Calipso estaba creando la poción para bendecir el tótem de Thalia en el centro de controles mientras Leo terminaba de tallarlo.
—¿Porqué se odian?— Preguntó Leo de la nada.
Calipso lo miró a los ojos con los puños cerrados. —Fui la causante de la muerte de sus amigas, Leo.— Admitió.
Leo arqueó una ceja y ella sintió dolor. Conocía esa expresión muy bien. Estaba incrédulo ante sus palabras en un mal sentido.
—¿Tú mataste a sus amigas? ¿Cómo así?—
—Sabes, no me siento con ganas de narrar historias.— Diciendo eso se volteó y prosiguió con la poción.
Leo se levantó con el tótem en la mano y lo dejó en la mesa donde Calipso trabajaba. Ella derramó un poco de la poción en el
tótem y lo dejó reposar por un tiempo en la mesa. Él la tomó por la mano y le suplicó:—Dime. No me importa lo que sucedió, dímelo.—
—Bien.— Ella no se atrevió a mirarlo a los ojos. —Hace un par de años, Artemisa, mi hermana Zoë y una de sus mejores cazadoras fueron a mi isla para recoger unos frutos para Démeter. Artemisa intentó convencerme a unirme a la caza pero me negué. Zoë me llamó débil, ridícula, me dijo que no era nada más que inservible, que si ningún hombre me había amado porqué debía segur tras de ellos. Tenía coraje, no con ellas, sino conmigo misma. Me dolía lo que me decían, ellas no entendían mis razones para quedarme. Intenté explicarles, pero se reían de mi. Así que las maldije a ambas. Artemisa me dijo que lo que hice estaba mal, que no debí haber actuado así...dijo que respetaba mis desiciones, pero que ya no había puesto en la caza para mi.— Calipso hizo una pausa y de su bolsillo sacó un frasco. —Me dio este frasco. Es veneno de gorgona. Estuve al borde de beberlo en varias ocaciones, pero luego me regañaba a mi misma diciendo que sería estúpido perder las esperanzas después de tres mil años.—
Leo la miró con una mezcla de horror e impresión. Lentamente Calipso se separó de él y le dio la espalda. Leo no sabía que hacer, pero de repente se sintió estúpido por pensar de esa manera. Ella le había confesado la verdad, había tenido el valor de admitir lo que había hecho, ¿Porqué enojarse ahora? Ya no había remedio. Además de que ella había tenido sus razones, razones de peso.
Él la abrazó por la espalda fuertemente. —Lo siento...— susurró Calipso.
—¿Porqué? No estoy enojado contigo, solo quería que me dijeras la verdad. Eso era todo.—
—Leo, tengo miedo.—
Él sabía de qué ella hablaba y su corazón se rompió.
—Descuida, Sol, descuida.— Susurró.
—Aveces pienso que debería-
Leo guardó el veneno de gorgona en su cinturón. —No te rendiste en tres mil años, no lo harás ahora, ¿vale?—
Calipso asintió lentamente y se volteó para besarlo apasionadamente. Leo adoraba besarla, sus labios lo llevaban a la locura absoluta. A medida que la besaba, agonizaba lentamente sabiendo que extrañaría el sabor canela de sus labios, extrañaría la calidez de su cuerpo y su hermosa mirada. Él no era de socializar mucho con formas de vida orgánicas, pero su más grande excepción había sido Calipso a quien amaba incondicionalmente.
Si el oxígeno no hubiera sido un problema, ellos no hubieran dejado de besarse. Leo se separó lentamente de ella besando suavemente su mejilla. Él no podía imaginarse su vida cuando ya Calipso no estuviera en ella, sería como había sido antes de caer en la isla. Oscura, triste, sin sentido... Él no tendría nada más que hacer en la tierra de los vivos.
—Si tan solo pudiera retroceder en el tiempo para poder olvidarte.— Susurró él a su oído.
Calipso sonrió levemente. —Créeme que yo deseo lo mismo. Ojalá hubiera un botón de reiniciar en el mundo.—
Leo dejó salir una risa seca. —Si fuera legal inventaría uno, pero bueno, meterme con la física y el espacio tiempo...—
Calipso rió y él la aguantó en sus brazos a medida que ella se recostaba de su pecho sabiendo que ahí estaría segura.
Pasó el tiempo para que la poción funcionara en el tótem de Thalia y Leo le hizo el favor a Calipso de llevársela hasta la habitación de la cazadora con una condición:
—Espérame en la habitación, tenemos que hablar de unos asuntos.—
Calipso arqueó su ceja, entendiendo el doble sentido con el que Leo le hablaba. Le dio un beso en la mejilla y dijo:
—Lo haré, pero no tardes.—
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Nobles Almas
FanfictionDespués de la guerra contra Gea, los siete semidioses tienen una gran duda: ¿Qué sucedió con el ridículo, valiente y noble Leo Valdez? Carter Kane se encuentra deprimido por la muerte de su único amor, Zia Rashid. Para animarlo, su hermana Sadie dec...