Capítulo 2

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La rutina en la oficina de Alexander Stone era monótona y demandante. Cada día parecía traer consigo un nuevo desafío, y yo me esforzaba por mantenerme al día con las demandas de mi exigente jefe. Sin embargo, nunca podría haber anticipado lo que sucedería una noche que cambiaría el curso de todo.

Era tarde, el resto del personal ya había abandonado la oficina y yo estaba terminando algunos informes en mi escritorio. La ciudad estaba sumida en la oscuridad cuando escuché el sonido del ascensor, seguido de risas y murmullos. Curiosa, me asomé por encima de mi cubículo para ver quién era.

Para mi sorpresa, vi a dos mujeres jóvenes entrando a la oficina de Alexander, riendo y hablando entre ellas. Mi corazón se aceleró ante la idea de lo que podría estar pasando. ¿Qué estaban haciendo esas mujeres aquí a estas horas?

Decidí acercarme para averiguarlo. Con pasos cautelosos, me acerqué a la puerta de la oficina de Alexander y escuché la conversación que tenía lugar dentro.

- ¿Así que esto es lo que haces cuando supuestamente estás trabajando? - dijo una de las mujeres con un tono burlón. -Parece que tienes una secreta vida nocturna, Alex.

Reconocí la voz como la de una de las mujeres que había visto antes en la oficina. Mi mente se aceleró mientras intentaba procesar lo que estaba escuchando. ¿Mi jefe, el temido Alexander Stone, ¿estaba teniendo un encuentro nocturno en la oficina?

-Relájate, cariño- respondió Alexander con una voz que intentaba sonar calmada. -Solo estoy terminando algunos informes, no es nada.

-No me vengas con esa tontería- intervino la otra mujer. - Sabes perfectamente por qué estamos aquí, y no es para hablar de trabajo.

La tensión en el aire era palpable mientras esperaba a ver cómo se desarrollaba la situación. ¿Qué haría Alexander ante esta confrontación?

- ¿Puede darme un momento a solas con tu jefe, por favor? - dijo una de las mujeres con un tono más serio esta vez, mientras me veía con desdén.

-Lo siento, señorita, pero no puedo permitir que perturben la oficina a estas horas de la noche- respondí con firmeza, tratando de mantener la compostura a pesar de mi nerviosismo.

- ¿Y quién demonios eres tú para decirnos lo que podemos o no hacer? - exclamó la otra mujer, claramente molesta por mi intervención.

La situación estaba a punto de salirse de control cuando Alexander finalmente intervino. -- Está bien, chicas, creo que es hora de que se vayan - dijo con voz firme. - Hablaremos de esto mañana.

Las mujeres protestaron, pero finalmente se marcharon de la oficina, dejándome a solas con Alexander. La tensión en el aire era palpable mientras nos mirábamos el uno al otro en silencio.

La atmósfera en la oficina se volvió tensa después de que las mujeres se marcharon. Alexander Stone, con una mirada de furia contenida, me observaba como si fuera un depredador evaluando a su presa. Mi corazón latía con fuerza, consciente de que había cruzado una línea al intervenir en sus asuntos personales.

- ¿Qué demonios crees que estás haciendo, Emily? - espetó Alexander, su voz llena de irritación reprimida. - ¿No tienes nada mejor que hacer que entrometerse en mi vida personal?

Tragué saliva, tratando de mantener la calma ante su arremetida. - Lo siento, señor Stone, pero las reglas de la empresa son claras: no se permiten visitas fuera del horario laboral, especialmente cuando interrumpen el trabajo- respondí tratando de sonar segura a pesar de mi nerviosismo.

Él soltó una carcajada irónica. - ¿Y quién te crees tú para dictar las reglas en mi propia oficina? - preguntó con desdén. - Te recuerdo que eres mi secretaria, no mi jefa.

La sangre me hirvió en las venas ante su tono despectivo. - Mi deber es mantener el orden y la profesionalidad en la oficina, señor Stone - repliqué luchando por mantener la compostura. - Y si eso significa intervenir cuando veo que se están violando las reglas, entonces así lo haré".

Él me miró fijamente, su expresión tan fría como el hielo. - Te advierto, Emily, que esto no quedará así - dijo con voz baja pero amenazante. - Si vuelves a entrometerse en mis asuntos personales, te aseguro que te arrepentirás.

Mi corazón se hundió ante su advertencia. Sabía que estaba arriesgando mi trabajo al desafiarlo de esta manera, pero también sabía que no podía quedarme de brazos cruzados mientras él hacía lo que quisiera en la oficina.

Con la mandíbula apretada, Alexander se levantó de su silla y se acercó a mí con pasos decididos. Su presencia dominante me hizo retroceder instintivamente, pero mantuve mi posición, decidida a no mostrar debilidad frente a él.

-Estás en delgada línea, Emily - dijo en un tono bajo y peligroso. - No olvides quién manda aquí.

Con eso, se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta, dejándome sola en la oficina, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Sabía que había desatado la ira de Alexander Stone, pero también sabía que no podía dejar que sus amenazas me intimidaran. Si quería mantener mi integridad y mi dignidad, tendría que seguir adelante, enfrentando las consecuencias de mis acciones.

Entre Informes y Sonrisas: El Destino Laboral de Dos CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora