Gritos

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Will escuchó el grito chillón de Percy. Cuando el joven médico corrió hasta la habitación de donde provenían los gritos, no pudo evitar entrar en pánico.

—¡Por todos los dioses, Percy! Rápido, trae a Calipso y Annabeth, son buenas enfermeras. ¡Alerta a los romanos!—

—Vale.— Dijo Percy saliendo de la habitación.

—Ah, Percy

—¿Sí?

—No le digas a Carter nada.—

Percy siguió las instrucciones de Will a cabalidad, excepto por el hecho de que Carter no era bruto.

—¿Qué sucede?— Preguntó el mago.

—Nada.— Dijo Percy, pero él era un asco mintiendo. Carter le dirigió una mirada severa y un espejo del pasillo explotó en pedazos.

De repente Nico corrió junto a Sadie gritando:

—¡Rápido! ¡Reyna no aguantará un minuto más!—

El hijo de Poseidón escuchó como unos vasos en la cocina explotaron y rápidamente sintió sus piernas como gelatina. Percy convirtió su bolígrafo en Contracorriente (debía ser precavido en cualquier caso que Carter quisiera atacarlo)

—Carter, Reyna...no sabemos las razones, pero se acuchilló a sí misma.—

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