida ya que Quíone controlaba todo. Ella buscaba a unas personas en específico, pero no me dijo nada más ¿No lo vez, Nico? Tal vez Reyna tenga un segundo chance.—

Nico sintió como su sangre se helaba. Si Plutón la contactó desde un laberinto de hielo significa que es un sitio el cual Hazel puede controlar. Y solo existe un laberinto en la mitología.

—Hazel, ¿sabes quién es Dédalo?—

Hazel asintió. —El hombre del laberinto y las alas de oro, ¿porqué?—

—Si papá de contactó desde un laberinto significa que Quíone ha congelado el laberinto y que alguno de esos caminos nos deben llevar al Tártaro para rescatar a Apolo y los demás dioses.—

Hazel arqueó una ceja y sonrió. Annabeth debía saber esto.

•••

—¿El Laberinto de Dédalo? ¿Será eso posible?— Preguntó Annabeth con notable confusión.

Sadie y Calipso intercambiaron miradas tipo: ¿la entiendes?

Annabeth y Nico comenzaron a plantear teorías y planes a medida que dibujaban el laberinto que todos en algún punto de la misión habían visto en sus sueños. Sadie Kane no le quitaba los ojos encima a Nico, ella aún no podía creer como él se parecía tanto a...

—Nico tiene razón—dijo Annabeth. — El Inframundo no trabaja como se debe. Ya todos han visto a Reyna. No muestra signos de descomposición alguna. Quíone debe tener algo que esto, al igual que la presencia de Apolo.—

—Apolo es el dios de la medicina, salud y toda la cosa—dijo Percy —, tal vez su presencia impide que las almas lleguen como deben llegar, causando que se queden en el limbo que Nico nos explicó.—

Nico asintió y todos intercambiaron miradas.  Él notó como los hermanos Kane lo observaban sin disimulo alguno.

—No me gusta que me miren.— Dijo Nico a Sadie.

—Lo sé, pero no puedo evitarlo. Me recuerdas demasiado a una persona. Una persona que tal vez podría ayudarnos.—

—¿Quién?— preguntó Will.

—Anubis. Dios de los muertos, Rey de los Fantasmas.—

—Él único Rey de los Fantasmas soy yo.—

Sadie se encogió de hombros. —Tal vez...—

Nico se sentía incómodo. Comenzaba a tener flashbacks de cosas que él no se recordaba haber vivido. Y siempre pasaba cada vez que miraba a Sadie a los ojos.

—Lo contactaremos a la media noche.— Dijo Carter. —Solo quiero a Calipso y Nico, ya que los dioses egipcios pueden ser...problemáticos.—

Sadie en silencio sacó una foto de su chequera, pero no pudo evitar pegar un grito. En ese momento su cerebro dio paso a una conexión mental. La misma conexión que tenían Leo y Hazel, una muy antigua pero que seguía ahí. Cuando Hazel levantó la fotografía quedó horrorizada. Sadie y Carter posaban al lado de un par de chicos con ropas egipcias y entre ellos estaba Nico di Angelo.

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