El día siguiente llegó con una carga de trabajo abrumadora. Desde el momento en que entré a la oficina, noté la mirada gélida de Alexander Stone posada sobre mí. Su presencia dominaba el ambiente, recordándome la tensión que había quedado entre nosotros después del incidente de la noche anterior.
Como si quisiera recordarme quién estaba a cargo, apenas había comenzado a organizar mis tareas cuando el teléfono sonó con insistencia. Con un suspiro resignado, levanté el auricular, preparándome para lo que vendría a continuación.
-Emily, necesito que revises estos informes y los entregues antes del final del día - dijo la voz autoritaria de Alexander al otro lado de la línea, sin siquiera saludar.
Asentí, aunque sabía que no podía verme. - Entendido, señor Stone. ¿Hay algo más que necesite?"
-Sí - respondió sin titubear. - También necesito que te encargues de la preparación de la próxima reunión del equipo. Asegúrate de que esté todo listo para mañana por la mañana.
Mi corazón se hundió ante la avalancha de tareas que Alexander me estaba asignando. Era como si estuviera decidido a mantenerme ocupada durante todo el día, sin importar cuánto trabajo tuviera que hacer.
-Por supuesto, señor Stone. Lo haré lo antes posible - respondí tratando de mantener la calma a pesar del estrés que me invadía.
La voz de Alexander no mostró ni un ápice de compasión. - Bien. Y no te olvides de revisar los contratos que te dejé ayer. Necesito que me des un informe detallado sobre cualquier irregularidad que encuentres.
Con un suspiro, colgué el teléfono, sintiendo el peso abrumador de la responsabilidad sobre mis hombros. Parecía que Alexander estaba determinado a mantenerme ocupada hasta el límite, sin importar cuánto trabajo tuviera que hacer.
A lo largo del día, las tareas seguían llegando sin descanso. Revisé informes, preparé documentos, organicé la agenda de Alexander para la próxima semana. Cada vez que terminaba una tarea, parecía que inmediatamente me asignaban otra.
Además de la carga de trabajo, también tuve que lidiar con las demandas constantes de Alexander. Cada vez que me necesitaba, simplemente me llamaba sin previo aviso, interrumpiendo lo que fuera que estuviera haciendo en ese momento.
-Emily, necesito que vengas a mi oficina ahora mismo - decía su voz por el intercomunicador, sin importar si estaba en medio de una tarea importante o no.
Cada vez que entraba en su oficina, era recibida con una montaña de documentos para revisar o tareas urgentes que necesitaban ser atendidas de inmediato. Parecía que nunca estaba satisfecho con mi desempeño, siempre encontrando algo más que necesitaba ser hecho.
A medida que pasaba el día, me di cuenta de que esta sobrecarga de trabajo no era solo una coincidencia. Alexander estaba claramente tratando de mantenerme ocupada, quizás como una forma de castigarme por haberme enfrentado a él la noche anterior.
A pesar del estrés y la fatiga que sentía, no podía permitir que Alexander me derrotara. Con determinación, seguí adelante, enfrentando cada tarea con resolución y perseverancia. Si quería mantener mi puesto en la empresa, tendría que demostrarle a Alexander que era capaz de manejar cualquier desafío que se me presentara.
El día continuó avanzando con una rapidez frenética, y a pesar de la sobrecarga de trabajo, logré completar todas las tareas asignadas por Alexander. Revisé los informes con meticulosidad, preparé la agenda de la reunión del equipo y analicé los contratos en busca de irregularidades. Cada vez que sentía que no podía más, me repetía a mí misma que debía seguir adelante, que debía demostrar mi valía a pesar de las adversidades.
Finalmente, llegó el momento de preparar la presentación para la reunión del equipo al día siguiente. Revisé una y otra vez los detalles, asegurándome de que todo estuviera perfecto. Sabía que esta reunión era una oportunidad para destacar mi habilidad para manejar proyectos importantes, y estaba determinada a dejar una impresión duradera.
Cuando finalmente terminé, me sentí agotada pero satisfecha. A pesar de los obstáculos, había logrado completar todo lo que se me había asignado para el día. Ahora, solo tenía que esperar a que llegara la reunión para demostrar mi valía una vez más.
Con un suspiro de alivio, recogí mis cosas y salí de la oficina. El sol se estaba poniendo en el horizonte, pintando el cielo de tonos dorados y rosados. Me dirigí hacia el apartamento que compartía con mi amiga, ansiosa por relajarme después de un día tan agotador.
Al llegar al apartamento, encontré a mi amiga Sarah en la sala, con una sonrisa acogedora en el rostro. - ¡Hola, Emily! ¿Cómo fue tu día? - preguntó levantándose para darme un abrazo.
-Mas agotador que todo los días - respondí con una risa cansada. - Pero logré terminar todo lo que tenía planeado para la reunión de mañana.
Sarah asintió con satisfacción. - ¡Eso es genial! Sabía que lo lograrías. Ahora, ¿quieres que te prepare una cena reconfortante para recargar energías?
Asentí con gratitud, sintiéndome agradecida por tener a Sarah como amiga y compañera de piso. A pesar de las dificultades en el trabajo, siempre podía contar con su apoyo incondicional.
Mientras Sarah preparaba la cena, me senté en el sofá y reflexioné sobre el día que había tenido. A pesar de los desafíos y la presión constante, me sentía orgullosa de haber enfrentado cada obstáculo con determinación y valentía. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero estaba decidida a seguir adelante, enfrentando cada desafío con la misma determinación y resolución.
Con un suspiro de alivio, me dejé caer en el sofá, lista para disfrutar de una tranquila noche en compañía de mi amiga. Mañana sería otro día, y estaría lista para enfrentar cualquier cosa que se interpusiera en mi camino.
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Entre Informes y Sonrisas: El Destino Laboral de Dos Corazones
Teen FictionEn un mundo donde las relaciones profesionales a menudo se mantienen estrictamente en el ámbito laboral, Emily se encuentra en una situación inesperada cuando su jefe, Alex, la invita a ser su acompañante en un importante evento empresarial. A medid...